Según un reciente reporte de la Bolsa de Comercio de Rosario, la intensidad de "La Niña" ha vuelto a decrecer, lo que ha llevado a hablar de un fenómeno más débil y de corta duración. Alfredo Elorriaga, consultor en el área, destacó que la última actualización de la NOAA y las proyecciones del IRI muestran una "Niña" débil que podría extenderse hasta marzo de 2025, con una probabilidad del 60%. Esto representa un alivio para el sector agrícola, ya que la menor intensidad del fenómeno disminuye la posibilidad de impactos negativos, como la escasez de agua durante el verano.

Durante octubre, la región central del país recibió lluvias importantes que mejoraron la situación hídrica antes de la influencia de "La Niña", que se espera se haga sentir más a partir de diciembre. "Hemos tenido suerte de que la neutralidad se haya mantenido por más tiempo, permitiendo que las lluvias en octubre hayan sido abundantes", explicó Elorriaga. Sin embargo, enfatizó que las precipitaciones observadas en las últimas semanas fueron disruptivas y difíciles de replicar en el corto plazo.

demora en el inicio de "La Niña" y la atenuación de su intensidad. A pesar de este panorama alentador, la temporada estival presenta ciertos desafíos, como el calentamiento anómalo de los océanos, especialmente el Atlántico, que añade incertidumbre a las previsiones. "Aunque una Niña débil en principio favorece mejores lluvias, el sistema atmosférico está muy perturbado y hay factores que complican la certeza de los pronósticos", sostuvo Elorriaga, subrayando la necesidad de mantener la vigilancia sobre estas variables.

El informe también advierte sobre la llegada de un frente frío que podría generar lluvias este fin de semana, desplazándose desde el suroeste hacia el noreste de la región pampeana. Se esperan acumulados significativos en áreas de mayor humedad, cubriendo Buenos Aires y el centro del país, aunque las probabilidades disminuyen hacia el norte de Santa Fe y el sureste bonaerense.

La combinación de una "Niña" débil y la variabilidad de los factores oceánicos deja al sector agropecuario en un estado de cautela, con expectativas de un verano menos adverso, pero atento a posibles cambios en el comportamiento climático.