En cuanto a los fenómenos ENSO (El Niño/La Niña), la neutralidad se ha visto afianzada, sin que se observen anomalías para destacar. Los pronósticos para este indicador siguen marcando una potencial evolución hacia un débil fenómeno de El Niño para la última parte del año.


No se están observando anomalías para destacar en tanto en el Pacífico como en el Atlántico sur. Esto juega a favor de que agosto mantenga la tendencia observada en el bimestre anterior, es decir, mayormente frío y alternando períodos secos y húmedos relativamente extensos.

En términos regionales, la circulación atmosférica ha sido muy cercana a la esperada en el último bimestre, con mayores irrupciones de aire polar durante el mes de junio, pero con un julio que se sostuvo frío en base al predominio del flujo del sudoeste. Se espera que esta tendencia de la circulación se mantenga, con lo cual lo razonable es esperar que recién durante septiembre reaparezca un patrón de precipitaciones que ofrezca mayores milimetrajes en forma consistente a gran escala. Para lo que resta de agosto, la situación seguirá imponer el diferencial este oeste en la distribución de lluvias.

La transición del invierno para la primavera encuentra un escenario de partida que da cierto margen para la evolución de la campaña de granos finos. Si bien para mediados de septiembre la demanda de los cultivos comenzará a aumentar, todo parece indicar que el patrón pluvial estará en línea con estos requerimientos.

Es posible que este año el comienzo de la primavera presente un mayor riesgo de temperaturas bajas, no necesariamente heladas rigurosas sobre la franja central, pero se ha visto durante este último período una importante circulación del sudoeste, la cual sin dejar de ser razonable para la época, puede provocar inquietudes si persiste comenzando el mes de septiembre. De todos modos no estamos adelantando una condición térmica rigurosa.
Si bien el litoral Atlántico no presenta en este momento anomalías destacadas, puede perfilarse un progresivo calentamiento, al menos los modelos experimentales de pronóstico para la zona lo comienzan a mostrar. En todo caso, el mismo puede jugar a favor del normal crecimiento de las precipitaciones de octubre, la cuales normalmente tienen un buen aporte sin la presencia de esta anomalía.

Tanto el cierre de la fina como el avance de las siembras de la gruesa se verían favorecidas por una buena oferta de agua de mantenerse el orden que presenta la circulación actual. No se descartan pulsos secos a lo largo del trimestre agosto-octubre, pero no se perfilan condiciones que puedan volver a instalar una sequía como la del último semestre cálido. La conjetura de normalidad que se plantea en este análisis encontrará su primera validación recién a mediados de septiembre, para entonces las lluvias tienen que mostrar señales de mayor cobertura hacia el oeste.