Diego Ponti, analista del mercado ganadero de AZ Group, lidera grupos de productores que abordan temas económicos, financieros y comerciales. Hoy, comparte con Valor Carne cómo viven los cambios de la macroeconomía, el impacto en los sistemas productivos y qué se viene para este 2025. ¿Ya se modificó la lógica del negocio tranqueras adentro?

“La empresa ganadera venía de sufrir altísimas tasas de interés, que hacían particularmente dolorosa la inmovilización de capital por la biología propia de la actividad. Y estaba acostumbrada a saltos de precios que le permitían adaptarse a una inflación desbordada, pero había períodos en que la carne no actualizaba y no se podía esperar para vender. En ese sentido, el 2024 fue un año de transición positiva, pero también trajo su contracara”, afirmó Ponti.

El sinceramiento de la economía implicó un aumento de los costos de estructura y despertó la necesidad de hacer cambios. “Si vamos a seguir manteniendo esta estructura y esta forma de trabajar, tenemos que producir más. Y si todavía no estamos preparados para crecer, habrá que hacer algún ajuste porque si no esos costos fijos nos van a complicar”, planteó.

¿El productor está listo para la estabilidad? “Ya empezó a entender que no habrá saltos salvadores de precios. No puedo pagar una locura por el ternero porque después no voy a tener un pico extraordinario en febrero o marzo como para acomodar todo. Y ahí la adaptación al nuevo modelo depende del equipo humano de cada empresa”, respondió.
Si bien el farmer argentino, tiene una edad avanzada, la ganadería está en un proceso fuerte de cambio generacional. “Los que tienen hasta 40 años, no saben trabajar sin inflación y devaluación. Y los más 45, que estaban activos en los ’90, recuerdan que, con el tipo de cambio planchado, a muchas empresas no les fue bien. Entonces, aprender a obtener beneficios con estabilidad es gran un desafío”, advirtió.

La macro llega a la micro

Un efecto importante que trajo el nuevo escenario es el alto poder de compra de la hacienda. “Mientras en pesos estaba muy baja, en dólares lograba valores récord y, con eso, muchas empresas le buscaban la vuelta al negocio”, apuntó Ponti.

Algunas decidieron poner al día sus reservas para correr menos riesgos en adelante. “Venían de dos o tres años muy malos, se habían achicado en dólares y decidieron recomponer el stock”, indicó. Otras aprovecharon para comprar insumos. “Las relaciones de la hacienda contra el maíz, el concentrado proteico y los fertilizantes son muy favorables, la mayoría se ubica muy por encima de los últimos cinco años”, reveló.

De cualquier modo y atento a la regularización de las importaciones, el productor pensaba que los insumos no se iban a encarecer y se quedaba con la hacienda. “Ya no tenía esa seducción de las tasas, vendo, cobro pesos y los pongo en un plazo fijo o en un fondo común de inversión y hago más dinero que con el negocio productivo. Tampoco tenía urgencia por riesgos cambiarios ni devaluaciones bruscas”, sostuvo.

A partir de las lluvias de primavera, apareció el pasto y le dio una herramienta importante para poder esperar con las ventas. “El productor se empezó a empoderar y cambió el negocio. Con las subas de la hacienda de octubre, noviembre y la primera parte de diciembre, aguantarla pasó a ser interesante porque el costo del kilo producido se ubicó muy por debajo del precio de venta”, subrayó.

Una señal fuerte, que llegó de la mano de la libertad para exportar, es que en el Mercado de Cañuelas vale lo mismo un novillo pesado que un novillito liviano. “Antes, los kilos extras que querías darle a tu animal no estaban premiados en precio. Si sumo kilos mi costo marginal es creciente y mi ingreso marginal es decreciente”, recordó.

En cambio, en los últimos meses, “si ya tenías una pasturas y la fertilizabas para sacarle más comida, te convenía porque los costos variables resultan baratos en función del precio de la hacienda”, resaltó Ponti, aludiendo a que, dentro de lo posible, se buscó mantenerla un poco más.

