El flujo de divisas se ha mantenido muy por arriba de los años previos durante todos los meses, con un octubre generando USD 3,0 mil millones, y mostrando un crecimiento del 48% respecto del mismo mes del año 2020
Todo indica que este notable y oportuno desempeño del sector, dadas las necesidades del país, se extenderá casi con seguridad por varios meses más, al menos hasta el ingreso de la nueva cosecha de granos gruesos (marzo 2022, cuando se disponga de la nueva producción, hoy en vías de desarrollo). Sucede que el ciclo 2021/22 de cultivos de invierno (trigo, cebada) viene muy bien en volúmenes (hay una buena probabilidad que se logre una producción récord) y el mercado mundial muestra por estos días precios un franco recorrido alcista justo en estos granos (no así en otros, por caso, soja o maíz)
Trabajando con un escenario de 13,5 millones de toneladas de exportaciones de trigo y 3,5 millones de toneladas de cebada (ciclo completo), suponiendo una distribución de envíos con la estacionalidad que puede inferirse a partir de las DJVE y utilizando distintas referencias de precios (tanto observados como futuros), se estima que estos dos cereales podrían estar generando exportaciones por USD 810 millones durante el mes de diciembre, USD 1.100 millones en el mes de enero 2022 de y USD 735 millones en el mes de febrero 2022. En estos próximos tres meses el flujo sólo de estos dos granos se aproximaría entonces a USD 2.645 millones, una cifra que más que duplica el ingreso de divisas generado en similar período del ciclo previo (dic20-feb-21, USD 1.130 millones) y en el ciclo comercial completo (12 meses, dic-21-nov22) la cifra podría llegar a los USD 4.940 millones (+52% ia.)
En los diez primeros meses el valor de las exportaciones de granos (cereales, semillas oleaginosas) y sus principales derivados industriales (aceites, harinas) se ubicó en USD 34,2 mil millones, una cifra que excede en USD 10,7 mil millones el ingreso generado durante el mismo período del 2020 (+46%) y que además se constituye en un nuevo récord histórico. Algo interesante es que el flujo de divisas se ha mantenido muy por arriba de años previos durante todos los meses, con un octubre generando USD 3,0 mil millones, un crecimiento del 48% respecto del mismo mes del año 2020.
A su vez, todo indica que el aporte del agro y la agroindustria a la generación de ingresos y divisas del país seguirá en niveles muy altos, al menos en los próximos meses, considerando que se vienen muy buenos volúmenes en los cultivos de invierno del nuevo ciclo (2021/2022) que saldrán al mercado con precios internacionales en niveles altos. Todo esto por supuesto en la medida que el gobierno no profundice la intervención sobre los mercados de exportación; en los últimos días han surgido rumores varios respecto de posibles subas de derechos de exportación o que se podría avanzar en la instrumentación de otro tipo de medidas que en la práctica terminan generando efectos similares a los de un impuesto, caso de los fideicomisos de exportación.1
A continuación, se realiza un recorrido por las variables principales que atañen a los cultivos de invierno, para finalizar con una estimación del ingreso de divisas que podría generar su exportación durante los próximos tres meses y todo el ciclo comercial 2021/22.
Respecto del área sembrada y la producción esperada
De acuerdo a las distintas fuentes de información disponibles (MAGyP, Bolsas de Cereales, USDA), se habrían implantado aproximadamente unos 8 millones de hectáreas con cereales de invierno en el ciclo agrícola 2021/2022, incluyendo en esta cuenta las tierras asignadas al trigo y la cebada.
Estos cultivos de invierno ya han completado prácticamente su ciclo productivo y están empezando a ser cosechados por estos días. Según el último relevamiento de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, se llevaba levantada el 17,6% del área triguera al día 18 de noviembre.
