"Y aquel que llegue a olvidarse, las ha de pasar amargas", como dice la canción de Atahualpa. Es el último caso del símbolo patrio que hemos tenido que abandonar en África.

Estamos importando casi toda la energía que usamos para crecer

Pero vayamos al tema de la energía. Estamos importando casi toda la energía que usamos para crecer. Este año, justamente, no aumentó la importación de gas y gasoil y demás porque no estamos creciendo. Pero el año que viene, con las elecciones, seguramente vamos a tener un crecimiento al menos del 4%. Se nos van a escapar las importaciones de energía, que vienen a ser como el drama de la deuda externa en la década de los 80 y los 90.Tenemos que hacer algo para encontrar una solución antes de que llegue el problema.

Una alternativa es dejar que los productores de gas importen lo que haga falta, firmando contratos con las empresas para entregarles el producto. El BCRA debería venderles las divisas para pagar esas importaciones. Esta es la solución más eficiente, aunque puede implicar un aumento de costos significativo para las empresas, especialmente para las de energía intensiva.

Es hora de descongelar ese subsidio que ya no podemos pagar. Se han hecho algunos intentos, pero se teme el costo político de esa medida

Queda por solucionar el problema de los consumidores domiciliarios, el del gas para vehículos y el de las centrales térmicas, cuyo precio está muy subsidiado desde el 2002. Es hora de descongelar ese subsidio que ya no podemos pagar. Se han hecho algunos intentos, pero se teme el costo político de esa medida. Podría quedar un subsidio para los desempleados o la gente bajo la línea de pobreza, que para el Gobierno es menor al 10% de la población. El 90% debería pagar el costo de la energía que consume. Si se quiere ser más realista con las cifras de pobreza, que algunos organismos privados calculan alrededor del 20 %, que ese 20 % de la población mantenga el subsidio, pero el resto debería comprar la energía que consume al precio que corresponda.

Vivimos en democracia y democracia es también tomar decisiones correctas, no sólo pensar en función de los votos, es decir, querer quedar bien con el padrón de la población en el plazo inmediato, aunque después venga el diluvio. Hay que tener una estrategia de largo plazo y una ejecución correcta del corto plazo. Si no vamos a seguir declinando, con altibajos, como venimos haciéndolo en los últimos 70 años, toda una vida. No podemos esperar que el problema explote para ocuparnos del tema como ya pasó en demasiados casos, con los costos económicos, sociales, humanos y políticos que ello implica..