El escenario inicial refleja una tendencia negativa en términos de área a implantar para el cultivo de girasol. Esta situación se debe principalmente a una relación insumo-producto desfavorable, ocasionada por la baja de los precios de la oleaginosa. Además, la perspectiva climática de un año con mayores precipitaciones durante primavera-verano llevaría a los productores a optar por otros cultivos de gruesa.
Sin embargo, es importante destacar que en el núcleo girasolero del norte existe una preocupación adicional debido a la escasa humedad de los perfiles del suelo, lo cual podría afectar la siembra del girasol en esa región. Frente a este panorama se proyecta una superficie total destinada al girasol de 1.950.000 hectáreas para la nueva campaña, sujeta a la evolución del contexto económico y a la ocurrencia de precipitaciones durante la ventana de siembra. En términos relativos, la actual proyección refleja una disminución interanual del área sembrada del 11% (es decir, unas 250.000 hectáreas por debajo al ciclo previo) y un incremento del 11% en comparación al promedio del último quinquenio.
ESTIMACIÓN DE ÁREA
La información obtenida en el relevamiento de Pre-Siembra presenta una clara intención de baja en el área destinada a girasol, dado la desfavorable relación insumo-producto. Sin embargo, y al igual que durante las dos últimas temporadas, el cumplimiento de esta intención de superficie a implantar quedará principalmente ligada a la evolución de las precipitaciones y de las variables de mercado antes y durante la ventana de siembra.
Según la figura 2, la ventana de siembra en los núcleos girasoleros del centro y norte del área agrícola (región NEA y Centro-Norte de Santa Fe) se desarrolla entre la segunda quincena de julio y la primera quincena de septiembre. El escenario actual presenta una baja reserva hídrica en el perfil y un bajo contenido de humedad en el estrato superficial (Figura 3). Por lo tanto, la siembra actual dependerá exclusivamente de la ocurrencia de lluvias que acondicionen los primeros centímetros del suelo, al menos como para asegurar la emergencia en una primera instancia. Se requerirán, en ese caso, eventos moderados a abundantes que acompañen el crecimiento del cultivo y las posteriores etapas de definición de rendimiento.
Por otro lado, en el centro del área agrícola donde se están realizando los barbechos previos a la siembra de la oleaginosa, los niveles de humedad son heterogéneos. Hacia el oeste, en las provincias de Córdoba y San Luis, aún se relevan sectores con niveles hídricos regulares por lo cual son necesarias lluvias durante el invierno para asegurar la correcta implantación de los cuadros presupuestados para la campaña 2023/24.
Finalmente, sobre la franja sur de la región productiva nacional, las reservas hídricas de este núcleo girasolero se encuentran en niveles óptimos, reportándose incluso algunos excesos en el Sudeste de Buenos Aires. Aunque aún estamos a varios meses del inicio de la ventana de siembra ideal en este sector del país, ya se registra una merma en la intensión de siembra con respecto a la campaña previa. La ventana de siembra promedio para esta región se ubica entre la segunda quincena de octubre y la primera quincena del mes de diciembre.
ESCENARIO CLIMÁTICO
El inicio del otoño estuvo marcado por una paulatina recuperación de las reservas hídricas a lo largo del área agrícola nacional. Esta recuperación registrada es espacialmente heterogénea ya que encontramos zonas como el oeste del área agrícola con niveles de humedad por debajo de los óptimos y hacia el este del país situaciones de excesos hídricos puntuales. Esta variabilidad en las condiciones de humedad provoca también que las lluvias necesarias para iniciar la siembra de la oleaginosa y abastecer la demanda del cultivo en las primeras etapas fenológicas, sean diferentes en cada zona PAS.
