Ayer, el diferencial entre la tasa que pagan en promedio los títulos de deuda de la Argentina y la que abonan los bonos del Tesoro norteamericano trepó a 1024 puntos básicos. El riesgo país argentino, así, se ubica un 16% más alto que un año atrás, cuando la primera mandataria acababa de ser reelegida en las urnas y ascendía a 881 puntos.
Todos estos datos muestran que no es el mundo el que se nos cayó encima, sino la Argentina la que se viene cayendo del mundo
Lo llamativo es que mientras en la Argentina las dificultades para endeudarse no cesan, días atrás, del otro lado de la cordillera, Chile pudo emitir deuda pública por 1500 millones de dólares en los Estados Unidos a una tasa de interés del 2,3% a diez años, alcanzando un piso histórico, al tiempo que, por primera vez, pudo colocar un bono a treinta años de plazo a una tasa también bajísima: 3,7 por ciento. Un dato no menor es que la demanda de los títulos chilenos fue entre seis y siete veces mayor que la oferta. El riesgo país del país trasandino se ubicó en apenas 55 puntos para endeudarse a diez años y en 75 puntos para obtener financiamiento a treinta años.
Si la Argentina decidiese salir a los mercados internacionales y obtuviera interesados en sus bonos, probablemente éstos deberían pagar una tasa de interés seis veces mayor que la conseguida por Chile a diez años de plazo.
Según la compañía internacional Fitch -una calificadora de riesgo que es mala palabra para Cristina Kirchner-, las notas soberanas de Chile "son apoyadas por años de manejo fiscal prudente, y un efectivo y confiable régimen monetario, sustentado en un tipo de cambio flotante, y un modelo económico basado en mercados competitivos".
Pero no es Chile un fenómeno aislado en Sudamérica. Perú , con un riesgo país de 114 puntos, es el segundo país más seguro para invertir. Luego están Colombia, con 119; Uruguay, con 132, y Brasil, con 157. Por debajo de la Argentina están incluso Venezuela, con 911 puntos; Ecuador, con 786, y Bolivia, que recientemente colocó deuda en dólares a diez años a una tasa del 4,8% anual.
Si la Argentina decidiese salir a los mercados internacionales y obtuviera interesados en sus bonos, probablemente éstos deberían pagar una tasa de interés seis veces mayor que la conseguida por Chile a diez años de plazo
El riesgo país no es la única variable que da cuenta del aislamiento internacional de la Argentina en comparación con otros países de la región. Según cifras del Indec, la actividad industrial cayó en septiembre último el 4,4% respecto de igual mes del año anterior. Entre abril y septiembre de 2012, la actividad fabril se contrajo un 2,9 por ciento. De acuerdo con un trabajo del Instituto Idesa, en Uruguay ese índice creció el 5,1% entre abril y agosto, en tanto que en Chile se expandió un 2% y en Perú, en un 1,8 por ciento.
Pasa algo parecido en la actividad inmobiliaria. La ciudad de Buenos Aires registró en agosto pasado una caída del 35% en las operaciones de compraventa de inmuebles respecto de un año atrás. Santiago de Chile, en cambio, las vio aumentar en el tercer trimestre de este año en un 34 por ciento.
Economistas consultados por LA NACION no creen que el riesgo país argentino deba dispararse mucho más
Todos estos datos muestran que no es el mundo el que se nos cayó encima, sino la Argentina la que se viene cayendo del mundo. O en todo caso, como ha afirmado el economista Miguel Angel Broda, que el mundo se cayó "sólo" encima de la Argentina.
El vertiginoso ascenso de nuestro riesgo país en los últimos días guarda relación con la pesificación de algunos bonos provinciales dolarizados, por el temor de que ocurra lo propio con algunos bonos corporativos emitidos bajo legislación argentina, por los efectos del cepo cambiario y por el reciente fallo de la justicia estadounidense favorable a los llamados fondos buitre y contra la Argentina.
No obstante, economistas consultados por LA NACION no creen que el riesgo país argentino deba dispararse mucho más. "Podría llegar hasta 1150 puntos o, a lo sumo, 1200 -sostuvo el ex titular del Banco Central Rodolfo Rossi-, salvo que el Gobierno adopte alguna decisión frontal hacia el no pago de sus deudas. Algo que no debería suceder de cara a un año en el que se espera una buena campaña agrícola y menores vencimientos de compromisos internacionales.".