Mientras las grandes ciudades, comenzando por la CABA, se revolcaban en el fango de los cuadernos y el aborto, en Córdoba se juntaba el think tank del campo en una “manifestación” extraordinaria: el Congreso de Aapresid, con más de 4.000 asistentes y otros cuantos miles siguiéndolo por streeming en todo el país y el extranjero.
El evento tuvo lugar en los viejos talleres de Forja. Un nombre sugerente, que invoca la esencia del “momentum”. La Segunda Revolución de las Pampas, trabada cuando el kirchnerismo puso el pie en la puerta giratoria en su inconcebible guerra con el campo, soltó definitivamente amarras y su impulso se hace imparable. Es lo que se percibió en las sesiones plenarias, y sobre todo en los más de cien talleres que sesionaron en paralelo. Muchos con lleno total, algunos desbordados, con gente afuera siguiéndolos por pantalla. Y el intenso intercambio en los pasillos y en los stands, un hervidero nunca visto. Imposible de abarcar todo, llevará meses digerir semejante contenido.
Desfilaron todos los temas. Desde la problemática del control de malezas, el mayor desafío tecnológico de la hora a partir de la obsolescencia del modelo de la siembra directa y el glifosato, hasta la incipiente impronta de una nueva ganadería que se abre paso como destino unívoco en la saga del valor agregado. Entre el “feedlot ecológico” y las mejores combinaciones de forrajes En el medio, la extraordinaria oleada de la AgTech, caracterizada por una creciente pléyade de emprendedores que va gestando una nueva forma de encarar la producción. Herramientas que facilitan la gestión, con las aplicaciones basadas en imágenes que ayudan a mejorar la eficiencia del manejo de la nutrición y la sanidad de los cultivos (Auravant), el mapeo y control de malezas (Milar, Ecosniper), los tratamientos (Agroapp), el riego (Kilimo). Y la irrupción del blockchain en el comercio de granos (Agree).
Botón de muestra de la onda del congreso: dos jóvenes de 25 años que tras una fascinante charla sobre el uso de drones en la agricultura finalizan su exposición con un slide mostrando sus códigos QR. Y de inmediato se disparan los celulares fotografiándolos. Ya están en red. La información está volando. Uno de ellos, Nicolás Marinelli, hijo de Sergio, un contratista y gran experto en maquinaria agrícola, ya está acollarado a “Pirincho” Cicaré, el mago de Saladillo, creador de helicópteros que pronto se convertirán en drones para todo tipo de tareas. “Inteligencia artificial”, “internet de las cosas”, “ecosistema digital”, “aceleradoras” como Yield Lab canalizando fondos hacia estos emprendedores.
Estamos lanzados. Y los resultados llegarán pronto. Se viene la mayor cosecha de la historia. No solo se sembró más, sino que se lo hizo con más tecnología. Los proveedores de fertilizantes están sorprendidos por la demanda, y saben que afrontan un desafío logístico sin precedentes: tendrán que entregar 2 millones de toneladas de Nitrógeno en los próximos 60 días para trigo en macollaje y maíz. Después viene el fósforo para la soja. Habrá 21 millones de toneladas de trigo, dice la Bolsa de Comercio de Rosario. Más que necesarias para dar vuelta la taba, después de la debacle climática de la última campaña. La está sufriendo todo el país.
Sumaremos 50 de maíz y quizá 60 de soja, si se cumplen los pronósticos. Más 3 de cebada, otras 3 de sorgo, 2 de girasol, el maní, el arroz, el algodón. Son 10.000 millones de dólares extra, que de movida representan 2 puntos de PBI. Pero esto es solo “la macro”. La “micro” es el efecto difusión de este crecimiento en toda la economía, empezando desde el interior. Gente de las grandes ciudades: prepárense, lo van a sentir. Y esto recién empieza.