Una porción mediana de carne de pollo (por ejemplo, un muslo o media pechuga grande) cubre 14% de la recomendación de ingesta de potasio de la Organización Mundial de la Salud para las personas adultas, y equivale a la cantidad de potasio que aporta una banana grande o una porción de brócoli.
El micronutriente se encuentra mayormente dentro de las células y su papel principal es mantenernos vivos. Resulta indispensable para producir proteínas, permitir la correcta contracción de los músculos, mantener un crecimiento normal del cuerpo, controlar la actividad eléctrica del corazón, transmitir los impulsos nerviosos y regular la presión sanguínea.
Su consumo adecuado puede reducir la presión arterial en personas con presión alta, mejorar la densidad mineral ósea y mitigar las consecuencias negativas del consumo de grandes cantidades de sodio.
De lo contrario, la baja ingesta de potasio está asociada con varias de las llamadas “Enfermedades Crónicas no Transmisibles” (ECNT), como la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares (principalmente el accidente cerebrovascular – ACV), la formación de cálculos en los riñones y el debilitamiento de los huesos (osteopenia).
Cabe destacar que la carne de pollo también tiene un bajo contenido de sodio, ya que una porción cubre, en promedio, apenas 5% de la recomendación máxima de ingesta de la OMS, siendo así un alimento apto para todas las personas, incluidas aquellas con enfermedades cardiovasculares.