En la galaxia de problemas que desvelan al gobierno de los Estados Unidos, la Argentina hoy es una estrella pequeña. La administración de Barak Obama le reconoce su aporte en temas sensibles a sus intereses como la política internacional de no proliferación nuclear (clave hoy en la pulseada con Corea del Norte) y su aporte a las fuerzas de paz en Haití. Pero saben que también debería haber avances en otras áreas para que la relación con Buenos Aires se vuelva más sólida. La mejora en las estadísticas públicas que elabora el Indec es una de ellas. Otro foco lo componen las controversias comerciales que se disputan en la OMC.

Aunque no es mostrado como una contracara, en Washington destacan que el Departamento de Estado construyó una buena agenda de trabajo con Brasil, país con el que hay reuniones periódicas. Una fuente con acceso a la diplomacia estadounidense definió el escenario de esta forma: la incertidumbre que domina hoy la relación no se dá tanto por cuestiones particulares entre los países, sino porque no terminan de interpretar cómo quiere funcionar la Argentina en el sistema global de comercio e inversiones.

El inicio esta semana de la asamblea anual del FMI será, en ese sentido, una oportunidad clave para ver la verdadera voluntad argentina de hacer frente a algunas de estas críticas. También esperan ver los primeros pasos de Cecilia Nahón, la economista que reemplazó a Jorge Argüello como embajadora, quien todavía no está plenamente instalada en esta ciudad.

Entre los empresarios estadounidenses conviven sentimientos disímiles. Sus interlocutores reconocen que la Argentina sigue siendo un país relevante para sus compañías. Pero muchas de las firmas con intereses en la región asumieron una posición de wait & see. Un dato que lo refleja es el flujo de inversión extranjera total: los u$s 7000 millones recibidos por la Argentina contrastan con los u$s 17.000 millones que fueron a Colombia.

Un hombre que trabaja como enlace entre el sector privado americano y el Capitolio plantea que para las empresas, la falta de cumplimiento de las obligaciones surgidas de contratos es un factor que no ayuda a nuevas inversiones. Cuando hablan de ese punto no aluden tanto al pleito con los fondos buitre, sino al desconocimiento de las sentencias contrarias en el Ciadi, el tribunal de controversias del Banco Mundial. Lo que desean son reglas claras que no estén determinadas por la arbitrariedad de una persona o que deban ser discutidas cada vez que son aplicadas.

América latina, pero sobre todo Argentina, está sentada encima de recursos apetecidos en todo el mundo: alimentos y energía. Por eso gigantes corporativos como Monsanto y Chevron están presentando nuevas apuestas. La primera de ellas desembolsará u$s 400 millones en una nueva planta de semillas en Córdoba, aunque está pendiente de una decisión judicial para seguir adelante. La segunda quiere avanzar en la explotación de oil y shale gas junto a YPF, aunque el rebote local de unademanda que sufrió en Ecuador frenó sus planes.

La Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina (Amcham) se propuso, hace tres años, generar un vínculo más constructivo entre ambos países, desde el momento en que sus firmas asociadas generan el 38% de los impuestos que recauda la Nación y 18% del PBI. El resultado es un programa de relacionamiento que involucra a políticos de todas las orientaciones, miembros del Poder Judicial y periodistas, quienes participan -cada uno a su turno- de entrevistas con miembros del Congreso, empresarios y académicos locales, destinadas a identificar focos que ayuden a la relación.

La visión de los analistas

En los think-thank de Washington, hay miradas encontradas sobre el país. Ray Walser, una de las figuras de la Heritage Foundation (pilar del pensamiento conservador), puso el acento en la poca confianza que generaron acciones del Gobierno como el incidente del avión retenido en Ezeiza y la Comisión de la Verdad con Irán.

En el Peterson Institute, un centro abocado a evaluar la economía global, no tienen un buen pronóstico. Su lectura de los indicadores económicos argentinos no es buena: alta inflación, caída de reservas, brecha cambiaria persistente, deterioro fiscal, excesiva expansión monetaria, son factores que no logran ser equilibrados con el precio de los commodities (que tiene tendencia bajista).

Peter Hakim, presidente emérito del Inter-American Dialogue, traduce en sus juicios un ojo entrenado para leer la coyuntura argentina. El cepo puede resolver la falta de dólares, pero no estimula la inversión. Hasta el 2007 la Argentina creó una ganancia pero en lugar de ahorrar sigue con su actual juego peligroso. No se entiende cuál es la teoría. Es como un jugador que está ganando mucho a la medianoche, a las 2 de la mañana tiene la mitad y a las 3 no tiene casi nada, pero igual sigue jugando. ¿Por qué la Argentina cree que no dejó atrás la crisis?, se pregunta el académico, para quien las razones por las que el país sigue resolviendo su política económica como si estuviera en emergencia permanente es toda una intriga.

Hakim asegura que la Argentina hoy salió del radar de EE.UU. En eso coincide con el ex funcionario republicano Roger Noriega, para quien el gobierno de Cristina Kirchner no tiene un juego claro.

La Casa Blanca se ha mostrado dispuesta a no confrontar, e incluso a hacer gestos de ayuda, como la presentación del Tesoro en el juicio con los fondos buitre. Pero si el país no se decide a tener una relación menos oscilante con la nación que genera casi 30% del PBI mundial, la posible cooperación se vuelve abstracta. Hoy el vínculo está virtualmente congelado. En Washington la mayoría cree que ese estatus solo puede ser cambiado desde Buenos Aires.