Es decir, ya no hay tipo de cambio competitivo, devaluación baja y superávit fiscal para controlar las variables. Ahora se trata de contener los precios con congelamientos, y para los salarios, como máximo, que no pierdan poder adquisitivo. O que pierdan poco.
El congelamiento se enfoca en los artículos más básicos. Los sectores de mejores ingresos están abandonados a la inflación, en la concepción cristinista. La apuesta es ganar una elección crucial que habilite a la "Cristina eterna" con la clase media fracturada entre oficialistas y opositores.
El Gobierno trata de no ir más allá con la quita de subsidios que ya hizo y cuyos efectos en los salarios trata de endilgar a otros. Gasta. Axel Kicillof convenció a la Presidenta de que la emisión no es inflacionaria. Y de que con los actuales sistemas informáticos se pueden hacer controles de precios exitosos.
El problema es que la negociación salarial debe cerrarse con el tiempo suficiente como para que el efecto en el bolsillo se sienta justo antes de los comicios. Demorar los acuerdos para tratar de alinearlos con los topes del Gobierno multiplica las fuerzas recesivas.
El Plan Cristina es poca plata para los salarios, pero en el momento justo. Sobre todo si hay retroactivos que se cobran junto con el aguinaldo, justo poco antes de las PASO.
Es un plan arriesgado, pero tal vez el único que conciben las mentes dirigistas del Gobierno. Para ella ahora los salarios son inflacionarios, después de haber dicho durante años, sobre todo en la administración de su esposo, todo lo contrario.
Ricardo Delgado, de la consultora Analytica, ve chances de que el sistema funcione, a partir de los acuerdos de paritarias alcanzados en los últimos días. Más dinero en el bolsillo de los trabajadores justo antes de los comicios no significaría que se desborde la inflación. "La moderación responde no sólo al mayor énfasis oficial por controlar sino a la desaceleración de la actividad, que le da menor margen a los productores para trasladar sus aumentos de costos a los bienes finales. El propio ministro Tomada reconoce la situación al decir que «la economía y el empleo no tienen la misma potencia de años anteriores». La señal es clara; en adelante, el Gobierno buscará coordinar los aumentos salariales con la nueva dinámica de crecimiento", señaló Delgado.
El esquema es algo "ochentista" y peligroso, incluso si funciona bien. Crecimiento muy modesto, con inflación que no baja del 20% anual, empleo privado estancado y salarios que recuperan un poco de valor de compra. Un escenario en el que volver a tasas de crecimiento altas, que mejoren claramente salarios, empleo y distribución son muy difíciles. Daniel Heymann lo dijo hace poco: "Los años de crecimiento fácil se han terminado".
La inflación es un grave problema, también la imposibilidad de atraer inversiones, más la expulsión de otras. El escenario internacional es mucho más favorable que en los 80 para la Argentina, pero el Gobierno hace todo lo posible para empeorar la situación interna.
Hay una enorme demanda de autos cero kilómetro. Algunas automotrices creen que venderán el doble que hace muy pocos años. ¿Cuántas fábricas nuevas se instalarán? Ninguna ¿Cuántas autopartistas? Ninguna. Brasil se lleva todo. ¿Quién quiere invertir en un país que prohíbe girar utilidades?
Casi todo lo que crece es insostenible y el Gobierno se mueve como elefante en una cristalería destruyendo negocios privados. Aerolíneas, alimentada con subsidios, es una pesadilla. Para que funcione, La Cámpora destroza con tarifas la competencia de los ómnibus de larga distancia. Y Tomada exige a los empresarios que aumenten los sueldos de sus choferes. La suba de los pasajes aéreos fue una farsa, dicen los ejecutivos. "Achataron las escalas. Sale lo mismo volar 1000 kilómetros que 3000, nos van a fundir", explican. También necesita quedarse con un monopolio destruyendo a LAN, pasando por encima de fallos judiciales.
Una de las más grandes alimentarias del país reportó utilidades del 1,9% en el último ejercicio. "Si nosotros ganamos tan poco, hay muchos que son más chicos a los que ya los tapó el agua", razonan.
El plan es más discrecionalidad, más intervención, imponer pérdidas a los privados y ganar las elecciones en un contexto de restricciones y sacrificios a muchos trabajadores. Basta ver algunos países vecinos para advertir que la situación podría ser muy otra. La oposición tampoco sabe cómo mostrar ese camino.