Nuestro último informe agroclimático estacional, menciona que la anomalía de lluvias se mantendrá en valores superiores a los valores normales en el norte del área agrícola nacional. Este fenómeno coincidiría con la ventana de siembra ideal del núcleo girasolero representado por las zonas NEA y Centro-Norte de Santa Fe. En el centro este del país, las lluvias tendrían registros cercanos a los normales, por lo cual serán necesarias nuevas precipitaciones en la primavera para asegurar una humedad óptima en los primeros centímetros del suelo. Por otro lado, las temperaturas mantendrán un promedio por encima de lo normal, pero con intensas rachas de frío causadas por cortas pero vigorosas irrupciones de los vientos polares, aunque sin llegar a los rigores experimentados en las campañas previas.
Ya hacia la primavera, el régimen térmico será más moderado que en las temporadas anteriores, con menor riesgo, tanto de heladas tardías, como de calores tempranos. Las anomalías positivas de lluvias se concentrarían en el sur del área agrícola, coincidiendo con la ventana de siembra de núcleo girasolero del sur. En cambio, en las provincias de Córdoba y Santa Fe, las precipitaciones podrían estar por debajo de los valores normales provocando situaciones más ajustadas de humedad en los perfiles.
Por otro lado, para el trimestre del verano 2024 se esperan lluvias por sobre los valores normales en el norte y parte del centro del área agrícola mientras los cuadros de la oleaginosa transitarán el final de su ciclo fenológico. En paralelo, en el núcleo girasolero del sur, las precipitaciones podrían estar algo por debajo de los registros normales para la época. En cuanto al régimen térmico, este será poco perturbado, observando registros cercanos a lo normal con menor frecuencia e intensidad en los episodios de calor.
En función de las perspectivas climáticas para la campaña 23/24 de girasol, podemos mencionar al menos dos escenarios contrastantes. Por un lado, hacia el este del país, las lluvias podrían apuntalar los cuadros de la oleaginosa durante todo su ciclo. En cambio, el oeste del área agrícola, las precipitaciones podrían ser un factor limitante para el normal crecimiento de los lotes.
ESCENARIO ECONÓMICO
Con el propósito de analizar los incentivos económicos que tendrán los productores en la próxima campaña agrícola 23/24 para el cultivo de girasol, es esencial considerar múltiples variables que conforman el escenario. Entre estas variables se incluyen los precios de mercado, los costos de producción y finalmente la relación entre ambos para determinar los incentivos finales recibidos por el productor. Se trata de un contexto de incertidumbre donde, a nivel internacional, concluyó el Acuerdo de Granos del Mar Negro y, a nivel local, nos encontramos con un año electoral en medio de una situación económica compleja.
Para iniciar el análisis, es importante destacar la evolución de los precios internacionales de los aceites vegetales, los cuales experimentaron un retroceso significativo en el último año debido a diversos factores, luego de que a mediados del 2022 se corte la tendencia alcista que venía arrastrándose desde 2020. Uno de los elementos clave fue el restablecimiento de las cadenas de suministro en la región del Mar Negro, con la firma del Acuerdo de Estambul en julio del año pasado en un contexto donde la oferta global mejoraba. Este acuerdo permitió a Ucrania extraer sus productos agrícolas a través de los puertos del Mar Negro y promovió levantar ciertas sanciones que obstaculizaban las exportaciones de Rusia. Cabe mencionar que Rusia y Ucrania son responsables de más del 50% de la oferta de girasol y más del 70% de la oferta de aceite de girasol a nivel mundial.
La implementación de este acuerdo tuvo como consecuencia directa un flujo masivo de los stocks retenidos en Ucrania, lo que resultó en una oferta significativa en el mercado. Este exceso de oferta provocó significativos descuentos en los precios de exportación de la región, lo que a su vez afectó los precios mundiales de los aceites vegetales, incluyendo el aceite de girasol. Se observaron caídas superiores al 40% en los precios de todos los aceites en comparación con junio del año pasado, mientras que la soja y el maíz experimentaron caídas del orden del 20%. Luego, fueron importantes el levantamiento de las restricciones de exportación que imponían países clave, como Indonesia, en las exportaciones de aceite de palma en Asia el año pasado.
