A pesar de que el presidente Macri ya confirmó varias veces que el Gobierno no va a volver a imponer derechos de exportación al trigo, maíz y girasol, ni tampoco detener la progresiva reducción de las retenciones a la soja, hay sectores que siguen insistiendo en la necesidad de retomarlas para mitigar el déficit fiscal.
Un estudio económico y productivo de la Bolsa de Comercio de Rosario, que elaboraron Julio Calzada y Blas Rozadilla, resume en diez puntos los principales argumentos para demostrar que a la Argentina no le conviene volver a los derechos de exportación, que erosionaron la competitividad de las cadenas del agro durante más de diez años.
1) Contribuir a que los productores se recuperen de la sequía. Las pérdidas causadas por la sequía echaron por tierra gran parte del crecimiento económico esperado para este año, que se agravó luego de las turbulencias financieras vividas en los últimos meses. La recuperación de la producción agrícola en la campaña 2018/2019 es fundamental para retomar el sendero de crecimiento necesario para cumplir con los compromisos asumidos y encaminar las cuentas públicas.
Los productores, además, sufren complicaciones dificultades para financiar la nueva campaña debido a los ingresos reducidos por la sequía, las altas tasas de interés bancarias y no bancarias, en pesos, las complicaciones que la volatilidad cambiaria ocasionó en la cadena de pagos, especialmente en el interior del país; y las expectativas de mayores costos en los insumos agropecuarios y costos de explotación, muchos de ellos polarizados.
2) Los derechos de exportación generan menor área sembrada, menor producción y una menor actividad económica. La caída en los ingresos esperados por la aplicación de retenciones provoca caídas en los consumos de los productores, menos producción, menos exportaciones y un menor ingreso de divisas de manera genuina a la economía nacional. También gastarán menos en insumos, labores, cosecha, seguro, flete, gastos de comercialización, erogaciones por estructura y administración.
3) El sector agrícola es el único que puede generar 25.000 millones de dólares anuales a partir de ventas externas. En el 2017, cada diez dólares que ingresaron al país por exportaciones, cuatro fueron generados por los granos, harinas y aceites. El complejo soja es el más importante en la balanza comercial de nuestro país. La harina/pellets de soja es el principal producto de exportación, el aceite de soja ocupó el tercer lugar del ranking en 2017, el poroto se ubicó quinto y el biodiesel, noveno. Los cereales también se destacan en este rubro, principalmente luego de la quita de los derechos de exportación que impulsaron la producción.
4) Los ingresos a partir de la soja permiten a muchos productores financiar otras actividades importantes como la producción de carnes y leche. La Argentina, en carne vacuna, produce el 5% del total mundial y exporta el 2%. En lácteos es el 4º productor mundial de leche en polvo entera, 9º en quesos y 16º en producción de leche cruda. Muchos hombres de campo diversifican sus actividades entre agricultura (granos), ganadería y lechería. La continuidad de las retenciones implicará menores ingresos e indirectamente se verán afectadas estas actividades productivas especialmente en áreas geográficas alejadas de los centros de producción.
5) Los menores volúmenes producidos generan una menor actividad en el flete camionero y caída en los ingresos de los transportistas. La caída en la producción agrícola traerá como consecuencia una reducción en los movimientos del transporte camionero. Esto generará menores ingresos para los transportistas. Habitualmente el gasto total de la cadena granaria en concepto de fletes camioneros oscila anualmente en los 4.000 millones de dólares, monto que claramente disminuiría.
6) La menor actividad de transporte implica un menor consumo de gasoil en el transporte de cargas. La caída en la producción de soja y maíz generará un menor consumo de gasoil por parte del transporte camionero. El sector agropecuario argentino consume anualmente 3.800 millones de litros de gasoil, generando un gasto de 4.300 millones de dólares que se reingresan a la economía para su circulación. El sector agropecuario es responsable del 22% del consumo total de gasoil.
7) Los menores márgenes netos de los productores implicarán caída en las ventas de maquinaria agrícola, equipamiento y rodados. La reducción de las ventas de maquinaria agrícola será un fuerte golpe para las 850 empresas del sector, las 290 firmas agropartistas y 17 empresas de agricultura de precisión, que ya se han visto duramente castigadas por la sequía. En la provincia de Santa Fe se encuentran radicadas el 47% de las empresas, en Córdoba el 30% y en provincia de Buenos Aires el 20%. Se estima que generan 40.000 empleos directos -en su mayor parte personal de mano de obra calificada- y aproximadamente 50.000 empleos indirectos.
8) La menor actividad agrícola impacta de manera directa sobre el empleo. En el 2015, el campo y las cadenas agroalimentarias generaron 2,7 millones de puestos de trabajo, siendo la agroindustria el eslabón que mayor cantidad de empleos y especialización genera en materia de recursos humanos. Cerca del 70% del total de puestos de trabajo generados por campo y las cadenas agroalimentarias corresponde a la agroindustria: alrededor de 2 millones de personas. Esto representa cerca del 11% de la población ocupada de la Argentina (casi 18 millones de personas). Si el sector ve afectado sus ingresos, habrá un impacto directo e indirecto en el empleo.
9) Una menor producción de soja por las retenciones provocará una menor actividad en el complejo industrial oleaginoso. Esta menor actividad de las fábricas aceiteras argentinas impactará internamente en diversos rubros, tanto en la industria como en las terminales portuarias: caerán las ventas de los proveedores de insumos, bajará el consumo de energía eléctrica y otros servicios, habrá una menor contratación de nuevo personal permanente o transitorio, no se ejecutarán nuevas inversiones adicionales en algunas fábricas o puertos, etc.
10) A partir de una menor producción –por las retenciones- se reducirán los volúmenes exportados lo que provoca una caída en los gastos de fobbing y portuarios.
Todos aquellos que prestan servicios a las fábricas y terminales portuarias se verán afectados por los menores volúmenes físicos despachados al exterior.