Los desastres económicos, y los atropellos autoritarios que la señora parlanchina, La Compota y su colección de inútiles seguidores incondicionales estaban llevando a cabo contra los habitantes de la isla de la fantasía generaron un creciente malestar con marchas de protesta.
Viendo que la economía se le iba de las manos, parlanchina decidió encarar una reforma de las reglas de juego de la isla para tener más poder. Para ello hizo todo un show diciendo que quería democratizar las reglas de juego, aunque en el fondo pretendía tener el poder absoluto y terminar de subordinar a los habitantes a su persona.
Un tiempo atrás, le había dicho a los de La Compota: vamos por todo. Cuando Avalito le preguntó que quería decir “vamos por todo”, parlanchina le respondió: fácil, eliminar los derechos individuales de los habitantes de la isla.
Ante la reforma de las reglas de juego que amenazaban la libertad de los habitantes de la isla, el malhumor creció y se organizó una marcha de protesta en toda la isla. Viendo que la mano venía pesada, parlanchina hizo llamar al náufrago para preguntarle qué estaba pasando.
Llegó el náufrago a la reunión y parlanchina le preguntó: ¿Qué es lo que está pasando que la gente quiere salir a protestar contra mi gobierno aquí y en las islas vecinas? ¿No saben agradecer los sacrificios que yo hago por Uds.?
Señora, respondió el náufrago, desde que Uds. tomaron el poder en la isla, la economía anda de mal en peor, además la gente ya se dio cuenta que miente con los datos económicos, inventa datos de todo tipo para tratar de convencernos que bajo la pobreza, la indigencia, la mortalidad infantil, las enfermedades y otros temas.
En ese punto, parlanchina interrumpió al náufrago y le dijo: no le voy a permitir que me falte el respeto diciendo que miento con los datos de la economía. Vea, contestó el náufrago, me lo va a tener que permitir porque Ud. sabe que los números de inflación, pobreza e indigencia son inventados por Uds. Le están mintiendo descaradamente en la cara a la gente y encima la atropellan.
Bueno, si no le gusta lo que hacemos, dijo parlanchina, hagan un partido político y ganen las elecciones. Yo no voy a cambiar mi forma de gobernar. La democracia es así, el que tiene la mayor cantidad de votos decide qué se hace en la isla y el resto tiene que obedecer.
Mire, le dijo el náufrago, Ud. se la pasa diciendo que al que no le gusta lo que hace arme un partido político y gane las elecciones y eso es una burrada, porque tener una mayoría relativa de votos no la autoriza a hacer lo que quiere. Ud. tiene que subordinarse a las leyes que imperaban en esta isla antes de que llegara. Esas leyes indicaban que cada tanto se vota a algún ciudadano para que administre la cosa pública, dentro de los límites que le marca la ley. Tener más votos no la habilita a hacer lo que le venga en ganas.
¿Cómo que no puedo hacer lo que quiero si la gente me votó a mí? respondió altanera parlanchina. Yo tengo el poder y Uds. tienen que hacer lo que yo digo porque para eso me voto la gente.
Le insisto, dijo el náufrago, acá no votamos para elegir a un dictador, votamos para elegir a una persona que se limite a administrar la cosa pública, es decir, que haya seguridad, que la justicia resuelva pacíficamente las diferencias entre los habitantes de la isla y entre los habitantes de la isla y el gobierno de la isla, para que mantenga buenas relaciones con las islas vecinas y para que un habitante de la isla no pueda agredir a otro habitante de la isla. Su función es la de administrar no la de amenazar a la gente.
Vea a Willy Dark, le dijo el náufrago, amenaza a la gente, la extorsiona, la insulta. Ese señor está haciendo abuso de la autoridad y cometiendo el delito de abuso de la función pública.
Bueno, pero si Willy Dark no amenaza y extorsiona, la economía se descontrola, respondió parlanchina. La única forma de hacer que la economía funcione es controlando todo. La gente es hija del rigor.
Señora, con sus controles nos quedamos sin carne, sin energía, el transporte público es un peligro, los caminos están destrozados, faltan productos, la inflación está desbordada, falta trabajo, las empresas cierran y se van de la isla. Están destruyendo todo.
Parlanchina levantó la voz y dijo: Ud. repite las mentiras que publica La Corneta, ese diario que siempre mintió y atacó a los gobiernos para derrocarlos. Con el dueño de La Corneta no quiero saber nada. Son destituyentes.
Vea, le dijo náufrago, su relación con el dueño de La Corneta no me interesa, lo que sí me llama la atención es que hasta unos años atrás Ud. y su fallecido esposo lo recibían aquí, en la choza imperial, a comer y eran muy amigos. Pero bueno, ese no es el tema por el que Ud. me llamó.
Exacto, dijo parlanchina para zafar rápidamente de la observación incomoda que le había hecho el náufrago. El tema es que si no les gusta lo que hago, le repito, hagan un partido político y ganen las elecciones.
Señora, le respondió el náufrago, le voy a aclarar una regla básica que impera en esta isla y que Ud. no quiere cumplir pero los habitantes de la isla sí quieren que se cumpla. Los habitantes de esta isla decidimos desarmarnos y otorgarle el monopolio de la fuerza al administrador que elegimos por el voto para que con ese monopolio de la fuerza defienda el derecho que tienen los habitantes de la isla a la vida, a la libertad y a la propiedad.
