En la nota de Al Inicio de la semana pasada habíamos visto cómo en la isla de
la fantasía, La Compota, Willy Dark y la señora parlanchina, habían destruido el
stock de capital de la isla y cada vez había menos cocos y peces para comer.
Primero la señora parlanchina negaba que hubiese menos cocos y peces, pero un
día fueron los de La Compota y le dijeron: Señora, nosotros creemos ciegamente
en su relato, pero el problema es que la gente no tiene cocos y peces para
comer. Es más, tenemos miedo que nosotros nos quedemos sin los peces y cocos que
les afanamos para comer.
¿Y por qué no producen más cocos y peces? preguntó la señora parlanchina.
Porque dicen que se rompió la escalera para subir a los árboles y la red para
pescar, respondieron temerosos los de La Compota. A ver, llamen a alguno de la
isla para que me explique qué pasa.
Buscaron a uno de los náufragos y la señora parlanchina le preguntó: ¿Es
cierto que Uds. dicen que hay menos peces y cocos? Sí, respondió el náufrago.
Mire, no me mienta, dijo la señora, porque mandó a preguntar si presentó su
declaración jurada de cocos y peces consumidos en el ente recaudador.
Pero señora, dijo el isleño, el tema no es si presenté mi declaración jurada
del consumo de peces y cocos, el tema es si hay o no hay menos cocos y peces.
Ud. quiere establecer una cadena del desánimo. Lo que dice es imposible que
ocurra. Es muy fácil. ¿Ud. quiere consumir cocos y peces? Sí, respondió el
náufrago. Bueno, como el consumo es el que mueve la economía, consuman más cocos
y peces y van a ver como producen más.
Pero señora, dijo el náufrago, para poder consumir más peces y cocos primeros
tenemos que tener más peces y cocos y para eso necesitamos la escalera y la red
que Uds. destruyeron.
La señora parlanchina levantó en cólera y dijo: ¡¿cómo me dice eso si en esta
isla nunca se invirtió tanto en sus 200 años de historia como desde cuando
nosotros llegamos? Pero bueno, ¿qué necesitan para reconstruir la escalera y la
red?
El náufrago la miró y le dijo: tenemos que ahorrar cocos y peces para los
días que le dediquemos a hacer otra escalera y otra red. Es decir, necesitamos
crédito que es igual a cocos y peces no consumidos durante un tiempo. Lo que en
el mundo civilizado se llama ahorro que es la contracara del crédito.
Ah, dijo la señora parlanchina, Ud. quiere hacer el ajuste neoliberal del
Consenso de Washington y de los fondos buitres. Quiere que la gente consuma
menos. Ud. no entendió que si no se consume no se invierte.
Vamos de nuevo señora, le dijo el náufrago. Si no ahorramos peces y cocos
vamos a pasar hambre los días que estemos trabajando en la escalera y en la red.
Para poder consumir más primero tenemos que tener esos dos bienes de capital.
Ud. no entiende nada del nuevo modelo que impusimos en la isla. Si hacen
falta cocos y peces pueden comprarlos usando las hojas de las palmeras que
utilizamos como moneda. Y si hacen falta más hojas de palmera el problema se
soluciona. Llamen a Merche, dijo la señora parlanchina.
Llegó Merche, que estaba a cargo de las hojas de palmera que se usaban como
moneda en la isla, y le dijo: acá me dicen que faltan cocos y peces para
consumir. Como el consumo mueve la economía, ¿qué solución proponés? Merche, que
no entendía nada de economía, le dijo: es muy fácil, cortamos más hojas de
palmera para que compren cocos y peces mientras construyen las escaleras. Vamos
a inundar la isla de hojas de palmera para que la gente pueda comprar más peces
y cocos mientras construyen la escalera y la red. No hace falta ahorrar cocos y
peces, la economía moderna permite seguir consumiendo cada vez más gracias a que
tenemos muchas hojas de palmera que nos permiten evitar el ajuste que proponen
estos neoliberales.
El náufrago miró a Merche y le dijo: ¿Ud. propone que nos comamos las hojas
de palmera mientras construimos la escalera y la red? No, le dijo Merche, con
las hojas de palmera compran cocos y peces mientras construyen la escalera y la
red.
