La autoridad presidencial se fue convirtiendo en la palabra solitaria rodeada de silencios.

El aplauso sustituyó a la opinión, la crítica perdió su lugar aun en la variante de intención constructiva.

La acusación a un funcionario era y es una forma de consolidarlo en su cargo, toda opinión no oficial se fue volviendo agresión enemiga.

El autoritarismo va eliminando en su expansión la opinión y las virtudes de los otros

El reciente cambio de ministros es tan solo una necesidad del poder que los demás no estamos en condiciones de interpretar.

Se va alguien que aplaudía todo lo que la Presidenta opinaba y viene otro que hace y hará lo mismo.

Como los discursos o el laberinto de palabras de Carta Abierta , todo es parte del adentro, un mensaje de la secta.

El autoritarismo tiene eso, va eliminando en su expansión la opinión y las virtudes de los otros, todos aplauden o deciden irse.

Los cambios como los discursos son para la propia tropa, el resto somos todos enemigos

Asombra la lealtad de los funcionarios en vigencia, como si el éxito los dejara sin palabras, o tener palabras implicara un riesgo para tanto éxito.

Los cambios como los discursos son para la propia tropa, el resto somos todos enemigos, y en consecuencia resulta absurdo intentar ponerle racionalidad a lo sucedido.

Frente al aplauso de tantos funcionarios queda el silencio de los opositores.

Hubo algún cambio tan solo para que nada cambie.

Y todo sigue igual..