Los cultivos de invierno son importantes aportantes de divisas en los tres primeros meses del verano (diciembre, enero y febrero), un período en el que escasean las operaciones de exportación de los cultivos más fuertes del país (soja, maíz), que fuesen cosechados en el otoño previo, comercializados prácticamente en su totalidad, y en los que la cosecha nueva se encuentra recién en fases de implantación y/o desarrollo. Si bien en el año completo los cultivos de invierno no son tan relevantes como los otros granos, se hacen fuertes en los tres meses antes mencionados, en los que se concentra buena parte de su comercialización. En lo que respecta a los volúmenes que se esperan, y también considerando las estimaciones de las distintas instituciones que cuentan con ellas, los dos principales cultivos podrían estar generando casi 24,5 millones de toneladas, 20,0 millones el trigo y 4,5 millones la cebada. De confirmarse estos números, se estaría frente a la mayor cosecha de cereales de invierno, ligeramente superior al anterior récord de 24,4 millones de toneladas de la campaña 2018-2019.
En cuanto a los precios internacionales
En los últimos meses se ha producido una fuerte revalorización del trigo, consecuencia de un escenario poco frecuente, en el que varios países productores y exportadores de peso tienen problemas de producción en la misma campaña. Estados Unidos, Canadá, Kazajistán, Rusia, Australia, son, entre otros, los países exportadores que en este ciclo agrícola 2021/22 reducirán sus volúmenes, a consecuencia de menor disponibilidad de producto (problemas climáticos). La falta de oferta en el mercado ha hecho que los precios internacionales del trigo hayan subido entre un 15% y un 40% en los últimos 4 meses en las distintas plazas de referencia. En el caso de Argentina, en las primeras semanas de noviembre, el precio FOB del trigo se ubica por encima de los USD 300 / ton, una cifra que no se veía desde el año 2014.
Precios internacionales del trigo
¿Cuánto del trigo nuevo ya está vendido?
Con una producción de trigo estimada en 20,0 millones de toneladas y un consumo interno de entre 6,0 y 6,5 millones, los volúmenes que se pueden estar exportando en estos próximos meses se ubicarían entre los 13,5 y 14,0 millones de toneladas. Por su parte, en el caso de la cebada, los envíos podrían estar en el orden de los 3,3-3,5 millones de toneladas. Ahora bien, debe advertirse que una parte de estos volúmenes ya se encuentran vendidos por los productores al sector exportador (antes de disponer de los granos). Al 11 de noviembre los exportadores ya llevaban comprados 7,6 millones de toneladas de trigo y más de la mitad de este volumen había sido adquirido en operaciones realizadas antes de setiembre. A su vez, a mediados de noviembre, las Declaraciones Juradas por Venta al Exterior de trigo ascendían a 9,0 millones de toneladas (DJVE, MAGyP), y las de cebada a 1,9 millones de toneladas (1,6 millones de cebada forrajera y 0,3 millones de cebada cervecera).
La relevancia de lo anterior es que todas las operaciones “cerradas” meses atrás tendrán valores de exportación inferiores a los que se observan en el mercado en estos últimos días (y seguramente los que se observen en las próximas semanas). Es decir, una buena parte de la producción exportable (¿50%?) terminará siendo colocada a precios que no son tan altos como los que podrían lograrse actualmente. Debe recordarse que en junio o julio de este año los precios FOB futuro del trigo (mercadería con entrega diciembre 2021) se ubicaban en un rango de USD 245-255 / ton, en agosto y setiembre en un rango de USD 260-270 / ton y en octubre en USD 280 / ton, en todos los casos, valores bastante por debajo de los más de USD 300 / ton que se pagan actualmente. Esto último es importante a la hora de dimensionar el potencial ingreso de divisas de próximos meses.
El ingreso de divisas de los cultivos de invierno
En cuanto a este ingreso de divisas asociado a los cultivos de invierno, lo primero para decir es que se encuentra muy concentrado en los meses de diciembre, enero y febrero (50% del total del ciclo comercial). En los últimos cinco años, las exportaciones de trigo y cebada generaron en promedio de USD 448 millones en diciembre, USD 617 millones en enero y USD 428 millones en febrero. En otros meses del año los valores se ubican por debajo de los USD 200 millones (de junio a noviembre).
Los promedios antes referidos esconden divergencias importantes, por caso, en algunos eneros se observan picos cercanos a los USD 800 millones (2019, 2020) pero en otros valores de USD 500 millones o menos (2017, 2018, 2021).
