Por Leonardo J. Sarquís
Director General de la consultora CONFIAGRO, y Asesor en
temas de Agronegocios
La Agroindustria espera que a partir de ahora -y no desde el 10 de Diciembre- las autoridades actuales, las elegidas y las reelegidas, comiencen a pensar en cómo solucionar los temas pendientes del sector motor de la economía regional, provincial y nacional. Durante el año 2010 y 2011, la Argentina vino siendo beneficiada por el alto precio de sus commodities que posibilitaron altos ingresos en divisas (agro dólares) muy importantes para un estado que no tiene intención de bajar su gasto público, y que otorga demasiados subsidios en diferentes sectores y rubros. Hoy el mundo muestra algunos problemas financieros y de desaceleración en los ritmos de crecimientos económicos que tenían algunos países, principalmente los llamados emergentes. Las bolsas del mundo están fluctúan por las crisis de varios países europeos. Todos miran a Grecia, pero hay que mirar también en Europa a Italia, Portugal, España, Irlanda. Desde Argentina miramos lo que está pasando con nuestro vecino, Brasil. Minuto a minuto esperamos si devalúa, y las posibles consecuencias de esa acción en nuestra economía. Miramos, esperamos ¿...y nosotros? ¿Estamos haciendo nuestros deberes para que esta crisis mundial no nos afecte?
El sector Agroindustrial está esperando desde hace más de 5 años, que las autoridades nacionales y provinciales traten seriamente los temas que afectan al sector. Los productores, las empresas, los inversores esperan que en algún momento esos temas tengan caminos de solución. Muchos de ellos fueron ignorados, ya que el precio alto de la soja fue el árbol que tapó el bosque
¿Cuáles son esos temas?
La falta de apertura comercial al mundo y sus principales mercados; las retenciones; los ROEs y cupos a las exportaciones; las trabas a la comercialización normal en el mercado interno y externo de granos, carnes y lácteos; los problemas de transitabilidad y falta de mantenimiento en rutas, caminos y accesos de los principales corredores productivos; la falta de stock ganadero; la no implementación del Plan Trigo y Maíz Plus de decretos presidenciales; la falta de energía para el sector (eléctrica, gas oíl); la falta de conectividad en gran parte del interior del país (telefonía, internet); la falta de apoyo financiero a economías regionales; la falta de acceso al crédito a los productores chicos y medianos, y podemos seguir. Cada punto mencionado son millones de dólares que no entran al circuito de los productores, de las empresas y por supuesto del estado.
Hoy estamos preocupados ya que la Argentina no está blindada a los problemas externos como creíamos...Cada 10 dólares que baja nuestro yuyito las exportaciones argentinas pierden u$s 450 millones, y los ingresos por retenciones bajan u$s 157,7 millones. A fines de Agosto, la soja alcanzó un precio de u$s 534 x tn, pero la crisis europea comenzó a afectar este valor.
Las exportaciones del circuito sojero podrían llegar este 2011 a 45 millones de toneladas, ingresando al país u4s 22.500 millones (con precio FOB promedio de u$s 500 x tn), y por derechos de exportación (35%) unos u$s 7.875 millones. Si los precios está como estos días, a u$s 435 promedio, obviamente estos ingresos van a caer. Falta considerar todas las posibles ventas que no realizamos en los demás cultivos (Hay mucho Trigo sin vender en la Provincia de Buenos Aires de la cosecha 10/11, el maíz no se vende con fluidez). Nadie habla que en 1 año, ya se cerraron 100 Frigoríficos de carne vacuna (en 2010 había 456 Frigoríficos activos y hoy 353); el mes pasado la faena había caído un 13% respecto al mismo período del 2010.
Esto pasa porque hay menos volumen de faena, hay menos exportación -la Argentina si hubiera tenido las condiciones de libre comercialización del año 2006, podría haber exportado más y hasta cubrir parte de lo que Paraguay no pueda exportar por su problema de aftosa-. Tampoco se habla de que puede pasar si la producción de Brasil baja, como aparentemente pasará por el efecto La Niña en este verano. China e India seguirán comprando, ¿pero a qué precios? Esto temas deben estar en la agenda de todos. El Poder Ejecutivo, gobernadores, legisladores; y deberá existir de verdad un camino de diálogo con toda la cadena agroindustrial.
Hay que buscar un camino de diálogo permanente sin fisuras y sin buscar protagonismos. La Argentina sigue con las oportunidades al alcance de su mano, pero...hay que ir a buscarlas. El mundo sabe que tanto Brasil como la Argentina, son los únicos países del mundo que crecieron en la producción de alimentos en los últimos 11 años. La comida del mundo está en esta parte, por acá. La Argentina no puede mirar más para otro lado sin analizar que en los últimos 4 años se fueron del país u$s 70.000 millones, por más que entraron u$s 98.000 gracias a los agro dólares. La inflación no se controla sola y el consumo en algún momento se para. La plata se va cuando no hay confianza en invertir. No podemos permitir que las inversiones entren solo a países hermanos, porque no generamos confianza, reglas claras y estables. Seguramente algunas cosas se han hecho bien, pero en el sector Agroindustrial hay aún muchas materias pendientes.
La Argentina creció gracias al aumento descomunal del precio de los commodities y al esfuerzo de los productores y empresas, y podría haberlo hecho mucho más si no hubiera sido perjudicada por medidas contraproducentes. Las cosechas argentinas no crecen desde hace 5 años, las exportaciones son menores que en 2007, y si hubiéramos hecho las cosas bien, hace rato que las 100 millones de toneladas se hubieran superado. La inflación acaba con la rentabilidad de cualquier negocio, y la agroindustria sufre esto en forma permanente. La pérdida de competitividad del sector, con un dólar como el actual, la suba de los insumos, y los altos costos de producción, es del 29% en los últimos 19 meses. No podemos vender carne a los países que mejor pagan, desde hace por lo menos 72 años.
Por más que hoy tengamos el precio de la soja un 30% más alto en promedio que en los últimos 5 años, con eso solo no alcanza. Los alimentos para el mercado interno están garantizados. No hay que perder más tiempo y se deben liberar los mercados para que se equilibren los stocks, los precios, y lleguemos a destinos que necesitan nuestros productos ya.