Pero esas hojas de palmera no las quieren nadie en la isla, dijo el náufrago.
Claro, le respondió Merche, Uds. prefieren los diamantes de la isla vecina.
Los vamos a obligar a cambiar su cultura vendepatria. De ahora más palmerizamos
todas las transacciones que se hagan en la isla. Nadie puede tener los diamantes
de las islas vecinas. Los diamantes no son para darse lujos, son para invertir
en los viajes a otras islas de los miembros de La Compota, la señora y todos los
que nos sacrificamos por Uds. para que vivan mejor.
¿Pero, qué cocos y peces vamos a comprar con las hojas de palmera si no hay
porque la producción bajó gracias a que Uds. destruyeron el stock de capital? Lo
que podemos hacer es pedirles prestados cocos y peces a los isleños vecinos para
consumir mientras hacemos la escalera y la red. Después, cuando ya hayamos
recuperado la producción les devolvemos los cocos y los peces.
¡Jamás! gritó la señora parlanchina. Ud. quiere volver a endeudarnos cuando
nosotros estamos en una política de desendeudamiento. Ud. quiere que caigamos en
manos de los fondos buitres. En todo caso podríamos pedirles prestado pero a
condición que ellos acepten que le devolvamos solo el 30% de los cocos y peces
que nos presten. Si esos buitres de la isla vecina quieren cobrar todo lo que
nos prestaron no les vamos a pagar y si no aceptan nuestras condiciones se
joroban porque no les pedimos prestado nada.
El náufrago, harto de esa conversación delirante le dijo: mire, esto es muy
fácil. Hoy producimos pocos peces y cocos porque Uds. destruyeron la escalera y
la red. Así que el ajuste ya llegó. Si queremos volver a consumir más peces y
cocos necesitamos la escalera y la red y para eso tenemos que dedicar el tiempo
a construir ambas cosas y sacrificar tiempo para la pesca y la búsqueda de
cocos. Así que tenemos que ahorrar cocos y peces para el tiempo que nos lleve
rehacer el stock de capital. Si no quiere eso y tampoco quiere pedirles
prestados cocos y peces a nuestros isleños vecinos, no hay soluciones mágicas.
La señora parlanchina reflexionó y dijo, llamen a Willy Dark, un tipo gritón
y que se hacía el guapo siempre que tuviera algunos que lo defendiera.
Willy, le dijo la parlanchina, acá dicen que hay pocos peces y cocos para
consumir. ¿Qué hacemos? Willy miró desafiante al náufrago y le preguntó:
¿cuántos peces y cocos consumen por día y cuántos quieren consumir? Ahora
consumimos 2 cocos y 4 peces por día, respondió el náufrago, y queremos consumir
4 cocos y 8 peces por día. Bien, entonces, de ahora en más, y hasta que
construyan la escalera, 2 cocos pasan a ser equivalentes a 4 cocos y 4 peces son
equivalentes a 8 peces. ¡Se acabó la escasez porque yo lo digo!
El náufrago lo miró y le dijo a Willy: ¿Ud. me está diciendo que vamos a
consumir lo mismo que consumimos ahora pero tenemos que hacer como que
consumimos más? Miré, le dijo Willy, si Ud. dice eso está falsificando los datos
oficiales de la isla, y ese comportamiento merece que le haga un juicio por dar
datos engañosos.
Viendo que la conversación no llegaba a ningún lado, el náufrago dio media
vuelta y se fue.
La señora parlanchina miró a Willy y a Merche y les dijo: esta gente es
desagradecida. Estamos dejando la vida para que ellos vivan mejor y nos vienen
con estos planteos absurdos. Deben haber estudiado economía en Jarvar y les
llenaron la cabeza con esas ideas neoliberales de que para consumir primero hay
que producir y que para producir más hay que invertir. Estoy agotada de
sacrificarme por ellos.
A propósito de sacrificios, ¿alguien se dio cuenta que mi “amado” se afanó los cocos y peces para nuestra fiesta de hoy a la noche? Encima que nos sacrificamos por ellos, estos desagradecidos son capaces de murmurar que somos corruptos y nos dedicamos a consumir lo que ellos producen.
Fuente: Economia para Todos