Brasil y Argentina son los dos grandes proveedores de alimentos sudamericanos, pero, si bien comparten un perfil agroexportador, la composición de estas exportaciones es considerablemente diferente.
Brasil es el tercer mayor productor de maíz y el segundo exportador del grano amarillo a nivel mundial. En las últimas 20 campañas (1999/00-2019/20) la producción de maíz brasileño se triplicó, resultando en grandes saldos exportables que llevaron a multiplicar por 5 las ventas de grano amarillo al exterior. Sin embargo, no todo el crecimiento productivo doméstico derivó en exportaciones maiceras, sino que el maíz sirvió como insumo para potenciar el desarrollo de los sectores cárnicos, que gozaban ya de un fuerte arraigo en la actividad rural brasileña. En el período considerado, las exportaciones de carne bovina, porcina y aviar crecieron casi 7 veces.
El gráfico que sigue ilustra cómo Brasil pasó de exportar más carne que maíz en 1999, para despachar en la actualidad 5 toneladas de maíz por cada tonelada de carne exportada. Si bien las exportaciones de la industria cárnica no pudieron seguirles el ritmo a los despachos de maíz, guardan una relación muy estrecha que es vital si se tienen en cuenta los precios pagados por uno y otro producto en los mercados internacionales. A modo de referencia, en el año 2020 el valor medio de la tonelada exportada de maíz brasileño fue de US$ 170, mientras que el precio promedio de las toneladas de carne exportadas fue de US$ 2.300.
Argentina, que es el cuarto productor y tercer exportador de maíz en el mundo, ha transitado un camino muy diferente. En los últimos 20 ciclos (1999/00-2019/20) la producción de maíz argentino se triplicó, llevando a las exportaciones a multiplicar 3,5 veces su volumen. A diferencia de Brasil, donde las exportaciones de carne crecieron en mayor proporción que las del grano sin procesar, en Argentina los despachos cárnicos se multiplicaron por 3 en este período, por debajo del crecimiento de las exportaciones del grano.
Con un mayor saldo exportable maíz en el final de la década de 1990 que Brasil, Argentina no pudo aprovechar el insumo para potenciar las exportaciones de productos de mayor valor agregado, como la carne. De hecho, estos despachos estuvieron en gran parte del período limitadas por cupos o altos derechos de exportación. En 1997, el país exportaba una tonelada de carne por cada 36 de maíz. Esta diferencia logró reducirse en los primeros años del nuevo milenio, pero actualmente se ubica en torno a las 40 toneladas de maíz por tonelada de carne exportada.
Esta composición exportadora priva a la economía argentina de capturar el valor agregado que deriva de transformar la exportación de proteína vegetal en proteína animal. En 2020, el valor medio de la tonelada exportada de maíz argentino fue de US$ 160, mientras que el precio promedio de las toneladas de carne exportadas fue de US$ 2.780.
Breve racconto de la comercialización externa de carnes en Argentina durante los últimos 20 años
Para comprender las fluctuaciones en las exportaciones de carne argentina durante las últimas dos décadas es imprescindible hacer un repaso de los principales sucesos económicos y políticos que impactaron en el mercado.
En 1991, Argentina disolvió la Junta Nacional de Carnes, eliminándose las restricciones y retenciones a la exportación. Hacia finales de la década se dio por erradicada la aftosa, hecho que permitió la reapertura de los mercados internacionales para la carne argentina. En 1997, año de inicio de la serie de tiempo graficada, Argentina exportaba 299.000 toneladas de carne bovina (por un valor de US$ 780 millones FOB). Es decir, despachaba 5 veces las exportaciones de Brasil obteniendo un valor FOB casi 4 veces al logrado por el país vecino.
En 2001, Argentina sufrió un rebrote de la aftosa que resultó en una caída temporal de exportaciones que recuperarían un dinámico crecimiento en los años sucesivos. Pero en el año 2005, se reinstauraron los precios de referencia, se limitó el peso de faena, se eliminaron los reintegros a frigoríficos exportadores e impusieron derechos de exportación a la carne del 15%. En 2006, se cerraron las exportaciones por 180 días incumpliendo los compromisos por cuota Hilton. A las retenciones se le sumaron cupos de exportación (ROE rojo) y encajes, entrando así en una etapa de comercio exterior administrado.
Paralelamente, Brasil había sostenido un crecimiento espectacular de sus envíos externos de carne y en 2006 ya exportaba 3 veces el volumen en toneladas despachado por argentina por un valor 2,5 veces mayor.
Tras una década con un mercado duramente intervenido, la colocación de carne argentina fluctuaba entre 200.000 y 400.000 toneladas al año, cuando Brasil se mantuvo por encima de 1.000.000 toneladas en nueve de los diez años.
A partir del año 2016, quedaron sin efecto las retenciones a las exportaciones de carne que, aprovechando el auge de la demanda China, triplicaron su volumen y valor en el corto período entre 2015 y 2019. En diciembre del 2019, las retenciones a la carne se incrementaron al 9%. En el año en curso, el sector cárnico volvió a ser intervenido, primero con la creación de las Declaraciones Juradas de Exportación de Carne y luego por el cierre parcial temporal de exportaciones.
Respecto a la carne porcina, la Argentina todavía no ha explotado las óptimas condiciones que tiene la carne porcina para ver crecer su producción y exportación. La balanza comercial porcina fue sostenidamente negativa en los últimos años para nuestro país y si bien en el último año la exportación de carnes de cerdo se duplicó y se logró torcer ese histórico saldo negativo, el cierre de exportaciones del 2021 dificulta que el comercio exterior vuelva a crecer por encima de este nivel. Más aún, hasta el mes de septiembre se acumulan exportaciones porcinas por cerca de US$ 39 millones, mientras las importaciones en este mismo período del 2021 ya superan los US$ 66 millones.
En este marco, las comparaciones del comercio exterior de carne de cerdo argentino con el brasilero quedan fuera de escala. Nuestro principal socio comercial ha logrado dinamizar con mucho más ímpetu que la Argentina sus exportaciones.
Distinto es el panorama para la cadena aviar de nuestro país. Argentina raramente requiere importaciones de carne aviar, al mismo tiempo que exporta en montos muy superiores al comercio exterior porcino. No obstante, el comercio exterior aviar aún no logra romper las históricas exportaciones del año 2013, exportando en 2020 menos de la mitad del valor comercializado en este año récord.
Un panorama de reconversión de muchos países de importadores a productores de pollo limitaría las posibilidades de apertura comercial de nuestro país. Al mismo tiempo, las sostenidas recesiones de los últimos años limitaron el consumo interno de carne aviar, lo que redundó en limitaciones en aprovechar las oportunidades del sector. No obstante, en lo que va del año la faena de aves viene recuperándose sostenidamente respecto al fatídico año 2020, atravesado por la pandemia, en lo que puede leerse una señal positiva para la cadena aviar en nuestro país.
Por Guido D’Angelo - Desiré Sigaudo – Emilce Terré
Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario