SIN LLUVIAS, SIN OPCIONES
A esta altura de la campaña, la falta de precipitaciones en vastas regiones productivas del país ya ha puesto contra las cuerdas a la producción de la fina y complejiza el almanaque para las siembras del maíz temprano. Dadas las circunstancias, posiblemente sea muy extendido el cambio hacia implantaciones tardías, o incluso el aumento del área destinada a soja. Esto aún entra en el terreno de la especulación y en todo caso, tiene cierto margen de maniobra en el manejo hasta el mes de noviembre, momento en que se generaliza la siembra de soja de primera. Los que es más certero es el impacto negativo para la fina, algo que ya comentamos en el informe de la semana pasada.
Las razones por las cuales la situación no da lugar al optimismo residen principalmente en la alta demanda pluvial y en la pobre oferta de agua que siguen mostrando los pronósticos para la primera quincena de octubre. Veamos el mapa de lluvias necesarias para las próximas dos semanas si se pretende recomponer la disponibilidad hídrica de una pastura a niveles adecuados.
Este mapa ya lo hemos presentado en múltiples ocasiones y el principal objetivo del mismo es poner un marco de posibilidades a la salida de situaciones negativas persistentes, sobre todo en coyunturas como estas. Es lógico establecer que la realidad a campo puede diferenciarse de la estimación que presenta el mapa, sin embargo, este ejercicio permite dirimir que zonas pueden tener una expectativa razonable de recuperación en el mediano plazo.
De alguna manera el mapa cuantifica la crisis de la situación pluvial prácticamente en toda la región pampeana. Sobre el este se ve una leve disminución sobre la demanda de lluvias, pero incluso pedir entre sesenta y ochenta milímetros en las dos primeras semanas de octubre, sería casi como pedir el comportamiento ideal, estadístico de las precipitaciones.
Por estos días, las lluvias reaparecerán a gran escala, pero las mismas repetirían el comportamiento modesto que caracterizaron a todo el mes de septiembre, en la mayor parte de las zonas agrícolas del país. No merece demasiado la pena extender el análisis hacia las zonas donde la demanda crece. Es decir estamos ante una situación que requiere de un cambio que, el corto y mediano plazo, solo propone correcciones menores y que no será suficiente para cortar la sequía.
Dado que este análisis solo se vería moderado por un evento pluvial disruptivo de gran escala y fuera de pronóstico, será difícil que la segunda quincena del mes de octubre encuentre perfiles recargados como para que las siembras logren un ritmo parejo y sobre todo libre de riesgos. En esta campaña la ayuda desde las napas también parece inviable, con lo cual estamos ante un escenario de extrema complejidad para el manejo agronómico.
En muchos casos el panorama actual remite a la campaña 08/09, también dominada por un evento La Niña que se había comenzado a manifestar a finales de 2007. Quizá los manejos de aquella época permitan encontrar algunas respuestas o evitar cometer errores con fuerte impacto económico. Los indicadores de gran escala no son positivos hasta el mes de diciembre. Como venimos diciendo hace ya varios meses, esta primavera solo contará con el seguimiento de corto y mediano plazo para la toma de algunas decisiones, sabiendo que en el recorrido completo del próximo trimestre, será improbable alcanzar valores normales de precipitación.