El USDA difundió ayer su reporte de oferta y demanda.

Los números revelados sorprenden… y mucho.

¿Por qué? Quizás el interrogante debería responderse con otra pregunta…. ¿Hasta qué punto este organismo apunta a mostrar la realidad exactamente como se ve?

Sus estimaciones hablan de una producción norteamericana de maíz que pasa de 273,79 a 272,49 millones de toneladas. Se trata de algo muy distinto al volumen de 264 millones calculado por los operadores privados más optimistas. Porque algunos esperaban menos todavía. Aguardaban 260 millones.

Más llama la atención todavía cuando el USDA calcula una superficie de maíz a trillar del orden de 35,40 millones de hectáreas, habida cuenta la tendencia que se está marcando -a medida que avanza la campaña de trilla- a dejar de lado lotes con un bajo rinde estimado.

Respecto a la soja, sus cálculos son menos discutibles. Acá la lógica se acerca a los datos publicados.

El organismo disminuyó la producción estadounidense por debajo del cálculo promedio del mercado. La cosecha fue calculada en 71,69 millones de toneladas, por debajo de los 73,27 millones del informe anterior y de los 72,31 millones previstos por los analistas y operadores.

Las inquietudes se agrandan con la proyección publicada para la soja. Porque no es lógico que se estime una baja en la oleaginosa y una suba en el maíz ya que la primera tuvo algún alivio con las lluvias caídas sobre los cultivos tardíos, en tanto que el segundo debió atravesar su ciclo con una duro déficit de agua.

Pareciera que, para calcular los volúmenes, existe un criterio optimista para el maíz y otro pesimista para la soja.

Con esta publicación algunos analistas privados se preguntan si acaso lo que pretende el USDA es llevar serenidad a los mercados en un momento de enorme tensión, como consecuencia de la caída abrupta en la producción de maíz. ¿Es ésta una estrategia dirigida a volcar agua sobre el fuego que muestran los mercados?

Si es así, sólo postergará el problema; y a la vez se lo agrandará.

Pero si se duda de la objetividad del USDA, bien vale cuestionar los cálculos más allá de su intención de aplicar un paño frío al cuadro imperante.

Entonces… ¿es posible que el gobierno de EE.UU. trate de amortiguar la suba de precios del maíz en un país donde este cereal es gravitante para la vida de sus ciudadanos?

La cadena del maíz está comprendida no sólo por los farmers. También lo está por la industria del etanol, los feedlots de vacunos y las chacras de porcinos y avícolas. Estos eslabones son vitales para la alimentación y otras necesidades de los norteamericanos que inciden en su nivel de vida.

Veremos cómo sigue esta historia. Porque si los interrogantes planteados tienen asidero, los valores del maíz tenderán a nuevas subas.