El diputado Felipe Solá mira la figura de Néstor Kirchner en la pantalla del televisor. El ex presidente acaba de convocar a una marcha para el martes próximo frente al Congreso, en desafío al acto dispuesto para ese mismo día por el campo, en el Monumento de los Españoles. "Es un acto amenazante; vemos con preocupación estas actitudes desestabilizadoras", advierte Kirchner. Solá escucha, pero no coincide. Otro desacuerdo más con el presidente del PJ, a quien desairó el sábado pasado cuando votó en contra del proyecto oficial sobre retenciones al agro.
"Nunca coincidí con el diagnóstico [de la Casa Rosada] del ánimo destituyente [por parte del campo] y con la idea de que hay una especie de golpismo en el aire. Tampoco quiero ser ingenuo: creo que hay un sector de la sociedad argentina poco democrática que se aprovecha de este conflicto", afirma Solá a LA NACION.
-Usted fue uno de los 14 diputados oficialistas que votaron contra el proyecto. ¿Sigue siendo oficialista?
-Sí, en la medida en que el oficialismo sea tan elástico como para contenerme. Hace cinco años y medio que he estado prestando mis servicios a la causa; primero, para que Kirchner triunfara en 2003. Después, apoyando un proceso de transformación y cambio más que interesante en la Argentina, que él lideraba. En ese tiempo se afianzó la imagen de la Presidenta como senadora electa en 2005 y después llegamos a una nueva victoria en 2007. Puse mucho de mí para que esto sucediera.
-¿No se siente reconocido, entonces?
-No es eso lo que está en cuestión. Lo que está en cuestión es mi grado de lealtad a este proyecto. Y he dado muchas muestras de lealtad como para que ahora algunos talibanes me critiquen.
-¿Todavía sigue fiel al proyecto kirchnerista?
-En la medida en que ellos tengan la elasticidad para admitir que uno tenga libertad de acción para determinados temas, sí. Si ellos consideran que no, estaremos en desacuerdo. No me refiero al problema del agro, sino al voto según la conciencia de cada uno. Hay temas sobre los que tengo opinión propia y, además, tengo una interpretación sobre cómo son mis votantes y qué piensan de este conflicto.
-¿Seguirá en el bloque oficialista?
-No lo sé. No puedo negar que hay una crisis, y habrá que ver cómo se resuelve. En todo momento traté de no criticar al Gobierno, sino más bien su falta de política agropecuaria, la ausencia de vínculo con el sector agropecuario, la forma en que se impuso la resolución 125 [de retenciones móviles] y la cantidad enorme de problemas que generó. Hubo costos económicos y políticos, incertidumbre, angustia, pérdida de imagen para la Presidenta. Un conflicto que, en lugar de acelerar, hay que frenar y recomponer.
-¿Teme represalias del kirchnerismo por su voto?
-No. "Temor" no es la palabra. Podrán dolerme algunas situaciones, como las que me pasaron en el recinto
-¿Los insultos de Carlos Kunkel?
-En general, uno siente dolor porque los demás ven que lo que uno está haciendo es terrible. Nunca lo vi así. Nunca vi la situación en términos de blanco o negro, salvación o muerte.
-Diputados que al principio apoyaron su proyecto, finalmente acompañaron al Gobierno. ¿Hubo presiones indebidas para sacar la ley?
-Yo prefiero pensar que no los convencí lo suficiente. Cada uno es responsable de cómo vota; no podemos echarle la culpa a alguna presión.
-¿Qué pasará si se aprueba la ley?
-Habrá dos efectos. Uno es negativo: insistir en la resolución 125 es ahondar las diferencias. El otro es positivo para el Gobierno, porque si este proyecto se convierte en ley, entonces se reviste de legalidad y de legitimidad. Y eso pesa a la hora de protestar por parte del campo; ya no cabrán los cortes de ruta. El campo, sobre todo los autoconvocados, deben darse cuenta de que la Argentina de los aprietes no va más.
-El senador Carlos Reutemann, como usted, presentó un proyecto alternativo.
-Hace un aporte en materia de costos de fertilizantes y agroquímicos, pero no estoy de acuerdo con las retenciones que plantea; creo que son un poco bajas. Pero es un aporte interesante. Deberíamos tener un peronismo que admitiera que tiene Reutemanns, Solás y Kunkels conviviendo.
-Justamente, a usted se lo ubica dentro de un grupo crítico que toma distancia del kirchnerismo, junto con Jorge Busti, Eduardo Duhalde, Juan Schiaretti
-Mi propuesta no es alejarme del kirchnerismo; mi propósito es, en algunos casos como éste, hacer lo que pienso.
-¿Se reconcilió con Duhalde?
-Pasado un tiempo, después de la pelea que tuve con Duhalde en defensa de mi gobernabilidad en 2005 -yo era gobernador de Buenos Aires y me sentía presionado por la mayoría duhaldista en la Legislatura- pudimos conversar y hacer las paces personalmente. Eso no significa, de ninguna manera, que esté en un proyecto político de Duhalde. Yo tengo diálogo con Duhalde así como lo puedo tener con Alberto Fernández.
Por Laura Serra
De la Redacción de LA NACION