Podría haberse quedado río adentro llevando una vida más placentera y dedicada a la pesca, junto a su familia. O seguir construyendo barcos especiales en su astillero del Tigre para los amantes de la navegación.
Pero su espíritu emprendedor sabe más a desafíos, y al observar que el empuje de la soja comenzaba a desplazar el ganado de hacienda hacia las zonas isleñas con buenas condiciones regenerativas del pasto, Claudio Meder pensó que era necesario acondicionar un transporte que pudiera llevar los animales a buen puerto y en mejores condiciones.
"De la necesidad surgió la idea de comenzar a construir estas barcazas o chatas especiales que miden 20 metros de eslora y 7,8 de manga, y pueden albergar hasta 80 gordos, en mejores condiciones que las de un camión. Si bien este tipo de embarcaciones existían, eran muy improvisadas y en más de una ocasión terminaban volcando.
Los cascos que nosotros hacemos ofrecen una mayor estabilidad, se pueden ingresar los animales por un lado de la banda sin que el lado opuesto se levante. Técnicamente no se escoran, sostienen el nivel, y los pisos adaptables permiten que el animal se desplace mejor y no se asuste", señaló Meder. Al ser de fibra ofrecen una mayor resistencia que la chapa y transportan el ganado en tres jaulas modulares (se ajusta a necesidades del embarque). Poseen pasarelas para el arreo del animal, puerta guillotina para su distribución por los corrales y una pasarela superior con línea de agua.
Desmontables
Son jaulas desmontables y eso permite dejar la cubierta totalmente plana y transportar maquinaria rodante de hasta 70 toneladas. También la proa fue adaptada para que se pudiera instalar una grúa hidráulica en caso de necesidad de hacer dragados y movimientos de carga.
Las barcazas pueden navegar llenas a 12 y 13 nudos, 23 kilómetros por hora y con consumo bajo de entre 14 y 15 litros por hora, con un motor de 240 a 280 HP.
El caso de Diana Vargas es similar al de otros productores. Emigró del norte de La Pampa, donde se dedicaba a la ganadería, a la zona isleña de Lima, en las cercanías de Zárate, lo que le deparó una diferencia logística: "No teníamos conocimiento del lugar y del modo de transporte, lo que inicialmente nos ocasionó pérdidas. Al producirse frecuentes crecidas en estas zonas, no daba tiempo a evitar que mucho ganado se nos terminara ahogando.
Fuimos mejorando, viendo las necesidades, y de tercerizar el transporte pasamos a tener nuestra propia embarcación, adaptada a nuestras necesidades".
Se estima que en las zonas isleñas de Entre Ríos, por ejemplo, hubo un crecimiento aproximado de 15.000 cabezas de ganado en 2002 a 180.000 en 2008 (algunos aseguran que el número actual asciende al doble de esa cifra). Las inundaciones que provocaron niveles de altura máxima en abril de 2007 dejaron en evidencia la improvisación del sector, que no consideró la dinámica del río (hoy hay estudios obtenidos en forma satelital que proporcionan información para reducir la incertidumbre).
"Las experiencias sirvieron para mejorar el diseño de este tipo de barcazas ya con el asesoramiento de ingenieros navales y de los propios chacareros. El tiempo de entrega hoy ronda entre los 6 y 8 meses, con habilitaciones de Prefectura Naval y del Senasa incluidas. Si bien el mercado interno se retrajo, estamos teniendo pedidos de países como Uruguay, Paraguay y México.
El costo de este tipo de embarcaciones ronda los 120.000 dólares", concluyó Claudio Meder.
La Nacion