El Estado argentino ya tiene el vergonzoso récord de haber conducido la única petrolera del mundo que perdía dinero en los 70 y los 80. Ahora está a punto de lograr otro, el de un país emergente que está en una crisis energética y cambiaria en medio de una situación internacional increíblemente favorable, aunque lo sea menos que hasta hace poco.

El Gobierno no entiende que la culpa de los fracasos la tiene su propio accionar. Como el Edipo de la tragedia, busca y busca al culpable, que no es otro que él mismo. Pero la ciudadanía y buena parte de la oposición, que se quejan de las consecuencias, no rechazan la política.

Las intervenciones irracionales en el mercado energético han llevado al país al desabastecimiento

Fracasaron los controles a la carne, la leche, la yerba, el manejo estatal en la ex papelera Massuh, los precios "acordados con el Gobierno". Las intervenciones irracionales en el mercado energético han llevado al país al desabastecimiento y las multimillonarias importaciones que amenazan con hacer desaparecer el superávit comercial.

La solución es la ideada por Guillermo Moreno: prácticamente prohibir la compra de dólares para atesorar o para gastar en turismo, prohibir las importaciones, exigir a cualquiera -incluidos deportistas olímpicos, comerciantes, supermercados- que exporten lo que sea si quieren seguir importando. El resultado es el desmadre del mercado cambiario, la creación de un mercado paralelo cada vez más grande y con una cotización cada vez más alta que la del mercado oficial y el faltante de bienes, que hasta incluye a algunos medicamentos.

Y, por otro lado, la caída de la inversión y el enfriamiento de la economía, no obstante lo cual, la inflación no cede. El Estado maneja cada vez más factores económicos, mientras muestra sus esquemas autoritarios y oscuros, que crean grandes espacios a la corrupción.

El viceministro de Economía, Axel Kicillof, aseguran, sería partidario de los tipos de cambio diferenciales. Es un conocido mecanismo para quitarle dinero a un sector para beneficiar a otros, que ya fracasó en repetidas oportunidades en la Argentina.

El resultado es el desmadre del mercado cambiario, la creación de un mercado paralelo cada vez más grande y el faltante de bienes

Consiste, por ejemplo, en establecer un dólar "turista", que sería el más caro. Para comprarlo, en el pasado, había que mostrar un pasaje adquirido y la oferta era muy limitada. Los que viajaban a países limítrofes en su auto, por ejemplo, no tenían más remedio que acudir al mercado negro, el más caro de todos.

Había un "dólar exportador", que incluso podía ser distinto para distintos sectores, un "dólar importador", más caro, y un "dólar financiero", más caro todavía. Otra vez, gigantescas oportunidades de corrupción.

El Gobierno también podría optar por dar un dólar de exportación más bajo, por ejemplo, a los alimentos, tratando de evitar aumentos de precios locales, y a los productos energéticos, que escasean.

Con todo, este esquema engorroso, poco transparente y facilitador de multimillonarias operaciones de corrupción, sería mejor que los de Moreno que rigen en la actualidad, que se basan en órdenes verbales que cambian de un día para otro, de prohibiciones y cierres de mercado intempestivos y caprichosos que han dañado fuertemente la producción de trigo y maíz, por ejemplo.

Las políticas oficiales han creado una fenomenal distorsión de precios, manteniendo muy baratos los productos energéticos a los consumidores y muy caros artículos como electrónicos e indumentaria.

Pero últimamente, además, abarató fuertemente al dólar en la plaza local, con la inflación desmadrada y la divisa casi congelada. Eso genera demanda de dólares, ante la certeza de que la devaluación será inevitable. Y se incentiva el turismo al extranjero y el consumo de los muchísimos productos que valen en el exterior la mitad que aquí.

Las "soluciones", son virtuales: falsear el índice de inflación o prohibir la venta de dólares

Las "soluciones", son virtuales: falsear el índice de inflación o prohibir la venta de dólares. Y, de a ratos, prohibir la compra alimentos, electrodomésticos, indumentaria y hasta de autos importados, no ya los de lujo, sino los comunes. Modelos que se cuentan entre los más vendidos en la Argentina se fabrican en Brasil.

Mientras, los argentinos se quejan de los controles, de las limitaciones de las libertades, pero apoyan que un Estado que no es capaz de imprimir sus propios billetes porque fue incapaz de modernizar e invertir en la Casa de la Moneda, maneje una aerolínea y la empresa más grande del país. Es verdad que buena parte de la oposición tampoco le ofrece una alternativa.