En un contexto mundial en el que la producción de alimentos está cada vez más afectada por el cambio del clima, los avances tecnológicos innovadores se vuelven una prioridad de cara a lograr una producción más eficiente, certera y previsora. En este contexto, el INTA lidera el avance de la agrobiotecnología en el país mediante el desarrollo de múltiples productos agropecuarios. En el marco del 9° Congreso Nacional e Internacional de Agrobiotecnología, Propiedad Intelectual y Políticas Públicas, expertos del INTA analizan el aporte de esta herramienta a la agricultura del futuro.
El congreso es organizado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, el Instituto Nacional de Semillas (INASE), la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) y el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires y se realiza el 3 y 4 de mayo en Azul -Buenos Aires-.
“La edición génica es una de las herramientas que permiten trabajar en el mejoramiento de cultivos para que puedan adaptarse al cambio climático”, señaló Sergio Feingold, director del Laboratorio de Agrobiotecnología del INTA, quien resaltó que también es una herramienta que permite el agregado de valor, “que es otro aspecto que se evalúa para despegar de la producción primaria”.
“La biotecnología no se reduce, ni se agota, en la generación de un organismo genéticamente modificado con resistencia a un herbicida”, señaló Feingold quien aseguró que “la edición génica permite una aproximación más racional a otros desarrollos que no necesariamente tienen que ver con la modificación genética de un cultivo”.
“Es un área de la ciencia que se apoya en los conocimientos existentes del mejoramiento convencional y la función de los genes”, subrayó Feingold y ejemplificó: “En la actualidad, la estamos aplicando al cultivo de papa para mejorar la calidad nutricional, la resistencia a golpes y mantener la mejor calidad posible durante el almacenamiento; esto generará beneficios para los productores, la industria y los consumidores al mantener una calidad homogénea y constante durante todo el año. Un aspecto que, sin dudas, permitirá un agregado de valor a la producción, junto con un aumento en la calidad nutricional del producto y una disminución del descarte de alimentos”.
Asimismo, se está trabajando en el desarrollo de cultivos, como alfalfa y lechuga, con resistencia a la sequía y mayor productividad, lo que mejorará la calidad de los cultivos y permitirá aumentar el aprovechamiento del cultivo para alimentación animal o humana.
La edición génica se presenta como una revolución que promete transformar la investigación en tecnologías agroindustriales. “Las capacidades científicas que existen hoy instaladas en el país son muy valiosas, son de alto profesionalismo y nos permiten estar a la vanguardia”, aseguró Feingold.
De acuerdo con la FAO, “la biotecnología incluye una amplia gama de tecnologías aplicadas a la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca y acuicultura y la agroindustria que se utilizan para diversos fines, como el mejoramiento genético de plantas y animales para aumentar sus rendimientos o eficiencia; caracterización y conservación de los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura; diagnóstico de enfermedades de plantas y animales, desarrollo de vacunas o la producción de alimentos fermentados”.
En este sentido, Horacio Berger -director del Centro Regional Buenos Aires Sur del INTA- puso en valor el rol del instituto como un organismo público dedicado a la investigación científica y desarrollo de la tecnología aplicada al campo agropecuario y agroindustrial. “La Argentina cuenta con una tradición científica de excelencia y eso es gracias al desarrollo de las capacidades públicas y privadas que darán un salto importante en la medida que se profundicen las articulaciones, donde el INTA puede contribuir en dicho proceso”, destacó.
“La biotecnología es una línea de trabajo estratégica en el sentido que sus aportes a los sistemas de producción pueden significar cambios tan trascendentes que derivan incluso en el cambio de paradigmas, de los modelos de producción y desarrollo territorial”, explicó Berger quien señaló que “por esto es uno de los temas priorizados en el Centro Regional Buenos Aires Sur debido a que puede aportar respuestas a temas, como por ejemplo, la disponibilidad de nutrientes para los cultivos o la contribución a sistemas más sostenibles reduciendo el uso de insumos”.
En las diferentes unidades del Centro Regional Buenos Aires Sur hay equipos de biotecnología que trabajan en malezas, mejoramiento de cultivos y en producción animal con un enfoque multidisciplinario y sistémico para fortalecer los sistemas de producción y hacerlos más sostenibles. “En el caso de malezas, en la Chacra Integrada Barrow, estudian los genes de esas plantas para ayudar a diseñar un manejo integral, un manejo sistémico de las malezas en los sistemas de producción, hacer un uso más eficiente de insumos y reducir el impacto sobre el ambiente”, ejemplificó Berger y agregó: “En Bordenave, tenemos el programa de mejoramiento genético de cereales y trabajan en la identificación de características o zonas genómicas en trigo y en cebada, que ayudan a trabajar sobre lo que es el estrés hídrico y el fotoperiodo”.
Por último, Berger destacó el rol de la biotecnología debido a que es una herramienta de investigación muy fuerte que puede hacer aportes disruptivos. “Pasar de un desarrollo científico a una innovación en una tecnología en el territorio, nos permite transformar la inversión en un impacto concreto”.