Mirar la casa común como el lugar que merece ese encuentro, desensillar de los intereses y las luchas propias para con creatividad y generosidad disponernos a buscar puntos comunes. ¿Será posible? De Todos depende.
Y así como un Pacto Social se inicia y luego se sostiene en una fuerte decisión actitudinal, fluye y camina hacia logros posibles solo si adoptamos condiciones aptitudinales, es decir, estableciendo un método que canalice e instrumente toda la energía que significa ponernos de acuerdo en un destino colectivo. Vale decir, hallar un modelo de Pacto también es un desafío. Y con una doble dimensión, que permita superar la coyuntura de los desajustes macroeconómicos por un lado, y por otro, converger en las políticas de Estado, reglas duraderas y pensando los ejes al 2030, que abonen la reconstrucción del largo plazo en Argentina.
El campo, no tenemos duda, es un protagonista insoslayable para tamaña tarea nacional. Los productores sabemos que los logros no se obtienen en soledad. Para dialogar tenemos que escucharnos. Tan fácil decirlo, tan difícil cumplirlo. Para encarnar ese diálogo activo en un modelo fructífero para la sociedad, deberíamos en primer lugar tener una mirada inicial, un punto de partida determinado para alcanzar un diagnóstico común. En segundo término, plantear, desarrollar y establecer objetivos reales y asequibles, los cuales contemplen los urgentes, los del corto plazo, y aquellos que trascienden la coyuntura, y definen un país para los próximos años. En tercer lugar, debiéramos adherir a los objetivos con compromisos duraderos de todos los actores participantes que, por otro lado, deben claramente ser representativos. En cuarto lugar, también estamos convencidos de que esta potente plataforma de concertación, debe ser apalancada por un importante volumen técnico de asistencia. Finalmente es la opinión pública, el elemento clave para el éxito de cualquier Pacto. Esta opinión pública, ya no tolera falsos encuentros, pseudos diálogos o apretones de mano de circunstancia. Ser reales, para ser creíbles. La Argentina nos necesita en nuestra mejor versión.
La historia de los acuerdos o pactos sociales, tanto a nivel nacional como internacional, tienen una riqueza de aprendizaje, lo cual no podemos desestimar. Dada la situación nacional y la crisis que atravesamos, debemos enfocarnos en un modelo de Pacto Social Productivo, o para el Crecimiento, un modelo que diseñe los acuerdos necesarios que nos dé un impulso en la generación de riquezas para el desarrollo sustentable. Tal vez, sería un error enfocarnos en un Pacto Social de carácter distributivo, lo cual no equivale a dejar de atender las impostergables y dolorosas necesidades que hermanos argentinos atraviesan, por el contrario, la verdadera y posible solución es poner en marcha el país, potenciando su zona núcleo, poniendo en marcha las economías regionales, revitalizando sus sectores productivos y ampliando la llegada de nuestros productos al mercado interno y externo.
Por eso proponemos y nos sumamos a toda iniciativa de un Pacto Social Amplio e Inteligente. Amplio porque el país en su totalidad debe estar representado e inteligente porque no podemos contentarnos solamente con una foto prometedora. Nuestro compromiso no es declamativo, es de acción, de puesta en marcha. De hecho, desde hace años que venimos levantando nuestras voces en ese sentido, en cada elección, en cada edición de nuestro libro “El Campo y la Política”, incluso recorrimos el país para elaborar el Proyecto de Ley de Economías Regionales que con estado parlamentario se encuentra en el Senado de la Nación, y sirva como herramienta de debate y acuerdos necesarios. Nuestro compromiso a un acuerdo nacional, es un compromiso activo, abierto y alentador; y está avalado por décadas de cooperación y concertación del cooperativismo argentino agroindustrial que reúne casi 800 cooperativas, 15 federaciones y 120.000 productores asociados y representa 19 economías regionales. Nuestra experiencia, aprendizajes y errores están, otra vez, a disposición del país.
Y sin dejar de lado nuestras luchas y convicciones, sabemos que nuestro aporte puede representar un gran valor a la hora de reconstruir el tejido social con la solidaridad como nexo y la matriz productiva nacional, porque estamos convencidos, comprometidos y consustanciados con la Argentina que nos merecemos.
Por Carlos Iannizzotto – Presidente de CONINAGRO, abogado y mediador
familiar
Fuente: CONINAGRO