"Es como tratar de tapar agujeros de un recipiente lleno de líquido con un dedo por vez; el problema es cuando llega el agujero número once", graficó.

La metáfora sirve más que el número para explicar la dinámica de los controles, donde cada uno es la antesala de otro que sobrevendrá al poco tiempo. Ya no alcanzan los dedos de ambas manos para contar las restricciones cambiarias aplicadas desde fines de octubre de 2011. De hecho, hubo nada menos que 25 medidas hasta ayer, cuando la AFIP subió de 15 a 20% el recargo impositivo para los gastos con tarjeta en el exterior y lo extendió a la venta de pasajes aéreos, terrestres, fluviales y marítimos y a la venta de paquetes turísticos.

La medida era esperada. Siempre que se aplican controles, éstos crecen y se multiplican, ya sea para neutralizar efectos no previstos o a quienes, por derecha o izquierda, encuentran cómo eludirlos. Incluso hasta la propia resolución de la AFIP patenta un neologismo -"fugaducto"- para las presuntas maniobras dolosas de bancos y agencias de viajes o de cambio acusados de fugar divisas clandestinamente.

Si estaba "cantado" que el Gobierno iba a encarecer los gastos en turismo al exterior es porque se trata de una de las pocas ventanillas abiertas para comprar indirectamente dólares más baratos que en el mercado blue y gastarlos fuera del país (o ingresarlos sin declarar después de extraerlos por cajeros automáticos). Una prueba de ello es que en 2012 la venta de divisas por este concepto llegó a un récord de US$ 7300 millones (54% más que en 2011). A juzgar por el último verano, el recargo de 15% sobre gastos con tarjeta poco incidió para desalentarla. Y fue una de las razones -no la única, porque también cayeron los depósitos en dólares- de que el BCRA perdiera reservas por casi 2000 millones en lo que va de 2013.

Con estos antecedentes, resulta una ingenuidad suponer que este control será el último de la serie. Aun con el 20% de recargo, el dólar "turista" de $ 6,10 resulta casi 25% más barato que los $ 8,08 del blue. Pese a que el BCRA aceleró últimamente el ritmo de devaluación, la brecha con el paralelo sigue en 58%. Un nivel demasiado alto para desalentar expectativas devaluatorias, que amenazan en pocas semanas con afectar la liquidación de divisas por la cosecha.

Por ahora, la AFIP se limitó a ampliar y elevar el impuesto virtual constituido por la diferencia entre el dólar oficial y el dólar "turista" (a cuenta de Ganancias y Bienes Personales) y que le permitió recaudar hasta fin de febrero casi $ 1000 millones, frente a pedidos de reintegro por unos 50 millones. Pero la brecha con el dólar blue sigue "privatizada" en beneficio de cuevas, arbolitos y casas de cambio virtuales.

De ahí que se especule con que, si este control tampoco diera resultados, el Gobierno recurra en el futuro a otra receta del pasado: el desdoblamiento del tipo de cambio, con cotizaciones diferentes para comercio exterior y para turismo y operaciones financieras. Mientras tanto, la apuesta oficial sería esperar a que el ingreso de "soja-dólares" descomprima el mercado a partir de abril. Pero sin un plan consistente para bajar la inflación y evitar un mayor deterioro cambiario, nada puede descartarse. Incluso los inciertos rumores sobre una inminente suba de retenciones para apurar ventas de soja.