Con esto quiero decirle que el monopolio de la fuerza Ud. tiene que usarlo para evitar que un habitante trate de matar a otro, o que le pretenda robar o no permitirle expresar sus ideas libremente. Ud. fue votada para que utilice el monopolio de la fuerza para defender esos derechos, pero resulta que ahora que tiene el monopolio de la fuerza, Ud. lo usa para violar la libertad de las personas, su propiedad y perseguir a todo aquel que piensa diferente a Ud.
Por lo tanto Ud. se ha levantado contra el orden jurídico que rige en esta isla y pretende establecer una dictadura.
Dictadura es lo que pretenden establecer los jueces de esta isla que siempre fallan en contra de mis medidas. Se la pasan otorgando medidas cautelares para perjudicarme y no dejarme gobernar.
Mire, cuando firmé un decreto para expropiarles a los productores el terreno que tienen para exposiciones, un juez les dio una cautelar y no pude expropiarles el terreno que habían comprado a precio vil. Yo que soy una abogada exitosa le digo que la justicia así no funciona.
¡Pero cómo va a expropiar sin demostrar que compraron a un precio vil! Exclamó el náufrago.
Pero si yo tengo el poder puedo expropiar, respondió parlanchina.
No, contestó el náufrago, justamente la cautelar es para que Ud. no pueda usar el monopolio de la fuerza para violar el derecho de los habitantes de la isla. Lo que le dice el juez es: primero demuéstreme que los productores compraron a precio vil y si me lo demuestra podrá expropiar con indemnización previa. Ud. tiene que demostrar que los productores son culpables.
Por eso el límite que le pusimos a los administradores en la isla. Para que no usen el monopolio de la fuerza para violar el derecho de terceros.
¿Pero qué me está diciendo? bramó parlanchina. ¿Cómo no voy a poder expropiarles el predio si soy la administradora que ganó las elecciones? Señora, en esta isla rige el principio de que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario y Ud. pretende expropiar un terreno, que el juez no acepte la medida cautelar y que luego los productores demuestren que son inocentes.
Ud. está dando vueltas el orden jurídico de esta isla. Para Ud. todos son culpables hasta que demuestren lo contario y por eso quiere eliminar las medidas cautelares. Para dejar indefensos a los habitantes de esta isla frente al monopolio de la fuerza que le delegamos.
Ud. quiere eliminar la independencia de la justicia porque si la justicia es independiente, Ud. no puede simular que hay una democracia. Lo que Ud. quiere es que los jueces dependan de Ud. para decir que hay una democracia pero en realidad quiere ser la autócrata de la isla.
Justo entró a la reunión Daina Me Quedo con Tu Sueldo, una funcionaria que se había declarado admiradora del asesino Stalin, y le dijo al náufrago: no discuta con la señora porque ella tiene los votos y si tiene los votos, la única manera de gobernar esta isla es teniendo todo el poder.
Si no le gusta haga un partido político y gane las elecciones. Pero como nosotros ahora tenemos el poder y el monopolio de la fuerza, vamos a cambiar las reglas de juego para quedarnos por siempre en el poder. Parlanchina for ever, gritó Daina Me Quedo con Tu Sueldo.
Nosotros con el poder hacemos cosas muy buenas para la gente. Cuando se inundó el otro lado de la isla, los de La Compota fueron a ayudar desinteresadamente, afirmó parlanchina.
Bueno, eso de desinteresadamente es una forma de decir, porque el jefe de La Compota, un tal La Roca, andaba repartiendo las donaciones de la gente con la remeras de La Compota. Eso de solidario no tiene nada. Más bien es la actitud más baja que he visto en mi vida, le dijo el náufrago. Usar la desgracia ajena para hacer propaganda política partidaria.
Parlanchina miró con desprecio al náufrago y le dijo: nosotros vamos por todo y eso quiere decir que queremos todo el poder para gobernar la isla en beneficio de la gente.
Señora, respondió el náufrago, Uds. no necesitan todo el poder para administrar esta isla ni fueron elegidos para quedarse con todo el poder y violar los derechos las personas a su antojo. Para administrar esta isla solo tienen que someterse al estado de derecho y dejar que la gente trabaje libremente, exprese libremente sus ideas y tenga seguridad.
Que nadie les robe el fruto de su trabajo. Pero lo que Ud. pretende es justamente disfrazar de democracia a una banda de delincuentes que se apropia del trabajo de la gente de esta isla. Quieren tener impunidad para seguir haciendo sus negociados con algunos náufragos tan delincuentes como
Uds. Para eso necesitan que no haya jueces que defiendan a la gente de sus abusos. Dado que Uds. pretenden esclavizar a la gente de esta isla, las protestas van a seguir.
Además, al destruir la seguridad jurídica ya nadie invierte en la isla y va a llegar un punto en que la producción va a ser tan baja que ni siquiera van a tener qué robarle a la gente porque no va a haber qué robar. Dicho esto el náufrago se levantó y se fue.
Parlanchina se quedó pensando y le dijo a Daina Me Quedo con Tu Sueldo: te das cuenta, estos tipos son tan desagradecidos que son capaces de producir menos para que no podamos robarles. Si llega ese extremo no voy a poder mantener mi balsa 01, ni comprarme más Rolex o mis botas de Hunter para ir a lugares donde me puedo mojar los pies. Mejor andá pensando en sancionar una ley de esclavitud para que estos tengan que laburar a la fuerza.
Pero no le pongas esclavitud, ponele: ley de democratización del trabajo obligatorio para sostener la democracia. Acordate Daina Me Quedo con Tu Sueldo, siempre poné la palabra democracia que queda bien. Pero me da tanto asco la democracia, dijo parlanchina poniendo cara de repugnancia.
Fuente: Economía para todos