Primero, con Néstor, luego, con Cristina. La conducción parecía estar absolutamente clara y las áreas, repartidas. Algo cambió. Parecen surgir "dobles comandos" para las mismas áreas. Se discute si las prepagas pueden aumentar y cuánto. Guillermo Moreno pide números, datos, costos a los operadores privados de salud. Nada nuevo. Pero en los últimos días pidió lo mismo la titular de la Superintendencia de Salud, Beatriz Liliana Korenfeld, una funcionaria de la más estrecha confianza de Cristina Kirchner. Empresarios del sector se preguntan quién tendrá ahora la última palabra.

Quienes estaban acostumbrados a cerrar los acuerdos en temas de transporte con Julio De Vido hace mucho que saben que el ministro ya no tiene la última palabra. "Antes te reunías con él, te tenías que aguantar que te destratara largo rato, porque eso era parte de su «liturgia», pero al final se acordaba, y lo que se acordaba se cumplía", recuerda un hombre de negocios. "Ahora te mandan primero a él, después a La Cámpora y lo que se acuerda hoy, el Gobierno lo cambia mañana."

Pero como cambian los humores, cambian las reglas. Y parece poco probable que así haya inversiones, que el país tanto necesita. "Lo que sostiene el consumo es que con la alta inflación tener pesos es como tener un helado, hay que apurarse, porque en poco tiempo no servirá para nada", dice un economista.

YPF buscará financiación local y la empresa hasta lanzó una encuesta telefónica donde se pregunta por diversas opciones (tarjetas nominadas en litros de nafta, papeles que rindan el 20% anual en pesos). Se intenta saber qué les parece más atractivo a los minoristas para colocar sus ahorros.

Números y necesidades

El problema es que la petrolera, dice Miguel Galuccio, necesita socios y capital extranjero, que por ahora parece difícil de conseguir. Los cambios de normas y las crecientes intervenciones con cambios sorpresivos parecen complicar las cosas. Y el humor presidencial puede ser implacable. No hace mucho, uno de los gobernadores más cercanos a la Presidenta se sumó entusiasmado a una reunión de empresarios que anunciaría una inversión a Cristina Kirchner en su despacho. Hacía días que la mandataria no le atendía el teléfono, dicen que confesó.