A partir de allí, al ir recuperándose la actividad, se da un leve descenso de la pobreza en 2021 y la primera parte de 2022, pero los niveles siguen permaneciendo altos. Es previsible que por la aceleración de la elevada inflación, en el segundo semestre del año volverá a rondar en valores cercanos al 40%. Que la pobreza ronde entre un cuarto y la mitad de la población, con incidencia mucho más alta entre los niños, es una manifestación extrema de la decadencia que sufre la Argentina.
¿Por qué la pobreza es tan alta?
Entre un 25% y un 30% de la población sufre pobreza estructural. Es decir, un segmento de la población que padece exclusión extrema. No sólo en el mercado laboral, sino también en la salud, la educación y la vivienda. Esta es la pobreza más difícil de atacar y la que tiende a reproducirse entre generaciones.
El resto puede denominarse pobreza coyuntural, y está ligada fuertemente a lo que pasa en la economía y especialmente en el mercado de trabajo. Es la que explica los picos de pobreza de los últimos años. La devaluación de 2018 volvió a traer altos niveles de inflación, que erosionaron ingresos impactando sobre el índice de pobreza. El confinamiento de 2020 dejó a gran parte de la población, sobre todo los informales, sin ingresos, lo cual llevó a valores record de pobreza. Y el proceso inflacionario actual nuevamente está erosionando ingresos –con más intensidad a los informales- incrementando la cantidad de hogares que no llegan a la línea de pobreza.
¿Cuál es la salida?
El paso fundamental es el ordenamiento integral del sector público.
Por un lado, porque sólo con equilibrio fiscal y mayor calidad de gestión pública se pueden generar las condiciones para avanzar de manera genuina y sostenida en el objetivo de movilizar la creación de empleos de calidad. Estabilidad macroeconómica, impuestos menos distorsivos, mejoras en la infraestructura, buenas regulaciones son los factores que permitirán dinamizar el empleo de manera que sea un componente central en una estrategia de disminución de la pobreza.
Por otro lado, además de un sector público financiera y gerencialmente más sólido para abordar las soluciones al problema de la pobreza estructural, entre otros grandes desafío se incluye mejorar la gestión de los sistemas públicos de salud, educación, vivienda y protección social. Para ello, el ordenamiento funcional que clarifique los roles y responsabilices de cada nivel de gobierno- nacional provincial y municipal- en la provisión de los servicios sociales es fundamental.
Fuente: Idesa