Muchos otros sostienen lo contrario, o sea que la política, como dominio de las leyes y control de la fuerza para imponerla, es capaz de mandar y ordenar a la economía. ¿Cuál de estas dos posiciones tiene más contenido de verdad? Hay muchos enfoques posibles para responder a esta pregunta, pero por la extensión nos limitaremos a dos: el ideológico y el de gestión de gobierno.

1. ENFOQUE IDEOLÓGICO

La respuesta ideológica, basada en el liberalismo político o en su opuesto el marxismo, se traduce en el plano económico a la posición capitalismo versus socialismo/comunismo. De acuerdo con Stanley Moore (1957) en su Crítica de la Democracia Capitalista, siglo XXI editores (1971), para los "defensores de la primacía de la ley y la fuerza (que sería la democracia liberal), ésta (la ley) domina el poder estatal y, por lo tanto, domina la estructura económica". En otras palabras, para esta posición la política está por encima de la economía.

Para el materialismo histórico (marxismo), el poder estatal es controlado por la estructura económica. Por lo tanto, para el marxismo, la economía domina a la política y demás instituciones de la superestructura.

En la práctica, las cosas son mucho menos claras y el mismo autor dice que este dominio de la economía sobre la política es válido solo para el largo plazo y lo contrario, que la política domine a la economía, es cierto, generalmente en el corto plazo. La experiencia de la Ex URSS durante 70 años demostró, aun dominando la economía y la política durante tanto tiempo, que los pueblos se mantienen fieles a sus creencias culturales incorporadas que están por encima de la política y de la economía y que no las vence ni el autoritarismo ni las armas.

2. ENFOQUE DE GESTIÓN

Para analizar este enfoque hay que considerar casos específicos y elegiremos el de nuestro país en el aquí y ahora de 2013. Un enfoque más concreto y práctico tratando de ver los resultados finales de muchas decisiones.

En nuestro país predomina una posición populista que hace hincapié en logros de corto plazo, consumo y votos, y el gobierno de este momento trata de imponer muchas decisiones por medio del poder estatal al que accedieron por elecciones. Un primer ejemplo puede ser el de la política cambiaria. Si las reservas de oro y divisas están disminuyendo muy rápido por el atraso oficial de las cotizaciones de la moneda extranjera (como pasó en 2011), se adopta un "cepo cambiario" para vender con cuentagotas los dólares a la gente que viaja o quiere ahorrar en divisas. También se limitan las importaciones, aun las de bienes de capital, y además se impone una veda a la remisión de dividendos. Por resolución de la administración fiscal, se impone una retención del 20% sobre lo que se gasta en el exterior con tarjetas, usando el subterfugio de que las retenciones impositivas no requieren ser legisladas por el Congreso.

El segundo ejemplo de gestión para ver si predomina la política o la economía es el caso de las medidas que adopta el poder estatal para combatir la inflación. Ésta surge por la falta de inversión frente a un consumo continuamente incentivado por encima de la capacidad productiva, y este incremento nominal del consumo está causado por una expansión de los medios de pago cada vez más acelerada.

Por otro lado, esta expansión monetaria está causada a su vez por la falta de financiamiento alternativo para cubrir el creciente déficit fiscal y, entonces, se crea dinero y se usan reservas del BCRA para cubrir el gran faltante.

Las consecuencias de las medidas de maquillaje de corto plazo después tienen su contrapartida en fuertes sofocones
El Gobierno, usando el poder estatal en lugar de atacar la cadena de causas de la inflación, reacciona congelando los precios. Es sabido, por la innumerable experiencia vivida, que es una solución de corto plazo, para lo que basta recordar cómo terminó el plan de "inflación cero" de Gelbard de 1973-74. El congelamiento de precios, en los primeros meses de aplicación, produce una inflación menor con el costo de cierto desabastecimiento y la sustitución de productos para tratar de eludir dicho congelamiento. Como las empresas tienen los ingresos congelados y los costos van aumentando al 25% anual, esta situación no puede durar mucho, pero inicialmente es "exitosa".

Estas dos medidas que hemos usado como ejemplo de gestión del poder estatal sobre la economía en el corto plazo producen un efecto artificial benéfico al inicio de su aplicación y parecen dar la razón a los que consideran que la política domina a la economía. Sin embargo, falta ver el resultado que provocan estas medidas en el mediano y largo plazo.

Las reservas de divisas siguen cayendo a pesar de los "cepos" y la inflación verdadera sigue aumentando a pesar de los "congelamientos". Solo que esa evolución es larvada, va por dentro y en algún momento no muy lejano hace eclosión en la realidad, dando la razón a los que dicen que "en economía se pueden adoptar diversas medidas alternativas, pero lo que no se puede evitar son las consecuencias de las acciones que hemos adoptado".

Y las consecuencias de estas medidas de maquillaje de corto plazo después tienen su contrapartida en fuertes sofocones, como ya los vimos en 1989 y 2002, con un aumento sombrío del desempleo cuando se hace imposible administrar los infinitos controles que enredan a las empresas, los sindicatos, el Estado, en nudos inmanejables y, en definitiva, frenan toda la economía y la hacen caer en abismos recesivos de dos dígitos y pobreza de más de 50% de la población.

CONCLUSIÓN

Es mejor que el poder estatal no quiera imponer soluciones artificiales de corto plazo, que van contra la lógica experimentada en muchos países (tanto socialistas como capitalistas), y en su lugar administre con un horizonte de largo plazo, un proyecto de vida consensuado por todos los habitantes. Que no se limite a las ideas de un puñado de iluminados que quieren imponer a todos su punto de vista muy particular. En el corto plazo, la política y la ideología parecer triunfar, pero a la larga la economía se impone. Y en el muy largo plazo, las creencias culturales de los pueblos predominan sobre la política y la economía.