En términos de las exportaciones totales del país, estas operaciones alcanzan su máxima relevancia en enero, aportando el 13,3% de las divisas (promedio 2017-2021), para bajar al 9,8% en febrero y al 9,5% en diciembre.
El valor de las exportaciones depende de los volúmenes y los precios internacionales. En cuanto a estos últimos, y como se hiciera referencia antes, una cuestión importante es además cuándo fue vendido el grano, dado que, al fluctuar mucho los valores, las operaciones de venta realizadas con antelación (operación de venta a futuro) pueden disociar sus precios respecto de aquellos que rigen en el mercado cuando se materializan las mismas.
Trabajando con un escenario de 13,5 millones de toneladas de exportaciones de trigo y 3,5 millones de toneladas de cebada, suponiendo una distribución de envíos con la estacionalidad que actualmente puede inferirse a partir de las declaraciones juradas de venta al exterior, que no varía mucho del patrón histórico, y utilizando distintas referencias de precios (observados, actuales y futuros), se estima el flujo de divisas que podrían generar estos dos cultivos de invierno en los próximos meses. Para el mes de diciembre 2021 este flujo se aproximaría a USD 810 millones, para el mes de enero 2022 a USD 1.100 millones y para el mes de febrero 2022 a USD 735 millones. En los tres meses el flujo sería de un monto cercano a USD 2.645 millones, una cifra que se ubica muy por encima de los USD 1.130 millones del mismo período del ciclo previo (dic20-feb-21).
En síntesis
El agro y la agroindustria vienen mostrando un muy buen año, logrando un flujo excepcional de ingresos y divisas, de la mano de un volumen interesante de granos gruesos producidos en el ciclo 2020-21 pero fundamentalmente de precios internacionales que se ubicaron muy por encima de la media de años previos. Este notable y oportuno desempeño del sector, dadas las necesidades del país, parece que se extenderá, casi con seguridad, más allá de este año, al menos hasta el ingreso de la nueva cosecha gruesa (marzo 2022). El ciclo 2021/22 de cultivos de invierno viene muy bien en volúmenes (hay una buena probabilidad que se logre una producción récord) y el mercado mundial muestra precios en franco recorrido alcista en las últimas semanas. El valor de las exportaciones de trigo durante todo el ciclo comercial (dic21-nov22) podría aproximarse a los USD 4.000 millones, que junto con otros casi USD 1.000 que puede aportar la cebada, los cultivos de invierno estarían generando sólo en envíos de estos dos granos unos USD 5.000 millones, una cifra que de confirmarse será récord histórico para el país.
La producción y exportación de cultivos de invierno (cereales, legumbres) tiene un gran potencial de crecimiento en Argentina, pero ello requiere de, entre otras cosas, una política económica que no tenga sesgo antiexportador y menos aún sesgo anti producción primaria. Actualmente el trigo paga un 12% de derechos de exportación, una carga impositiva que no se observa en la mayoría de los países con los que se compite en el mundo. Además, el gobierno viene impulsando acuerdos a nivel de exportadores a los fines de administrar los envíos, política que conlleva costos, los que terminan recayendo sobre los productores primarios (el precio que reciben por su producto es menor del que deberían recibir). Sería un grueso error de política caer en la tentación de profundizar este tipo de intervenciones (o de crear algunas nuevas) en el ciclo comercial que está a punto de iniciarse y que, como se comentase, se presenta auspicioso en cuanto a la posibilidad de hacer valer los cereales argentinos en un contexto de relativa escasez global.
Si bien una mayor intervención sobre los mercados podría lograr algún rédito político de corto plazo, por caso, una mayor recaudación en caso que se aumente la presión tributaria o un efímero efecto balsámico sobre los precios internos de estos cereales y sus productos derivados a partir de una mayor penalización a las exportaciones, este tipo de iniciativas implican un cambio de reglas de juego y generan un efecto desorganizador tal sobre el mercado que siempre pero siempre se termina pagando con una menor inversión y una menor producción futura del producto que resulta afectado.
Por Juan Manuel Garzón
Fuente: IERAL