¿Por qué en lo posible? “En 2024, la amplia mayoría de las empresas no realizó ningún cambio estructural en sus planteos”, aseveró.

En tal sentido, con un engranaje que venía funcionando de cierta forma, que además aún estaba condicionado por la seca de los últimos tres años, ir vendiendo gradualmente fue una de las estrategias que utilizó el productor en el año de transición.

Hacia la descomoditización

“Está bueno destacar cómo cambió rápidamente la lógica del negocio: la visión general es sumar más kilos a campo”, planteó Ponti, argumentando que se entendió que a partir de ahora el partido se ganará, más que nada, tranqueras adentro.

En este 2025, si acompaña el clima se van a sembrar más pasturas y verdeos. “Eso es fundamental porque la recría pastoril es una de las formas de ganar eficiencia. El costo por kilo producido es 50% menor que a corral”, afirmó.

La recría más intensiva, también puede ser una opción. “En los grupos, de hecho, hay productores que optaron por encerrar sus terneros porque el modelo pastoril es riesgoso. Entienden, que si no tenés una ganancia diaria de peso aceptable, el negocio no cierra. A corral, es más caro, pero les da certeza”, aseguró.

En concreto, el resultado económico empieza a ser empresa a empresa, la ganadería se descomoditiza, habrá productores que les irá muy bien y otros que les irá muy mal, en la misma zona, con la misma actividad.

“El año pasado, por ejemplo, decíamos al feedlotero le va mal. Pero la realidad es que, si engorda para consumo, ya no alcanza con comprar ternero y maíz, y vender novillito. Ahora, más allá de la eficiencia en los procesos, hay que contar con alguna ventaja, sea, tu propia producción de grano o tener cerca algún subproducto, como burlanda, que te permita bajar el costo del kilo producido”, consideró.

Y otra cosa fundamental es diferenciarse en el mercado y superar los precios promedios. “Si entiendo que mi hacienda es de alta calidad, tengo que salir de mi metro cuadrado y conseguir los canales comerciales para hacerla valer. Algunos ya lo hacen y abastecen un restaurante o carnicería de nicho que les paga el precio máximo”, afirmó. Y, en esa línea, destacó la llegada de la trazabilidad individual: “hace años que no se tomaban medidas a favor de la calidad”.

En las empresas mixtas, además hay que repensar los planteos, incorporar el riesgo agrícola que, con su ciclo corto, aprovechaba mejor las tasas hiper subsidiadas y las devaluaciones. “Eso quedó atrás y el riesgo de la ganadería, que estaba muy castigada por costos financieros y cierres de mercado, bajó considerablemente. Entonces, la rotación con hacienda ya no será solo una ventaja fiscal, como se la veía hasta ahora, sino una estrategia para darle sostenibilidad al negocio”, subrayó.

Pero también hay que considerar amenazas para la ganadería como la quita de derechos de exportación a los granos. “Hoy tenemos un maíz, de alguna forma, subsidiado por el 12% de retenciones. Si se eliminan impactaría, por ejemplo, en esos campos de aptitud agrícola que hoy recrían sobre pasturas”, diagnosticó Ponti. Y anticipó: “los que puedan ampliarse a zonas alejadas de los puertos, donde además pueden aprovechar los granos, con fletes encarecidos por el sinceramiento de los combustibles, quedarán bien posicionados”

En síntesis, el primer año del Gobierno fue de transición, de espera activa, para ver si este cambio macroeconómico realmente funciona. “Ahora, en 2025, hay señales claras del mercado, el productor recupera protagonismo y puede empezar a actuar tranqueras adentro. Vamos a una ganadería de eficiencia, el camino es seguir bajando el costo del kilo producido y comenzar a incorporar la calidad en el resultado de la empresa”, finalizó.

Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne