El Departamento de Agricultura de EE.UU (USDA) señala que la bioeconomía norteamericana tenía un valor de 369.000 millones de dólares en 2014 (levemente inferior al producto de la Argentina hoy), y que empleaba más de 4 millones de personas, 2/3 técnicos y científicos de alto nivel de calificación, que habían desarrollado más de 20.000 productos certificados (patentes).
El USDA agregaba que la bioeconomía había logrado desplazar del mercado a más de 7 millones de barriles de petróleo, que equivalían a 2.5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), causa fundamental del calentamiento de la atmósfera (cambio climático).
En los últimos 5 años, la bioeconomía se multiplicó por 5, y su intensidad tecnológica se acelera debido a las tecnologías esenciales que la conducen, y que son las de la nueva revolución industrial: “Inteligencia artificial” / robotización / “Internet de las Cosas”.
La “economía circular” es una parte integrante de la bioeconomía. La Unión Europea (UE) estima que la “economía circular” genera en Europa un valor agregado de 1.8 billones de euros por año, con un crecimiento de la productividad de 3% anual.
De ese total, 1.2 billones de euros surgen del ahorro que realiza en la explotación de los recursos naturales (desaparece la noción de desperdicio); y 0.6 billones de euros representan el valor agregado creado por la economía circular desde la nada, sobre la base de tecnologías “limpias”, no contaminantes.
La “Internet de las Cosas” muestra la siguiente proyección: habría en el mundo más de 50.000 millones de dispositivos electrónicos conectados de manera inteligente en 2020, lo que representa 6 dispositivos por persona y producto. El porcentaje en 2015 era 6 dispositivos cada 100 personas.
Todo esto en un contexto donde el instrumento de acceso a esos dispositivos electrónicos –celulares, computadoras, sensores de servicios, electrodomésticos- ha perdido toda importancia, dentro de un proceso generalizado de commoditización.
Mc Kinsey Global Institute estima que el valor agregado creado por la “Internet de las Cosas” ascendería a 3 billones de dólares / 12 billones de dóalres en 2025; y la producción agrícola -vía “agricultura de precisión”- sería uno de los sectores de mayor utilización de esta tecnología.
La novedad absoluta es que la nueva revolución industrial, al desplegarse en el campo agrícola, modificaría cualitativamente la acumulación capitalista del sistema, tal como se ha presentado desde la Primera Revolución Industrial, que se dio des 1780/1840.
El resultado del verdadero cambio de paradigma que implica la irrupción de la bioeconomía es que en lugar de explotar la naturaleza y desintegrarla para transformarla en valor económico, quebrando así su lógica interna, la nueva disciplina se suma al ciclo de la vida –la Bioesfera- y la respeta, en lugar de destruirla, a diferencia de lo que ha hecho el capitalismo industrial desde 1780.
La bioeconomía implica una novedad cualitativa en la historia del conocimiento humano, y en especial es un salto cualitativo en el desarrollo del capitalismo. Es un cambio de significado cultural / civilizatorio, y también un nuevo punto de partida económico.