Luego de caer a un ritmo mensual de US$ 950 millones en el 1er. trimestre, se esperaba que abril y mayo fueran meses más benignos para las Reservas Internacionales, a partir del aumento de la liquidación de divisas de los exportadores de cereales y oleaginosas.

Los dólares de la liquidación aparecieron, pero no se logró evitar la tendencia bajista de las Reservas, que continuaron cayendo entre abril y los primeros días de mayo a un ritmo mensual de US$ 915 millones (el stock ya se ubica por debajo de US$ 39.000 millones). Peor aún, el deterioro de las Reservas se dio en un marco en el cual el Dólar Blue superó el nivel psicológico de US$/$ 10, y la brecha cambiara tocó el 100%.

La combinación de estos 3 eventos (caída de Reservas, máximo del Dólar Blue y brecha cambiaria del 100%) aceleró los tiempos de la política económica, y llevó al Ejecutivo a introducir medidas tendientes a revertir estas trayectorias.

El Gobierno ya venía tomando acciones para frenar el drenaje de divisas y apuntalar las Reservas, con la reciente aprobación de la ampliación en la cuota de participación del país en el FMI (engrosará las Reservas vía DEGs) y una nueva intensificación de las restricciones en el comercio exterior y el turismo.

Sin embargo, luego del pico del Blue salió rápidamente a anunciar un “blanqueo de capitales” y trascendió la negociación con China por un eventual acuerdo de swap de Reservas. En paralelo, se empezaron a dar algunas señales de aceleración en el ritmo de depreciación del tipo de cambio formal, y un alza en las tasas de interés con el objeto de moderar la demanda por el Blue.

Así, el Gobierno señaliza que busca frenar el drenaje de Reservas y moderar las tensiones cambiarias a través de un mix de políticas.

Por un lado se encuentran las que apuntan a una intensificación de los controles, como las mayores restricciones cambiarias en el mercado formal, el encarecimiento del turismo emisivo, el freno a las importaciones, la prohibición de giro de dividendos y utilidades, etc.

Por el otro, están las que responden a un enfoque más “tradicional” -pero que aún está por verse su alcance y profundidad-, que se reflejan en las primeras señales (aún moderadas) de suba de tasas de interés, un mayor deslizamiento cambiario del Dólar oficial y la mayor venta de títulos públicos denominados en Dólares (que el mercado atribuye a la ANSeS), que frenó la escalada del “contado con liqui”.

Finalmente, las medidas que apuntan a funcionar como “seguro” de las Reservas, que de aprobarse implicarían influjos de Dólares extraordinarios (no corrientes), como el recientemente anunciado “blanqueo” de capitales, la negociación de un acuerdo de swap de Reservas con China y la ampliación de la cuota argentina en el FMI.

La mayoría de estas medidas pueden ser útiles para suavizar las trayectorias de las variables en el corto plazo, pero no atacan el problema de fondo, ya que no moderan el proceso inflacionario subyacente a la inestabilidad de la demanda de dinero, convalidado por una política de expansión monetaria que no baja del 35% i.a., ni ofrecen instrumentos de inversión en moneda local que moderen la demanda de divisas.

Sin embargo, podrían ser efectivas para llegar a las elecciones de octubre con un nivel de Reservas y de brecha cambiaria manejables, en tanto y en cuanto la creciente incertidumbre y la caída en la confianza de los consumidores no contrarresten el eventual efecto positivo de la batería de medidas. La incógnita relevante es cuáles de estas medidas se profundizarán y cuáles se relajarán una vez pasadas las elecciones.

Asimismo, cabe destacar que la reciente suba de la cotización del dólar en el mercado informal le quita margen a la política fiscal para aplicar la esperada aceleración del gasto en los meses previos a las elecciones, ya que la inyección de Pesos empujaría una mayor demanda de divisas en el mercado paralelo, presionando nuevamente al alza el Blue.

Otras cuestiones estructurales, como el nivel de actividad o la tasa de inflación, parecen, al menos en este momento, objetivos de 2do. orden a la luz de concentrar los esfuerzos en corregir las fuertes distorsiones que afectan el mercado monetario y cambiario.