La incertidumbre sobre el futuro del acuerdo, que expiró el pasado 17 de julio y la posterior salida de Rusia de este, ha creado un escenario en el cual el tránsito y la comercialización de los productos agrícolas transportados desde los puertos del Mar Negro han experimentado una reducción significativa en los últimos meses, llegando a su fin el día lunes pasado.
La forma en que Ucrania encontrará una solución para exportar sus granos genera expectativas en los mercados de commodities. A pesar de las inversiones realizadas en los puertos del Río Danubio y otras alternativas como los trenes y los camiones, el costo de exportar a través de estas vías es más elevado. Por lo que la resolución de la incertidumbre en torno al acuerdo y los posibles cambios en las rutas de exportación de Ucrania tendrán un impacto directo en los precios y la disponibilidad de los productos, lo que influirá en la toma de decisiones de los agricultores con relación a su producción de girasol.
Esto se da en un contexto donde se anticipa que Ucrania realizará una transición de gramíneas a oleaginosas en la próxima campaña agrícola 2023/24, lo que se traducirá en un aumento del área de cultivo de girasol. No obstante, el último informe del USDA revela que se espera un modesto crecimiento del 1,6% en la producción de girasol en Ucrania, en contraste con el pronóstico anterior que preveía un crecimiento del 5,4%. Por su parte, Rusia y la Unión Europea, también actores destacados en la producción de girasol, se proyecta que incrementarán su producción en un 1,5% y 23,8%, respectivamente. Estos datos indican un aumento global del 3,1% en la producción mundial de girasol. Sin embargo, el procesamiento de las semillas solo experimentará un incremento del 1%, mientras que se pronostica una disminución del 22% en las exportaciones debido a las expectativas de menores envíos de semillas desde Ucrania.
En este contexto, se proyecta que la producción mundial de los principales aceites vegetales experimente un crecimiento del 2,96% en comparación con la campaña anterior. Asimismo, se espera que el consumo siga la misma tendencia aumentando en un 3,52%. En este sentido, será importante el comportamiento de las importaciones de China, que durante el año pasado estuvo envuelto en una política de confinamientos producto del COVID-19. En el nuevo ciclo agrícola 23/24, se anticipa que la relación stock/consumo de los principales aceites disminuya de 15% a 14,6%, aunque aún se mantendría un punto porcentual por encima del promedio de los últimos 23 ciclos agrícolas. En cuanto al aceite de girasol específicamente, se prevé una disminución en su proporción del 14,9% al 14,1%. Con relación al último mes los precios de los aceites tuvieron una cierta recuperación. Sin embargo, el curso del conflicto y el futuro del acuerdo terminado tendrán un papel determinante en la dirección futura de los precios de los commodities.
Por otro lado, respecto a otros factores, se espera que el fenómeno de El Niño, que se caracteriza por condiciones de sequía en la región asiática, tenga un impacto negativo en la producción de aceite de palma en Asia, lo que podría imponer una presión positiva sobre los precios de los aceites en los próximos meses. Ante este escenario, el precio FOB Bolsa de Cereales del aceite de girasol se sitúa alrededor de 890 USD/tonelada. Esto representa una disminución significativa en comparación con los precios del año pasado, que alcanzaban los 1.534 USD/tonelada. En otras palabras, los precios actuales están aproximadamente 644 USD/tonelada o un 42% por debajo de los niveles del año anterior. Además, comparado con el promedio histórico de las últimas 5 campañas, los precios están aproximadamente un 10% por debajo. Adicionalmente, las posiciones más lejanas de marzo y julio de 2024 se encuentran entre 32 USD/Tn y 47 USD/Tn por debajo de los precios actuales.
Con respecto a los precios de los principales insumos, se observa una disminución para la campaña 2023/24 a excepción de los herbicidas, que respecto al año pasado se mantienen un 15% por encima. Mientras que, tras eventos inesperados que llevaron a los mercados globales de fertilizantes a valores máximos, la oferta y la demanda se normalizan gracias a la recomposición de las cadenas de suministros en Asia y el Mar Negro. Ante esto, vienen acumulando una baja de 36% y 31% respecto a julio del año pasado, cifras menores a las registradas para el girasol, que acumula una reducción del 50%.
