El campo vive otra vez jornadas de defensa de sus legítimos intereses mediante asambleas convocadas por la Comisión de Enlace en diferentes localidades, que comenzaron en Pehuajó, en el oeste de la provincia de Buenos Aires, y culminan en estos días en Villaguay, Entre Ríos, y Río Cuarto, Córdoba. En estas asambleas, la dirigencia presta especial atención a los pedidos destinados a la adopción de resoluciones de naturaleza diversa, que muestren palpablemente los efectos destructivos del creciente intervencionismo estatal en la economía rural.
Por su parte, la Federación Agraria, sin desistir de su participación en la Comisión de Enlace, sino ratificándola por boca de su presidente, Eduardo Buzzi, reunió ya a cientos de productores en Santa Teresa, en el sur santafecino, con iguales propósitos de rechazo de la política rural del gobierno nacional.
En ese contexto y como demostración de la situación reinante, se conoció un trabajo del infatigable ex dirigente de Confederaciones Rurales Argentinas, Néstor Roulet, quien puso números a la crisis de la economía láctea en 2012, cuyos costos crecieron un 30,6 por ciento mientras el precio de la leche lo hizo sólo en un 8,6 %; para ello, promedió el incremento de los precios de la canasta de insumos, impuestos y tasas de la producción de leche, cuyos resultados muestran la crisis sufrida.
Por su parte, la Mesa Nacional de Productores de Leche, conformada por 12 entidades del rubro, realizó el mismo ejercicio numérico comparando costos y precios desde 2008 hasta 2012, lo cual arrojo un aumento de costos del 176 por ciento, mientras el precio de la leche creció un 95 por ciento.
Los datos expuestos impactan de manera distinta según la escala productiva de los 11.000 tambos existentes, que abastecieron en 2012 los 11.500 millones de litros de leche. Para las unidades menores, la situación es difícil de sobrellevar, hecho que viene sucediendo en las últimas décadas en las cuales ha ocurrido una importantísima reducción del número de tambos.
Como se deduce fácilmente, de ninguna manera se puede calificar de sana a esta tendencia. Si bien tanto aquí como en el mundo ha prevalecido el aumento de la escala productiva de los tambos con incorporaciones tecnológicas de alto calibre, que redundaron también en su calidad, en el caso del campo argentino, éste se registra en un contexto de disminución de la productividad y competitividad de nuestras exportaciones, de sustitución de importaciones en un proceso autárquico que nos aísla del mundo, achicando el escenario productivo en el cual los productores medianos y pequeños carecen de oportunidades.
En el corto plazo, según opiniones autorizadas, la economía lechera agroindustrial podría acusar una cierta mejora que, sin embargo, de ninguna manera representa el potencial productivo del país. Lamentablemente, la inflación crónica, la tendencia declinante del tipo de cambio, las distorsiones de todo tipo en los mercados rurales, la persistencia e intensificación de la sustitución de importaciones, la reciente intervención gubernamental en la publicidad de las cadenas de supermercados y electrodomésticos, y, según se anuncia, la creación de una tarjeta de crédito estatal monopólica y la fuga de capitales, entre tantas otras consecuencias bien conocidas por todos, llevan a imaginar un escenario aún más desfavorable tanto para el agro como para la economía en general. El reciente intento de confiscación del predio rural de Palermo y la virtual ausencia de representantes nacionales en Expoagro reiteran lo ocurrido durante años en la agresiva reacción del Gobierno hacia el agro.