En un sector históricamente señalado por sus altas emisiones de carbono, los Combustibles de Aviación Sostenibles (SAF, por sus siglas en inglés) se presentan como una solución viable y escalable para reducir la huella ambiental de la aviación. El desafío está en demostrar el origen sustentable de las materias primas que se emplean en su producción.

Los biocombustibles son una innovación que permite reducir las emisiones de carbono de los aviones sin necesidad de realizar cambios drásticos en la infraestructura existente. Esta transición es conveniente por sus beneficios ambientales, pero también por la alta compatibilidad con la infraestructura existente: pueden aplicarse con las turbinas de los aviones actuales sin necesidad de modificar motores ni instalaciones de almacenamiento y transporte en los aeropuertos.

Al provenir de fuentes renovables, los biocombustibles generan un ciclo de carbono más cerrado, donde el CO2 liberado durante la combustión es parcialmente compensado por el CO2 absorbido por las plantas durante su crecimiento. Pero no termina ahí, "los cultivos utilizados para producir biocombustibles, como la carinata y la camelina, son conocidos como cultivos de cobertura, lo que quiere decir que no compiten con la producción de alimentos, sino que se siembran entre ciclos de cultivo principales y tienen grandes beneficios para los suelos", explica Marcos Botta, Co-Founder y CIO & COO (Chief Innovation and Operating Officer) de ucrop.it, plataforma de trazabilidad líder en la región.

Los cultivos de cobertura, que también son materia prima para la producción de biocombustibles, ofrecen beneficios adicionales, como mejorar la salud del suelo, prevenir la erosión y aumentar la biodiversidad. Este enfoque asegura que la producción de biocombustibles no genere un cambio indirecto del uso de la tierra (iLUC, por sus siglas en inglés), un problema común en otros sectores.

Para impulsar la adopción de los SAF, muchos países han implementado políticas de apoyo. En Estados Unidos, por ejemplo, el crédito fiscal 45Z incentiva la producción de combustibles limpios, incluyendo los biocombustibles para aviación. Este beneficio está disponible para productores que cumplan con estrictos estándares de sostenibilidad, como tener una intensidad de carbono inferior a 50 kg de CO2e por mmBTU.

Es por esto que la trazabilidad se presenta como una herramienta esencial para garantizar el ciclo cerrado de la producción sustentable de biocombustibles, ya que permite demostrar y garantizar que las materias primas utilizadas realmente contribuyan a reducir las emisiones globales y no causan otros problemas ambientales.

A través del monitoreo detallado de las prácticas agrícolas, el uso de fertilizantes y pesticidas, y el manejo de residuos, es posible calcular con precisión la huella de carbono de los cultivos. "Esto permite vincular cada lote con sus orígenes en cada etapa de la cadena, brindando mayor robustez y confianza en que los biocombustibles sean una opción verdaderamente sostenible y los esfuerzos tengan un impacto positivo real, medible y escalable de manera concreta", añade Marcos Botta.

Las posibilidades para un país como Argentina, que exporta más de la mitad de su producción de biocombustibles en base a aceite de soja y, un 17% de la producción de harina de soja para su uso en esta industria, son incalculables si se abraza la tecnología de trazabilidad en todas las etapas.

La transición hacia Combustibles de Aviación Sostenibles es una de las soluciones más prometedoras para descarbonizar el sector aéreo sin alterar su infraestructura actual. Sin embargo, la sostenibilidad de estos combustibles depende no solo de su producción, sino también de garantizar que se utilicen materias primas responsables y técnicas de cultivo eficientes.