El efecto corrosivo que empiezan a tener “los cuadernos de las coimas” sobre la actividad económica ya preocupa en el Gobierno y el mundo de la producción tanto como las repercusiones penales que se derivan de los escritos del chofer Oscar Centeno.
Así, el desfile de empresarios por los tribunales -imagen impensada apenas dos semanas atrás-, obliga a un nuevo “recálculo”, el segundo en cuestión de meses, de las variables económicas. El primero ocurrió tras la devaluación que disparó cerca de 50% el precio del dólar entre abril y junio.
En concreto, funcionarios y empresarios se están preguntando en estas horas ¿Qué efecto tendrá sobre el crecimiento este escándalo? ¿Cómo sigue la actividad si se paralizan proyectos de inversión por el temor de poner plata en empresas observadas por la Justicia?.
Aunque el Gobierno niegue turbulencias en este frente, ¿qué pasa con los planes de PPP si las empresas interesadas en participar de las futuras licitaciones tienen dificultades adicionales en conseguir financiamiento?.
Después de todo, el costo del financiamiento se empinó dramáticamente, y se hace imposible salir al mercado a pedir plata grande para proyectos a largo plazo.
Estas preguntas pueden ayudar a explicar, tal vez, por qué esta semana las acciones y los bonos se derrumbaron, el dólar recuperó la tendencia ascendente después de la “pax” de julio y el riesgo país se disparó a los 633 puntos ayer, nuevo récord de la era Macri. La Bolsa perdió casi 9% desde la aparición de los cuadernos. Y el dólar se empinó. Un escenario difícil para que el Banco Central encuentre margen para bajar las tasas de interés y aliviar las condiciones financieras de las empresas.
“Los cuadernos golpean. La experiencia de Brasil o Perú nos dice que un escándalo así golpea a la economía. En Brasil el impacto más fuerte fue la parálisis corporativa. Revisaron planes de inversión para abajo, nadie quería contratar en infraestructura y lo que hizo en definitiva el Lavajato fue profundizar la recesión”.
Lo dice el economista de un banco de primerísima línea. Ese banco, como otros, está acostumbrado a recibir carpetas de grandes clientes. También de quienes pretender entrar a los PPP. Hoy miran todo con mucho más detenimiento que dos semanas atrás.
Esta incertidumbre se traslada a quienes tienen en su poder bonos de la deuda soberana o acciones de empresas argentinas. ¿Qué se hace ante la incertidumbre? Si se puede, se vende ese activo, hasta que el panorama aclare. Es lo que se vio en estos días.
Los papeles de la deuda argentina se acercaron, en algunos casos, a tasas de rendimiento cercanas al 10%, algo impensado en enero de este año, cuando el ex ministro de Finanzas Luis Caputo anunciaba la colocación de bonos por 9.000 millones de dólares a la tasa más baja de la historia argentina.
Hoy el Gobierno enfrenta un escenario hostil. Incertidumbre global, monedas de países emergentes que se devalúan, guerra comercial y, a nivel local, la obligación de cumplir con un severo ajuste fiscal. Para que ese ajuste sea cumplible, se necesita que la recaudación fiscal no caiga. ¿Cómo lograr eso en recesión? Difícil.
Dicen en la UIA: "El riesgo sube porque se pierde la confianza en la macro con alto nivel de deuda, recesiva e inflacionaria. En Wall Street crece la desconfianza y los cuadernos meten ruido. Sobre llovido mojado". Los industriales dicen que este mes comenzaron a verse números negativos de la actividad que pueden profundizarse si vuelve la inestabilidad cambiaria.
En el sector de la construcción también se pusieron pesimistas. “Algunas obras se están frenando por la combinación de subas de costos de insumos en pesos ( el asfalto subió 60% en los últimos 60 días) y el efecto de la devaluación en el caso de las obras con insumos dolarizados, como las energéticas. Las altas tasas también encarecen la financiación en obras cuyos certificados se pagan a los 2 a 3 meses.”