Debido a la significativa caída en los precios del girasol, la relación insumo-producto ha empeorado considerablemente para todos los insumos de producción. Específicamente, en el caso del combustible, hubo una desmejora del 41% en comparación con la campaña anterior. Si lo comparamos con el promedio de las últimas 5 campañas, el deterioro es del 19%.
En cuanto a las semillas, el empeoramiento es aún más pronunciado, con un casi 100% de deterioro con relación a la campaña pasada. Por otro lado, los fertilizantes también muestran una relación insumoproducto desfavorable, con un deterioro del 25% en comparación con la campaña previa y del 48% con relación al promedio de las últimas 5 campañas. Estos datos indican que los costos de los insumos necesarios para la producción de girasol han disminuido en menor medida que los precios de la oleaginosa, lo que afecta negativamente a los agricultores y a la rentabilidad de la actividad.
Además, comparando con la evolución de precios y costos de la soja y el maíz, competidores del girasol, se observa una ventaja relativa de los primeros en las relaciones insumo-producto. Esta mejora se debe a que los costos han experimentado una baja más pronunciada en comparación con los precios.
En resumen, hasta el momento se ha observado un empeoramiento en las relaciones insumoproducto para el cultivo de girasol, lo que podría resultar en una menor rentabilidad para los productores y su inclinación a optar por otros cultivos más favorables. Sin embargo, es importante destacar que la situación puede ser dinámica, ya que el fin del acuerdo del Mar Negro podría generar cambios significativos en los precios y condiciones del mercado. Por lo tanto, es fundamental seguir de cerca cualquier desarrollo relacionado con el acuerdo, ya que podría tener un impacto directo en los precios y las oportunidades económicas para los productores.
CAMPAÑA 2022/23: EL ÁREA DE GIRASOL ALCANZÓ 2,2 MHA
Luego de realizar la primera estimación de área para la campaña 2022/23 en septiembre de 2022 durante nuestro Lanzamiento de Campaña Gruesa, se observaron cambios significativos en las variables clave que influyen en la elección del cultivo. Estos cambios, que se produjeron durante la ventana de siembra, tuvieron un impacto en la superficie finalmente destinada al cultivo de la oleaginosa. Podemos agrupar estos cambios en dos categorías: disponibilidad de semillas y densidad de siembra.
En primer lugar, a través de relevamiento ReTAA, se ha verificado que los productores han optado por disminuir la densidad de siembra en comparación con campañas anteriores. Para la campaña agrícola 22/23 la densidad promedio a nivel nacional fue de 47000 plantas/ha, un 8% menor que la campaña previa. Esta estrategia les ha permitido utilizar la misma cantidad de semillas para sembrar una mayor extensión de hectáreas. Por otro lado, se ha verificado una mejora en la disponibilidad de semillas en comparación con el inicio del ciclo. Las limitaciones iniciales que se presentaban en el suministro de semillas se han superado, lo que ha permitido a los productores contar con una mayor cantidad de semillas para la siembra.
Este incremento en la disponibilidad de semillas ha sido un factor determinante para el aumento de la superficie cultivada. Estos cambios en la estrategia de densidad de siembra, combinados con la mejora en la disponibilidad de semillas, han impulsado el incremento en la superficie destinada al cultivo de girasol. En consecuencia, la superficie finalmente destinada a girasol en la campaña 2022/23 se estima en 2.200.000 hectáreas. Este nuevo escenario tiene un impacto en nuestra proyección de producción, por lo cual se estima un volumen de 4,3 MTn a nivel nacional para el ciclo 2022/23.
En términos relativos, la nueva estimación de superficie refleja una expansión interanual del área sembrada del 29 % (es decir, unas 500.000 hectáreas por encima al ciclo previo), y se sitúa un 32 % por encima al promedio del último quinquenio.
Fuente: Bolsa de Cereales de Buenos Aires