Un reciente artículo publicado por el diputado del FPV Roberto Feletti (Proyectos Tributarios Sin Sustento, La Nación 24 de junio) pone de manifiesto la incapacidad que tiene el oficialismo para atender los problemas económicos que él mismo creó. Las inconsistencias conceptuales de Feletti son graves dado que no se trata de un diputado más sino del presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados, ex viceministro de Economía y prácticamente el único vocero que le queda al kirchnerismo en temas económicos.
Veamos qué dice: Sostiene que sólo el gasto público contribuye a la demanda agregada. Para él la reducción de impuestos es conservadurismo ofertista porque le quita recursos al Estado. Se queja de Europa porque sube impuestos, fustiga a la oposición argentina porque quiere bajarlos. Sostiene que el encargado de ejecutar y financiar políticas contracíclicas es el BCRA y no el Tesoro.
1) Ignora Feletti, al parecer, que un jubilado o un trabajador de bajo salario no tiene capacidad de ahorro y que si le bajamos el impuesto a las Ganancias, gastará todo ese ingreso adicional, impulsando efectivamente la demanda agregada; o, peor aún, sostiene que el Estado paternalista elegirá mejor que cada jubilado o trabajador en qué gastarlo.
2) Olvida que él apoya el aumento de la base imponible del Impuesto Inmobiliario Rural y el permanente aumento del impuesto a las Ganancias y la caída de las asignaciones familiares por la vía de la inflación para preservar la solvencia de las cuentas públicas, un conservadurismo fiscal y ajuste aún mayor que el que le critica a las naciones europeas y digno de las políticas vigentes en 2001 que su partido dice denostar. Defiende el mismo atraso cambiario y ajuste de los 90, confiado en que ahora se puede engañar a millones de argentinos con la ilusión monetaria.
3) Propone financiarse con emisión en momentos en que, a pesar de la recesión a la que se encamina la economía, la inflación supera largamente el 20%, liquidando además la confianza en la moneda justo cuando el gobierno le ruega a los argentinos a volver a ahorrar en pesos. Su propuesta y la del oficialismo es combatir el atraso cambiario con más atraso cambiario; la pobreza, con más inflación; y la inflación, con el falseamiento de las estadísticas.
Feletti acusa a los diputados de su comisión (a todos los diputados, en dicha comisión, la de Presupuesto y Hacienda, llegan proyectos de todos los miembros de la Cámara) de conservadurismo ofertista, porque buscan bajar impuestos para que no siga subiendo la presión tributaria - ¿sabrá Feletti que está hoy en un máximo histórico? Omite decir que entre esos proyectos hay 35 firmados por diputados del FPV y 11 por diputados aliados.
Además de confundir oficialismo con oposición, Feletti confunde Estado con gobierno (¿qué kirchnerista no lo hace?) cuando sugiere, como lo hizo en la Comisión de Presupuesto y Hacienda, que los proyectos de la oposición buscan rebajar impuestos con el único propósito de desfinanciar al gobierno: la misma estrategia de Cavallo con las provincias durante los 90. En su curiosa concepción los diputados opositores, tan legítimamente elegidos por el pueblo como los oficialistas, son, sin embargo, incapaces de legislar para el bien común.
Feletti debería darle una leída a nuestro proyecto de ley para desgravar la renta laboral y jubilatoria a cambio de comenzar a gravar la renta financiera. No sólo porque es una de sus responsabilidades como presidente de dicha comisión, sino, fundamentalmente, porque el proyecto abarca temas más trascendentes como la sustentabilidad de las cuentas públicas, o la real equidad tributaria como reclama en aquél artículo. No hay oportunismo político como menciona, en algo que todos los bloques, incluidos algunos diputados oficialistas, vienen reclamando hace dos años. Nuestro proyecto grava la especulación financiera y no la producción (como sí lo hace el Inmobiliario Rural de la provincia de Buenos Aires y el aumento de ingresos brutos en varias provincias); fomenta el ahorro en pesos ya que exime a los plazos fijos en moneda local; no desfinancia ni al gobierno central ni a los gobiernos provinciales; y estimula la demanda agregada devolviéndole a los sectores más propensos a consumir alrededor de $4.000 millones anuales que el Estado nunca debiera haberles confiscado.
Pedirle todas estas cosas a Feletti es pedirle que deje de lado la obsecuencia y retome el sentido común, quizás el pedido más incómodo que pueda uno hacerle hoy a un funcionario kirchnerista. Pero es nuestra obligación hacerlo: no es lo mismo ser contemplativo con la obsecuencia que avalar la estupidez.