Aún a tanta distancia, el conflicto de Cristina Fernández con el periodismo independiente de la Argentina está presente en las conversaciones informales del Freedom Forum. Sasha Vucinic es un periodista serbio –orilla los 50 años y ahora reside en Singapur– dedicado a la investigación de la prensa libre que, café de por medio con este cronista, lanza una comparación sorprendente: “ Lo que sucede en la Argentina con el periodismo independiente es muy parecido a lo que acontece en Bielorrusia o en mi propia Serbia”, explica.

¿Cómo sería eso? “El Estado gasta millones en subvencionar medios afines e intenta levantar un cerco económico sobre el resto. Mire, el dictador Lukashenko (Alexandr) llama por teléfono a las empresas privadas para que no publiciten en los medios que no le responden. El personalmente, aunque no lo crea. Además les niega cualquier publicidad oficial”, señala.

Vucinic ignora la existencia del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, aunque el nombre de Cristina le resulta a su oído algo familiar. Las simetrías de Vucinic, en ese campo, no dejan de asombrar. Desde hace meses las cadenas de supermercados y electrodomésticos dejaron de comerciar publicidad en Clarín y La Nación por una orden no escrita del Gobierno. Sobre el bielorruso Lukashenko pesan, aparte, graves acusaciones sobre crímenes políticos y torturas.

Vucinic entiende que los modos de desarrollar un periodismo independiente no son muchos.

“Hay que saber desarrollar una empresa, entender el fenómeno de la comunicación. Cuando esa empresa rinde utilidades empieza a ganar en libertad”, asegura. Y remata el concepto: “Cuando mayores y mejores utilidades tenga una empresa periodística mayor será, sin dudas, su posibilidad de independencia”. Vucinic no se olvida de la otra parte de la historia: “Después está el requisito de que cada periodista goce de libertad para decir o escribir lo que piensa en el lugar de trabajo. Así, definitivamente, se puede tomar distancia del poder de turno o de los poderes que sean”.

Vucinic sostiene que lo que ocurre en la Argentina con la prensa ocurre también con otras naciones en la región. “Allí hay gobiernos que hablan de la unidad pero que no se unen cuando están en riesgo libertades básicas”, razona. Y cierra con un ejemplo: “El gobierno de Hungría intentó avanzar con una ley para controlar los medios. La Unión Europea le dijo que no y debió retroceder”.