El contexto internacional de menores precios puede abrir oportunidades para
políticas internas que impulsen el agregado de valor de la soja. En particular,
en el sector del biodiésel se podría crear un entorno que facilite un
reposicionamiento para las empresas.
Esa es la conclusión de parte del trabajo sobre la cadena de la oleaginosa de
Inés Asís, del Instituto de Economía y Finanzas de la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
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Una reducción de las exportaciones de biodiésel -tras el cierre del mercado de
los Estados Unidos y los temores a nuevas sanciones de Europa- obligaría a
reconsiderar la posibilidad de ampliar las ventas externas de aceite (materia
prima del biodiésel) antes que agregar más valor. Según estimaciones del
mercado, el volumen exportado en el año rondaría los 1350 millones de litros
versus 1870 millones del año pasado.
Pero el trabajo indica que, si el Gobierno considerara una disminución en las
retenciones en el biodiésel ( en mayo pasado se aumentó la tasa del 8 al 15% y
en septiembre se sumó el esquema de $4 por dólar exportado) y un incremento en
el cupo interno, habría un saldo exportable de aceite crudo a un mejor precio y
se alentaría el agregado de valor.
En cambio, en el escenario de baja de las exportaciones de biodiésel y de
negativa del Gobierno de aumentar el cupo interno se incrementarían las
exportaciones de aceite, repercutiendo probablemente en una baja del precio, ya
que la Argentina es uno de los principales jugadores en el mercado mundial.
Habría más capacidad ociosa en la industria del biodiésel y se generarían
dificultades para las empresas del sector, lo que podría agravarse si el precio
interno para el cupo no acompaña los mayores costos.
Asís plantea que, ante una caída de las exportaciones de biodiésel, se suba el cupo interno en cinco puntos porcentuales, pasando de B10 a B15, lo que llevaría a incrementar la capacidad ociosa, pero no en la magnitud del primer escenario, golpeando menos a la industria.
El remanente de aceite no consumido por la industria del biocombustible se
destinaría a exportarse sin valor agregado. Además, un corte interno más alto
disminuiría las importaciones de gasoil.
Acciones
El informe describe políticas que otros países vienen instrumentando. Ante la dificultad en el contexto externo, otro gran exportador mundial de biodiésel como es Indonesia -lo produce en base al aceite de palma- plantea un incremento de su cupo interno a 30% para paliar la baja de las ventas externas.
Para la economista, hay que trabajar en la búsqueda de nuevos mercados externos para los biocombustibles y seguir el ejemplo de Brasil de aumentar el corte obligatorio, donde el etanol (en este caso, con caña se usa en mezcla para la nafta) tiene una fuerte presencia.
"Sería posible llevarlo hasta el 27%. En Brasil se han realizado ensayos de funcionalidad que demuestran la viabilidad de este cambio", dijo.
También recomienda mejorar algunos problemas regulatorios como el
establecimiento de precios internos para comercializar biodiésel de manera
oportuna cubriendo los costos de producción.
Por: Gabriela Origlia