El oficialismo se prepara para dormir frente al Congreso. Dispuesto a explotar al máximo las manifestaciones de poder que desactiven las presiones ruralistas, el ex presidente Néstor Kirchner ordenó ayer que la contramarcha del martes se transforme en una extensa vigilia ante el Parlamento, que aguardará en la calle hasta que el Senado ratifique las retenciones móviles.

Con apoyo de la Casa Rosada, la comandarán líderes sociales, legisladores y funcionarios. Entre todos prometen reclutar al menos 50.000 personas para el acto, que empezará a las 15. Cuando termine, varias columnas se mantendrán movilizadas hasta el miércoles, cuando los senadores comiencen la votación.

"Habrá vigilia", confirmaron anoche a LA NACION cuatro fuentes de la organización. Incluso, hablaron de eso en los pasillos del Hotel NH, donde Néstor Kirchner adoctrinó por la tarde a sus socios por fuera del PJ, incluidos gobernadores radicales, piqueteros y dirigentes de centroizquierda. "Tienen que movilizar a todos. Si ellos [por los ruralistas] ganan la calle, nos cagan", dijo Kirchner en reserva, según confió un participante del encuentro. Por eso, encolumnó a sus aliados con palabras idénticas a las que había usado para convocar al peronismo.

"Se viene una etapa de profundización del proceso de cambio", dijo Kirchner ante el auditorio, flanqueado por los gobernadores radicales de Río Negro, Miguel Saiz, y de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Un poco más lejos estaban las ministras de Defensa y de Salud, Nilda Garré y Graciela Ocaña, respectivamente, y el gobernador de Misiones, Maurice Closs. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el secretario general, Oscar Parrilli, controlaban la asistencia. Entre el centenar de asistentes había desde piqueteros, como Luis D Elía, hasta socialistas K, como Ariel Basteiro.

Kirchner improvisó un monólogo de media hora. Habló de los cuatro líderes del campo como "la mesa de desenlace", los acusó de "desestabilizadores", pidió "compromiso y movilización masiva" y le dio especial relevancia al acto en la Plaza de Mayo del 18 de junio. "Soy más intuitivo que inteligente", dijo. "Y estoy intuyendo que ese acto fue un punto de inflexión", agregó. Después cerró la reunión: "Nos vemos el martes en la plaza del Congreso".

En la Casa Rosada, mientras tanto, afinaban los detalles de la vigilia. Parrilli había adelantado la orden el día anterior. "Tienen que quedarse en la plaza hasta el miércoles", les había dicho a piqueteros en una reunión.

Kirchner no duerme

Ayer a la tarde, Kirchner evaluó la posibilidad de participar de la vigilia, refugiado en la carpa de Compromiso K, según confiaron fuentes de su entorno. Para Kirchner estar despierto no es un esfuerzo: en Olivos, con su amigo Rudy Ulloa, siguió toda la votación de las retenciones en Diputados y cada una de las noches de crisis y de cacerolazos.

La versión de su visita a la plaza se filtró con rapidez. Tanto que, cuando salió del Hotel NH, a las 17.40, le consultaron sobre el tema. Kirchner se sorprendió, levantó las cejas e hizo un chiste. "¿Vos querés que me echen de mi casa?", preguntó. El ex presidente, al rato, puso en duda la idea. Un colaborador resumió razones: "Ya perdió el factor sorpresa".

A esa hora, lejos de ahí, la cúpula agropecuaria desmentía que ellos alentaran su propia vigilia. Hugo Biolcatti, vicepresidente de la Sociedad Rural, criticó a Kirchner: "Con su actitud, bordea el peligro, la violencia. Las fuerzas de choque del Gobierno dieron muestras de que ejercen su poder con el garrote".

Los líderes ruralistas habían monitoreado a los productores del interior, que repartieron volantes al costado de las rutas. Los detalles de su acto del martes ya están definidos. Hablarán los cuatro jefes de las entidades y el mediático Alfredo De Angeli.

Una fuente de la Rural adelantó que el miércoles algunos productores podrían ir a la carpa ruralista en el Congreso. Allí, el kirchnerismo estará de vigilia. En la Casa Rosada temen incidentes. "Eso nos puede perjudicar", decían anoche, mientras terminaban de delinear un impresionante operativo de seguridad para mantener lejos a los contrincantes.

Por Juan Pablo Morales
De la Redacción de LA NACION
Con la colaboración de: Mariano Obarrio y Cristian Mira