De los grandes factores que han alentado una sostenida mejora de los precios de la soja desde julio pasado, sobre todo desde diciembre, sólo hay uno que ha perdido fuerza.

¿A qué nos referimos? Al clima en América del Sur.

Apenas comenzado enero, las cosas empezaron a mejorar en la región agrícola del subcontinente.

Y en los últimos días, las lluvias han beneficiado no sólo a nuestro país; también al sur de Brasil, Paraguay y Uruguay.

Vamos a nuestro país. La gran zona productora, la región núcleo venía con gran escasez de lluvias en plena fructificación de la oleaginosa de primera, con graves consecuencias sobre la productividad.

Las plantas quedaron petisas. Hasta hace una semana el panorama se presentaba muy crítico. La angustia de la actividad era inmensa.

A su vez, los problemas de emergencia y posterior crecimiento de las sojas de segunda eran preocupantes.

Pero en los recientes días, incluso hoy lunes, las precipitaciones han modificado el cuadro. Y lo siguen haciendo. Y mucho…

Será cierto aquello que dice que “Dios es peronista”. En mi caso, prefiero recordar el dicho “Dios aprieta pero no ahoga”.

Con estas lluvias, ganamos todos.

Pero, obviamente, le quitan fuerza a la presión ascendente sobre los precios internacionales. En definitiva, la dupla Brasil-Argentina lidera la producción de soja en el mundo.

Sea como fuere, la realidad es que siguen en camino los pivotes que sostienen los precios.

Es que, si bien las lluvias beneficiaron a la región, la verdad es que para el caso de Brasil, habrían llegado tarde. Los operadores especulan con una cosecha menor a la esperada.

La superficie sembrada es enorme. Son cerca de 38 millones de has. Por lo tanto, está afectada por todo tipo de climas, lo que dificulta prever la dimensión de la cosecha.

Para colmo, las precipitaciones, demoran la trilla. El ritmo de avance en Brasil es más lento que lo usual. Sería el mayor retraso de los últimos diez años.

Respecto a EE.UU y su oferta, la situación es delicada. Aproximadamente el 90% de las exportaciones proyectadas de soja y maíz, de la campaña actual, por parte de EE.UU, se encuentran ya vendidas.

Los stocks de soja en este país se hallan en un nivel extremadamente reducido; ello alarma a los mercados y pone en guardia a los fondos.

Mientras tanto la demanda mundial no cede, por la presión compradora de China.

Vale remarcar que el volumen importado de soja por parte de este país ha llegado a algo más de 100 millones de toneladas durante el año 2020.

Y a juzgar por el buen comportamiento de su PBI, las importaciones no deberían disminuir.

Así el cuadro, deberíamos aguardar una volatilidad, ciertamente acotada, con posiblemente algunas bajas en el corto plazo. Pero la última palabra la tendrá el clima en la región sur de América del Sur.

En tanto, hay un elemento que contribuye a la fortaleza de los precios, desde hace un buen tiempo, fundamentalmente desde noviembre pasado, en forma lenta pero sostenida, los valores del petróleo vienen en aumento.

El gráfico de datosmacro.com es claro:

Es cierto que el dólar parece haber comenzado un proceso de alza frente a las demás monedas. Obviamente, ello no contribuye al sostenimiento de los precios.

Sin embargo, la paulatina suba del precio del petróleo podría anular el efecto del dólar; y así propiciar la formación de un piso para que el valor de la soja no disminuya demasiado.