Sin embargo, notamos como se promueven campañas para desacreditar el sustantivo aporte de la tecnología y tratar de demostrar que los sistemas de producción son cada vez más peligrosos y el ambiente se ve cada vez más amenazado. Pero, la esperanza de vida sigue creciendo y las carencias alimentarias se han reducido drásticamente.
En la vida no hay situaciones de riesgo cero. Siempre estamos expuestos al peligro que nos presenta el uso de electricidad, del fuego, gas o inclusive de un automóvil, entre otros productos de uso diario, que son potencialmente peligrosos y cuyo riesgo disminuye según su modo de uso. Así, como están quienes conducen un automóvil irresponsablemente, también están quienes producen irresponsablemente. Es claro que, en uno y otro caso, lo que debe combatirse son las malas prácticas, y para ello hacen falta mejores controles por parte del Estado y una utilización razonable por parte de los usuarios. Es fundamental y prioritario continuar trabajando en la mejora y promoción de las Buenas Prácticas Agropecuarias en pos de una agroindustria sostenible, que cuide tanto a las personas como al ambiente.
El camino para un desarrollo sostenible, que permita al país salir de la pobreza y generar puestos de empleo, pasa por el diseño de políticas sustentables y eficaces, basadas en ciencia, que den certeza y competitividad a las distintas producciones y permitan incrementar las exportaciones agroindustriales con mayor valor agregado, generando más riqueza y trabajo de calidad en todo el territorio nacional.