A partir de la década del noventa, con el ingreso del sintético la producción ovina comenzó a caer por la falta de competitividad, hecho que contrajo los stock ovinos sobre todo en Argentina y Uruguay. En Argentina cayó de unos 70.000.000 de ovinos a 14.000.000, mientras que en Uruguay de 24.000.000 de ovinos hoy solo cuenta con 6.300.000 cabezas.
Mientras tanto en cuanto a Brasil se estima un stock ovino actual de 20.000.000 de cabezas y en Paraguay el mismo estaría en el entorno de 1.000.000 de cabezas.
Es importante recordar que la lana, antes de la década del 90, llegaba a cotizar entre UD$ 5,0 y 6,0/kg (lanas finas), mientras las lanas gruesas y medias cotizaban entre UD$ 3,50 a 5,0/kg. El promedio por oveja rondaba los 4 kg, en el caso de Uruguay generalmente los campos naturales tenían una capacidad de cargar 3 ovinos por Há, es decir que en una Há se podía perfectamente producir 12 kg de lana que por 5 dólares, solo de lana ingresaba UD$ 60/há. A este ingreso se le debía sumar el del cordero, donde generalmente se producían 2,5 corderos/há, a lo que sumaba unos UD$ 25/cordero, es decir UD$ 62,5 más por há, totalizando un ingreso de UD$ 122,5 por ha, para dejar un ingreso neto de UD$ 90 a 100/ha. Cuando la há por esos años costaba entre UD$ 500 y UD$ 700 no cabía duda de la buena rentabilidad del ovino.
Lamentablemente la llegada del sintético destruyó la producción de lana a nivel mundial, países como Australia, Nueva Zelanda, Argentina y Uruguay fueron los más perjudicados.
En los últimos años, la carne ovina y sobre todo la lana han recuperado e incluso superado su valor con respecto a previo de la década del 90, esta realidad a generado el interés de aumentar el stock ovino en los países de la región y de esta manera sumar un producto más de alta calidad para el consumidor nacional y extranjero.
Es importante aclarar que el valor de la carne ovina exportada en países de la región es muy similar al de la carne bovina, mientras que en los mercados internos el valor varía de acuerdo a la oferta y demanda, casos como en Paraguay la carne ovina generalmente es más cara que la carne bovina, debido a la baja oferta, la que es superada por la demanda.
En los últimos años Uruguay a aumentado considerablemente las faenas y exportaciones de carne ovina, pero no así el stock ovino, por lo que va a tener que mantener índices productivos altos y de alguna manera bajar la faena de hembras para poder así sumar más vientres al rodeo y obtener mayor cantidad de corderos en los próximos años, para aumentar su stock.
Paraguay por otra parte está intentando hacer un relevamiento de toda su
producción ovina, para de esta manera oficializar los datos y poder planificar a
mediano y largo plazo, asesorar a los productores y realizar una mayor promoción
de la carne ovina, con el fín de generar confianza en el producto por parte del
consumidor.
Se han presentado lineanientos y trabajos para lograr oficializar la producción
ovina y se está a la espera que las autoridades oficiales autoricen llevarlas a
cabo.
Argentina por su parte comenzó paulatinamente a darle más importancia a la
producción ovina, intentando que sea un rubro con mayor participación entre la
producción de carne.
Los buenos valores actuales de la carne, empujados por el aumento de la demanda,
hace que en los últimos años aumente entre la ganadería ovina las razas
carniceras como Texel, Hampshire Down, entre otras.
Brasil por su parte es un importante consumidor de carne ovina, antes del fenómeno de China era quien adquiría más del 70% de la carne ovina exportada por Uruguay.
En resumen, la ganadería ovina regional tiene una gran oportunidad de crecer
en base a su potencial natural, a lo que se suman los buenos precios y una
demanda en aumento.
Es un hecho que el consumo de carne bovina cayó en los últimos 2 años y aumentó
el de carne de cerdo y pollo, determinado por un precio más acorde a los
ingresos de la población, razón que también podría beneficiar el aumento del
consumo de carne ovina.
Por Miguel González
Fuente: Agroinforme Mercosur