“El crudo nos llevará a la ruina. Es el excremento del diablo”, dijo.
Medio siglo más trade, América Latina está encontrando sentido a esas palabras. El petróleo puede convertirse en una maldición. Pero lo mismo ocurre con otras materias primas abundantes en la región, desde azúcar y cobre hasta mineral de hierro y soja.
Aparentemente el continente está prosperando. Algunos hasta afirman que se viene “la década latinoamericana” debido al auge de los commodities motorizado por Asia, que multiplicó por trece el comercio con China desde 2000.
Pero esta abundancia tiene dos caras: junto con el alza de los precios de las materias primas vinieron fuertes efectos económicos, en especial en las monedas.
“Es un riesgo serio” que los bancos centrales deben manejar, señaló Augusto de la Torre, economista regional del Banco Mundial.
Brasil, uno de los mayores exportadores de productos básicos, hace poco aplicó controles para disminuir el ingreso de capitales que provocó el alza de su moneda. La medida perjudicó a los fabricantes y puso en riesgo puestos de trabajo. Chile, el mayor productor mundial de cobre, también intervino en los mercados cambiarios para ayudar a los exportadores.
Hasta ahora, la región asegura que el vaciamiento de su sector industrial se debe mayormente a las políticas monetarias extremadamente laxas de Estados Unidos. Pero el avance de los precios de los commodities influyen en igual medida. Es notable que tanto el peso chileno como el real brasileño ahora ronden los mismos niveles que tenían a mediados de 2008, mucho antes de que Guido Mantega, el ministro de Hacienda de Brasil, acuñara la frase “guerra mundial de monedas”.
Neil Shearing, de la consultora Capital Economics, opina que el efecto a largo plazo de las materias primas sobre las monedas latinoamericanas es más importante que la emisión monetaria, aún cuando ayuda a mantener elevados los precios de los commodities y, por lo tanto, impulsa el crecimiento económico y atrae capitales. “Hay muchos efectos que están relacionados entre sí”, comentó.
El temor de la región por la solidez de sus monedas —alimentada por los commodities— subraya un fuerte cambio en los términos comerciales del continente. Después de casi un siglo de declinación, el precio relativo de las materias primas subieron constantemente en la última década en comparación con los productos manufacturados.
“La región está particularmente inquieta por las anteriores experiencias de auges y caídas”, señaló Ric Deverell, economista experto en commodities de Credit Suisse en Londres y ex alto funcionario del banco central de Australia.
Los gobiernos intentan mitigar el problema con medidas como los controles de capitales. Pero esos son sólo paliativos temporarios. Para el largo plazo, hay otras medidas.
Primero, elevar el ahorro del gobierno. Eso reduce la inundación de capital que ingresa al país y puede usarse para armar un colchón para cuando termina el auge. Segundo, invertir la ganancia extraordinaria para aumentar la productividad de largo plazo, como la educación. América latina todavía se ubica muy por debajo de sus pares internacionales, pero la calidad educativa mejoró en los últimos tiempos, en especial en Brasil.
Los economistas creen que esta bonanza durará más que las anteriores porque proviene del aumento sostenido de la demanda asiática.
Por lo tanto, Latinoamérica podría no lamentar su mayor dependencia de las materias primas a expensas del sector industrial.