Después, están los que, comercialmente hablando, desaparecen, llegan a una zona, realizan varias operaciones y de repente nadie más los ve, solo quedan las consecuencias, los lamentos y las pérdidas.

Lo que resulta intolerable, es que quienes pertenecen o han pertenecido al segundo grupo, a los incumplidores, a los sin palabra, a los que se esconden o desaparecen o mudan de zona, se reciclen o intentan reciclarse en la función pública.

El campo detesta a estos oportunistas, que, tras un pasado oscuro, pretenden mimetizarse en un Gobierno nuevo, resulta sencillo saber quién es quién, a la hora de elegir futuros funcionarios públicos, en el campo, decimos, "somos pocos y nos conocemos mucho".

Hartos de corruptelas, chocolates y yates de lujo, esperamos con ansiedad, que quienes asuman responsabilidades de Gobierno, sean elegidos por la simbiosis de su preparación técnica y las conductas personales de su pasado, solo así, se podrá mantener la esperanza en un cambio surgido desde la política y que redunde en una nueva relación entre el Estado y los particulares.

Funcionarios probos, para una nueva Argentina productiva.

Fuente: Confederaciones Rurales Argentinas