Por la devaluación y por la necesidad de cerrar en forma
simultánea los desequilibrios externo y fiscal, pueden encontrarse analogías
entre el 2019 y lo que puede esperarse para 2024, aunque una inflación mensual
que en el presente multiplica por 6 ó 7 la tasa mensual de 2019, hace más
inestable e impredecible el escenario del corriente año.
Existen incógnitas a nivel gobernabilidad y la suerte que
corran en el Congreso y en el plano judicial el DNU y el Proyecto de Ley
Ómnibus, pero también debe monitorearse el ritmo al que pueda moderarse la
inflación de aquí a abril, ya que esta variable es clave tanto en términos de
competitividad de exportaciones como de "la calle", es decir, el
grado de conflictividad social que pueda experimentarse.
El dato positivo de una recuperación de reservas del Banco
Central, con compras netas de divisas por 3,8 mil millones de dólares desde el
cambio de gobierno, puede estar reflejando un cambio de portafolio (temporal)
pero también un incipiente movimiento hacia terreno positivo de la cuenta
corriente del balance de pagos, siendo que en 11 meses hasta noviembre
contabilizaba un déficit de 6,5 mil millones de dólares en concepto de caja
(posiblemente 10,0 mil millones adicionales en el devengado).
En ausencia de flujos de capitales significativos, que el
Central logre sostener el ritmo de acumulación de reservas será por reflejo de
mayor ahorro y/o menor gasto al interior de la economía, un escenario en el que
las presiones inflacionarias pueden encontrar más contención.
Sin embargo, el superávit de la cuenta corriente del balance
de pagos (espejo de la relación ahorro/inversión) es una variable
extremadamente sensible a la evolución del tipo de cambio real.