Los cerdos se han convertido en el último aliado de las energías renovables
en Brasil, donde cada vez son más los porcicultores que producen biogás gracias
a los excrementos de los lechones.
En la localidad de Sao Miguel do Iguaçu, en el interior del estado de Paraná (sur), los cerdos siempre fueron una fuente de renta para la familia Colombari, pero han adquirido un nuevo valor gracias a este gas producido por la descomposición de materia orgánica.
Los excrementos de los puercos llegaron a convertirse en una amenaza ambiental, especialmente para los ríos y embalses de la región, pero la instalación en 2006 de un biodigestor -una especie de contenedor hermético donde se depositan los residuos- logró transformar este pasivo en un activo energético.
Además de reducir el mal olor y la contaminación, el biodigestor ha permitido que la granja, donde son criados más de 5.000 cerdos, pueda abastecerse con la energía generada por el propio gas y producir un biofertilizante mucho más eficaz que el abono natural.
«Antiguamente los restos se depositaban en piscinas a cielo abierto y eso
producía un olor muy fuerte y atraía muchas moscas. Con el biodigestor eso se ha
reducido y ahora tenemos mayor seguridad ambiental y energética», explica Pedro
Antonio Colombari, quien a sus 28 años es uno de los socios propietarios de esta
granja familiar.
La granja Colombari es también pionera en Brasil en la generación distribuida de biogás gracias a una asociación con el Parque Tecnológico de Itaipú, lo que permite atender la demanda energética de un pequeña región con microrredes de distribución de energía eléctrica.
Pedro Antonio, asegura, no concibe más su granja y la porcicultura sin el biogás, el cual también se ha convertido en una oportunidad para la localidad de Entre Rios do Oeste, una de las principales regiones productoras de puercos de Brasil.
El Ayuntamiento de este pequeño municipio en el que viven 4.600 habitantes y 250,000 animales decidió crear una minicentral termoeléctrica para abastecer de energía a 62 de los 71 edificios públicos de la localidad.
El consistorio se encarga de comprar el biogás que producen 18 criaderos de
cerdos en la región y el mismo es transferido a la minicentral a través de una
red de gasoductos.
«El gas producido en las propiedades es inyectado en la red de gas. En la central, el gas se usa como combustible para la generación de energía y el productor recibe un crédito por el gas que inyecta en la red», explica Luís Thiago Lucio, ingeniero ambiental del Centro Internacional de Energías Renovables (CIbiogas).
En la misma región, Romário Schaefer, propietario de una fábrica de cerámica, encontró en los cerdos una respuesta a sus problemas cuando en 2013 se vio acorralado por una crisis energética que comenzó a hacer insostenible su producción debido a los altos precios de la factura eléctrica.
El empresario invirtió entonces en la compra de 3.000 cerdos para la
generación del biogás, lo que le ha permitido aumentar la producción y la
facturación de la fábrica y reducir por la mitad su cuenta de energía.
El biogás representa actualmente en Brasil el 0.1 % de la matriz energética del país, aunque la expectativa es que pueda alcanzar entre el 2 y el 3 % en los próximos años, un mercado en ascensión, según apuntó a Efe el director-presidente de CIBiogás, Rafael González.
«El crecimiento del biogás está vinculado al del propio sector de la producción de proteína animal», el cual podría avanzar entre un 10 y un 12 % en los próximos años, de acuerdo con González.
Pero además de las oportunidades de negocio, el biogás es también un aliado del medioambiente. Según Daiana Gotardo, ingeniera ambiental y consultora de la UNIDO (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial), con la instalación del biodigestor es posible captar el metano, un gas que es 21 veces más contaminante que el CO2, y convertirlo en un energético.
«Cuando lo convertimos en energía emitimos CO2 en vez de metano y minimizamos la emisión de gases efecto invernadero», subraya.
Fuente: Bioeconomia.info - Emiliano Huergo