Con un crecimiento en área de siembra cercano al 10% y una producción total que se incrementaría más del 50% respecto de la magra cosecha pasada afectada por la sequía, el cultivo de maíz está a punto de iniciar una campaña de trascendencia.
En ese contexto, el XI Congreso Nacional de Maíz que se realiza en Pergamino desde este martes, y continuará hasta el viernes, es un encuentro de base técnico científico orientado al intercambio entre profesionales, pero cada vez más abierto a la sociedad en general, articulando este paradigma de la nueva bioeconomía con los objetivos alimentarios y energéticos.
El nombre científico del maíz es Zea mays, y en este caso se ha hecho un juego de palabras para derivar en SEA MAIZ, eslogan del evento, explicó el Ing. Agr. Marcelo Ferrer, presidente del comité organizador, como una invitación implícita a ‘sentirse maíz’, a comprometerse e impulsar este cultivo originario de México que ofrece múltiples posibilidades.
Es que el maíz no deja de sorprender. Se sabe que los pueblos originarios de América lo domesticaron hace siglos, pero todavía aparecen nuevas funciones y posibilidades. Valgan como ejemplos el reciente uso –en términos históricos- como biocombustible, y el descubrimiento, esto sí en estos días, de que una variedad de este cereal puede captar el nitrógeno del aíre, una capacidad hasta ahora solo atribuible a las legumbres como la soja.
Acto inaugural
Producción y ambiente, nuevas tecnologías para el mejoramiento, herramientas para la toma de decisiones, protección vegetal, nuevos esquemas sustentables… Sobre esos aspectos se puso el acento en el acto inaugural del congreso de maíz, que se realiza desde 1974, cada cuatro años.
Luego de tres ediciones en Rosario, se hace en Pergamino, donde surgió, organizado por los ingenieros de la zona, nucleado en la Asociación de Ingenieros Agrónomos del Norte de la Provincia de Buenos Aires (AIANBA). Esta vez con un amplio apoyo de la universidad local UNNOBA (cuya sede Pergamino comparte con Junín), y del municipio.
La diputada provincial de Cambiemos, Susana Lázzari, que es miembro de la Comisión de Asuntos Agrarios en la Cámara baja bonaerense, e impulsó la declaración de interés legislativo, enfatizó el orgullo por la realización. “Parte de nuestra tarea legislativa es acompañar y dar apoyo a este tipo de eventos, que potencian al tema y a la comunidad en general”.
El desafío de alimentar al mundo, para lo cual el maíz y la región pampeana tienen un rol destacado, corrió por cuenta del intendente local, Javier Martínez. Y el rector de la Universidad, Guillermo Tamarit, advirtió que pese a haberse logrado la meta de formar genetistas y agrónomos, no tenemos aún productos que se alineen a la altura de este desafío. “Debemos desarrollar proyectos estratégicos. Con la Universidad no alcanza. Tenemos que trabajar juntos, por eso le asignamos una importancia clave a estos encuentros, en los cuales no solo venimos a contar qué hacemos sino también qué podemos hacer por los demás”.
Por eso, tras las deliberaciones que habrá hasta este jueves, el último día se destinará a visitas de establecimientos locales; empresas de base científico productiva, que con los años han logrado trascendencia mundial.
Cerca del récord
Alberto Morelli, presidente de Maizar, Asociación Maíz y Sorgo Argentino, tuvo a su cargo la ponderación productiva. Destacó que “comienza una siembra de 5,8 millones de hectáreas para grano comercial, a lo que se debe sumar un millón más de lo que destinará a producción para silo, con lo cual estamos cerca de los valores récord de 7 millones de hectáreas alcanzados en 1939”.
Pero como los rendimientos actuales triplican a los de aquella época, la producción argentina de maíz se estima por arriba de 50 millones de toneladas, si las condiciones ambientales y la aplicación de paquetes tecnológicos permiten pasar de las 6 tn/ha de la última campaña, a valores cercanos a 9 tn/ha.
Sin cantar victoria, el directivo de la cadena del maíz advirtió que “la magnitud final de este crecimiento en marcha, estará determinada según la evolución de distintos factores económicos, técnicos y climáticos. Y debemos trabajar para que vayan resolviendo los problemas que afectan su competitividad”.
Retomando la apelación a producir con valor agregado que plantearon las autoridades que lo precedieron en los discursos del acto inaugural, Morelli puntualizó que “los costos internos, altos en mano de obra, transporte, financiamiento, energía y administrativos, dejan a la Argentina en desventaja frente a otros países. Los elevados impuestos, la evasión impositiva y el retraso en la aplicación de tecnología también dañan la competitividad. Como consecuencia, la Argentina transforma menos del 35% de su producción de maíz, mientras los Estados Unidos procesan un 87% y Brasil un 65%”.
Y concluyó que “más allá de lo alimentario, la industrialización de los granos de maíz y sorgo con fines energéticos es una de las actividades de mayor crecimiento en el mundo. Los beneficios de la generación de bioetanol y biogás producen un impacto central en la economía. Un aumento del porcentaje de corte con bioetanol en las naftas, del actual 12% a un 25%, permitiría incrementar la oferta de combustibles líquidos en el país y favorecería el desarrollo de las economías regionales, con el consiguiente impacto positivo en las inversiones y el empleo, además de colaborar en la sostenibilidad del sistema productivo”.