“Esta vez sí que estamos en guerra. Aunque les falte hacienda, ni se les ocurra subirme los precios, ¿eh? ¡Al que me saque los pies del plato, lo fundo!”.

El secretario de Comercio, Guillermo Moreno, hizo la advertencia el viernes por la mañana a una docena de ejecutivos de los principales frigoríficos del país. Apenas supo que los ruralistas volvían al lock-out contra las retenciones, Néstor Kirchner le encargó que frene cualquier aumento derivado de una eventual escasez de alimentos en las grandes ciudades.

Igual, por la medida de fuerza, ayer aumentó el precio de la hacienda en pie en los remates particulares. El otro temor del presidente es que la cotización del dólar vuelva a verse empujada porque los exportadores de granos no liquidan sus divisas.

En ese frente, el gendarme no será Moreno sino el presidente del Banco Central, Martín Redrado.

Los ganaderos apuestan a que el ingreso de animales a Liniers se reducirá al mínimo a partir de mañana y durante el resto de la semana. Igual, los carniceros y los dueños de los frigoríficos aseguran que hasta el viernes próximo no faltará carne para el público porque las heladeras están abarrotadas de mercadería. La situación se agravará si las entidades deciden prolongar la protesta.

En el último mes, por la menor cantidad de envíos a remate, el kilo vivo de novillito aumentó de $ 3,20 a $ 4,10.

Las subas se acentuaron ayer en los remates especiales entre privados, organizados en algunos campos de la Pampa Húmeda, según reveló a este diario el presidente de la Cámara de la Industria de la Carne, Miguel Schiaritti.

“Esta semana no habrá desabastecimiento. Hasta el jueves o viernes llegamos tranquilos con lo que hay en las cámaras frigoríficas”, dijo Schiaritti. El vicepresidente de la Asociación de Carniceros, Alberto Williams, agregó que “pueden faltar algunos cortes en algunos comercios pero no va a haber escasez grave como el año pasado, a menos que el paro se extienda”.

Por la política de precios en la cadena cárnica que instrumentó Moreno en el último año, la mayoría de los frigoríficos logró mantener intacta su rentabilidad.

Pudieron hacerlo a costa de la de los criadores de ganado. Por eso se liquidan cada vez más hembras reproductoras y los expertos advierten que a la larga la carne se encarecerá.

Para el público, los precios en las carnicerías son casi idénticos a los de un año atrás. Sólo se abarataron en los hipermercados, a los que el secretario de Comercio les garantiza cuotas a valores privilegiados.

Especialmente a Coto, con el que mantiene la relación más estrecha. El problema para el Gobierno es que en los comercios chicos se vende el 60% de la carne que se consume en los grandes centros urbanos.

Como el cese de comercialización decretado por la Mesa de Enlace se limita a los cereales, granos y carnes, en la Casa Rosada descuentan que no habrá problemas con los lácteos y las verduras.

Lo único que puede complicar el panorama, especulan, es que los piquetes autoconvocados de productores empiecen a frenar camiones sin importar la carga que llevan. Así ocurrió en lo más duro de la pulseada del año pasado.

Que no se vendan soja ni sus derivados no representa un problema significativo para el consumo interno, porque el 95% se exporta. Le pone presión al Banco Central para mantener el dólar por debajo de $ 3,70, que es lo que intentará hacer al menos hasta fines de junio para evitar sobresaltos preelectorales.

Si el lock-out se mantiene, los exportadores dejan de alimentar la oferta de divisas mientras los ahorristas y las empresas mantienen firme su demanda.

En las primeras dos semanas de marzo, de todos modos, las liquidaciones de dólares de la exportación ya se habían reducido al mínimo por los bajos precios internacionales de los granos.

Según la consultora MVAS Macroeconomía, fueron u$s 41 millones por día en promedio. Un 40% menos que un año atrás.

Para alimentar esa oferta, el Gobierno apuesta a forzar a los productores sojeros a vender los granos que guardan en sus silos bolsa. Especula con que en esos chorizos blancos de plástico se esconden unas 9 millones de toneladas, por más de 3.000 millones de dólares.

Las entidades del campo dicen que es la mitad.

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