BUEN ARRANQUE
El comportamiento de las precipitaciones de otoño, resulta un indicador muy elocuente de lo que puede suceder con el área de la fina con potencial para pasar de la intención de siembra a la implantación efectiva. A diferencia del año pasado, donde todo el trimestre de otoño se caracterizó por la continuidad de las precipitaciones, el otoño de este año tuvo un arranque favorable, ya insinuado hacia finales de febrero, pero luego este buen comienzo se fue diluyendo, ya con lluvias que quedaron muy cortas en la segunda parte de abril, comportamiento que se fortaleció durante mayo. Recordamos que el mes pasado, solo tuvimos un evento que podría considerarse destacado y no todas las áreas aptas para la fina recibieron estas precipitaciones.
La comparación interanual de los otoños, nos permite encontrar un firme justificativo respecto de la retracción del área sembrada que se verá en esta temporada. Si bien, es cierto que el manejo agronómico de los lotes es muy influyente en la conservación de humedad, es muy difícil la situación cuando la merma de lluvias es tan marcada.
En la configuración de las anomalías que presentan los mapas, resulta muy evidente la diferencia interanual de los trimestres marzo-mayo. Siendo generosos en el análisis, podríamos decir que el centro sur de BA presenta condiciones relativamente comparables a las del año pasado, incluso algunas zonas del centro oeste bonaerense, padecen excesos hídricos. Sin embargo, lo que sobresale es la extendida escasez de precipitaciones que durante este período afectó a gran parte de CB y la franja norte de BA. El noroeste de BA y el sudeste de CB, tuvieron una segunda parte del verano y comienzo del otoño con lluvias por encima de los valores normales, con lo cual estas áreas deben disponer de agua en el perfil, posiblemente a la fecha, los problemas se concentren en superficie. En la provincia de ER, los totales del trimestre son más favorables, sobre el área triguera principal, no son normales, pero de todas maneras se dieron en esta provincia algunos eventos con mejor volumen y las siembra se podrán llevar adelante, con mayor grado de confianza. Sobre SF y el este cordobés, las situaciones son muy variadas, con tendencia a que las condiciones más secas se vuelvan definitivas a medida que nos movemos hacia el oeste. Tampoco las áreas aptas del norte de SF y sudoeste del NEA, cuentan con un nivel de humedad que pueda constituirse en garantía para transitar el invierno.
Para estas fechas del año pasado, la disponibilidad de humedad permitía proyectar el invierno con buenas reservas de humedad para el desarrollo vegetativo de los cultivos de invierno. A presente, éste no es el caso, no al menos en toda el área apta para la fina. El año pasado se ingresaba al invierno con un escenario neutral y luego sobrevino un septiembre húmedo, finalmente reapareció La Niña. Este año ingresamos al invierno con la continuidad del fenómeno La Niña y aun cuando no tenga un efecto potente en el comportamiento pluvial del invierno (naturalmente pobre en el oeste), ya jugará como un sesgo negativo presente en la salida a la primavera. Bajo este análisis, es razonable que las zonas aptas para la fina que no cuentan con la humedad adecuada en el perfil, resignen las siembras.
Viendo el recorrido del mes de junio, posiblemente no se presenten condiciones óptimas como para que se concreten lluvias durante el desarrollo de esta segunda quincena. El frente que paso por la región pampeana entre ayer y hoy fue improductivo, reinstalándose condiciones de estabilidad sin mayores interrupciones. Para este período no están previendo condiciones térmicas rigurosas, se pueden presentar jornadas frías, con heladas, pero por lo pronto no se perfila un nuevo ingreso de aire polar como el de los primeros días del mes. La gran chance de lograr recargas a nivel generalizado se daría en la última semana, algo que repite un poco lo sucedido en mayo, mes que presentó un solo evento pluvial significativo.
De validarse esta tendencia, las reservas se reforzarían oportunamente en todo el este y quizá definirían la última oportunidad de siembra sobre la zonas más complicadas del oeste, sin dejar de lado la condición de riesgo para transitar el invierno.