La eliminación del déficit fiscal es un objetivo compartido y valorado, nadie
puede vivir de prestado eternamente.
Estos parámetros afectan a toda la economía, no solo al sector agropecuario,
la retracción del consumo afecta tanto a consumidores como a productores, el
corset con el que se pretende eliminar el déficit y controlar la inflación lleva
a la retracción de la actividad económica. Toda la actividad económica argentina
esta en un proceso de ajuste y retracción.
Ahora bien, ¿porque entonces, sube el riesgo país y las señales no son lo
optimistas que deberían ser?
El camino es el más duro pero es correcto, alguna vez la fiesta se acaba, se
apagan las luces y hay que pagar.
La respuesta es porque hay un sector que sigue de fiesta, exacerbado ahora
por una contienda electoral y no ha tenido, hasta ahora, la grandeza de dejar de
lado las mezquindades partidarias y los apetitos de poder, a favor del país y de
su gente. Ese sector es el de la política.
Hoy se le cuestiona a la Argentina su voluntad y su capacidad de pago de los
compromisos contraídos con vencimientos en 2020 y 2021. Esto es grave e inédito,
ningún país puede sobrellevar una crisis semejante, con tamaña desconfianza.
Si la Argentina aumenta sus exportaciones, si esta en proceso de eliminar su
histórico déficit fiscal, si la inflación va cediendo, que es lo que hace ver a
los especialistas que Argentina puede volver a defaultear su deuda.
Es simple la respuesta, es la posibilidad de volver al pasado, la posibilidad
de volver a la demagogia y al populismo. La simple posibilidad de que gane otra
alternativa política, que vuelva atrás en todo lo que el país se ha
comprometido.
Especulaciones que llegan hasta la justicia, si es correcto o no quitarle los
fueros a la ex presidenta, si la tradición del Senado es más importante que
hacer justicia para los que le robaron al pueblo, estén donde deben estar.
Habilitar o no candidaturas, alianzas electorales, movidas por apetitos de
poder, en vez de discutir el camino para superar la crisis, marcar el modelo de
país que queremos, debatir ideas, proyectos, proyectar futuro, en síntesis,
pensar en la gente que habita nuestro bendito suelo.
La política no está dando las señales correctas, y esto es grave, y es el
gran motivo de la desconfianza hacia nuestro país.
No hay cuestión de ideologías, el déficit cero, el combate a la corrupción,
frenar la inflación, proyectar mayor empleo no son cuestiones ideológicas se dan
en Estados Unidos, Europa, China y Rusia, con distintos métodos, pero no hay
ideología que pueda tapar la realidad.
En Argentina, la política debe pensar en el país y no en el partido, ni siquiera en los apetitos de poder, debe pensar en el país y buscar acuerdos que se transformen en políticas de Estado que trasciendan las luchas partidarias y los procesos electorales, y así dar una muestra de real madurez y responsabilidad no solo para la comunidad internacional que nos mira con asombro, si no para los más de 40 millones de Argentinos que queremos vivir dignamente en nuestro bendito país.