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Oficialmente no hay competencia. Pero el renovado interés de Estados Unidos por América Latina está relacionado al avance de China sobre la región y por la puja por ver quién de las dos grandes superpotencias prevalece en el poderoso mercado transpacífico.

Pisándole los talones al vicepresidente estadounidense Joe Biden, quien regresó a Washington el viernes de su viaje por América Latina, el presidente chino Xi Jinping aterrizó ese mismo día en Trinidad y Tobago, un país petrolero en el cual los dos gigantes tienen importante intereses en juego. Pero eso no es todo. Xi Jinping luego viajó a Costa Rica y a México, dos países que el propio presidente Obama visitó a principio de mayo.

“EE.UU. actúa en el patio trasero de China, y China hace lo mismo en el de EE.UU.”, escribió el jueves en el Global Times, Ding Gang, el editor del Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido Comunista chino (PCCh).

Gang puso como ejemplo el caso del reciente viaje a Washington de Thein Seinn, el presidente de Birmania, un país que hasta hace poco dependía casi exclusivamente en China para evitar el aislamiento internacional, pero que ahora firmó un acuerdo marco de comercio e inversiones con Estados Unidos.

Pero eso no es todo. EE.UU. está promoviendo además abiertamente y con mucha fuerza el Trans-pacific Partnership (TPP), una asociación cuyo objetivo no declarado es incluir a todos los países situados a orillas del Pacifico, tanto del lado asiático como del lado latinoamericano, pero que hasta ahora excluye a China, en un sola zona de libre comercio y eventualmente también de inversiones.

En 2005, el TPP incluía sólo a Brunei, Chile, Nueva Zelandia y Singapur. Pero con Estados Unidos a la cabeza, el TPP abrió sus puertas también a Canadá, Vietnam, Australia, Malasia, Japón y todos los países de la Alianza del Pacífico latinoamericana (Chile, Perú, México y Colombia.).

También han demostrado interés por el TPP Corea del Sur, Costa Rica, Colombia, Panamá, Guatemala, Taiwán, Filipinas y Laos.

No es un secreto para nadie que mientras que Estados Unidos vino promoviendo en estos últimos años el TPP, China viene instrumentando una política comercial y de inversiones muy agresiva en Africa y América Latina no sólo por razones geopolíticas sino también para asegurarse el acceso a los alimentos y a la energía.

De acuerdo a la CEPAL, en 2010, según las últimas estadísticas, el valor del comercio bilateral entre China y América Latina se acercó los 200.000 millones de dólares, y durante la década pasada la región fue “el socio comercial más dinámico” del gigante asiático.

China ya es el primer mercado de destino de las exportaciones de Brasil y Chile, y el segundo de Perú, Cuba y Costa Rica. También es el tercer país entre los principales orígenes de las importaciones de América Latina y el Caribe, con un valor que representa el 13% del total de las importaciones de la subrregión.

“Nosotros no nos vemos compitiendo con ningún actor en particular en las Américas”, manifestó recientemente un funcionario de la Casa Blanca durante una teleconferencia con un grupo de periodistas, que incluyó a esta corresponsal.

“Estamos muy contentos con el tipo de comercio que tenemos con América Latina. Es un comercio que pone el acento en productos de valor agregado”, añadió. Un segundo funcionario que participó en la teleconferencia agregó: “Nuestro foco en el hemisferio está sobre la clase media, la seguridad y la democracia, es un concepto fundamentalmente inclusivo que considera a todos los países de la región como socios que están dispuestos a contribuir a esa visión”.

Es decir, en la relación entre Estados Unidos y la región hay un componente institucional democrático que no existe en la relación con China. De hecho, si bien no es muy usual que un Secretario de Estado asista a la Asamblea General de la OEA, John Kerry participará este año en la que tendrá lugar esta semana en Guatemala (ver recuadro) donde –entre otras cosas– se volverá a discutir la reforma del sistema interamericano de derechos humanos que, según Washington, es clave para las democracias latinoamericanas y la legalización de la marihuana.