Las citas referentes a las royas son muy antiguas y muchas de ellas aparecen en la Biblia. Se creía que su ocurrencia era consecuencia de los castigos de los dioses. A modo de ejemplo, en la época de los romanos era tan importante la roya negra que se realizaban procesiones implorando a Robigo, el dios de la roya.
En Argentina, alrededor de 1928-1930 apareció por primera vez la roya amarilla generando importantes daños y pérdidas y obligó a sustituir a los cultivares de trigo de la época, causando daños de alrededor de 2.000.000 toneladas.
Hasta recientemente, en Argentina la ocurrencia epidemiológica de la roya amarilla, causada por Puccinia striiformis f. sp. tritici (PST), fue siempre esporádica y recluida a regiones con temperaturas medias más bajas, como el sudeste de la provincia de Buenos Aires. Por ello, nuestro país fue considerado históricamente como zona “marginalmente favorable”. Sin embargo, debido a la difusión de variedades de trigo susceptibles, al surgimiento espontáneo de nuevas razas virulentas de PST, y al cambio climático, en la presente campaña 2017/2018 se registran y cuantifican epifitias que, en la mayoría de los casos, con variedades susceptibles requieren intervención química. Al presente se registran epifitias en el Sur de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y norte y sur de Buenos Aires. Similar situación fue observada en la campaña pasada 2016/2017.
Históricamente, la roya negra del tallo (Puccinia graminis f.sp. tritici) fue considerada la roya que mayores daños causaba al cultivo de trigo. Sin embargo, actualmente la roya amarilla es la más importante debido a la gran capacidad de expansión geográfica, su alta variabilidad, y por las recientes epidemias en todo el mundo. Actualmente, el 88% de la producción mundial de trigo es susceptible a la roya amarilla La principal medida de manejo es sembrar variedades resistentes o de mejor comportamiento sanitario. Sin embargo, en Argentina gran parte de la superficie de trigo fue sembrada con cultivares muy susceptibles y el uso de fungicidas es la medida más frecuente.
Se debe recordar que la resistencia genética es la principal táctica para manejar esta enfermedad. Sin embargo, para variedades susceptibles, la opción química constituye la única herramienta disponible para frenar las epidemias. Actualmente, si bien se están realizando esfuerzos para detectar fuentes de resistencia genética para ser incorporadas en la variedades de trigo, aún no hay variedades resistentes a las nuevas razas de PST.
Tratamientos de semilla con fungicidas sistémicos
Algunas moléculas triazoles tales como triticonazole, fluquinconazole y flutriafol podrían ofrecer un periodo de protección de hasta 30/40 días aproximadamente (según dosis) especialmente en ataque muy tempranos de roya amarilla.
En nuestro país aún no existen investigaciones relacionadas con el control químico de la roya amarilla basado en umbrales de daño. En otros países se recomiendan umbrales de alrededor del 1% de severidad foliar promedio, que sería equivalente, aproximadamente, a la presencia de roya en 35 hojas de cada 100 muestreadas (incidencia) o cuando 30-40 hojas por cada 100 presentan PST.
Sin embargo, estos valores de incidencia parecerían ser elevados, especialmente por la intensidad de ataque que se registra en variedades susceptibles, por lo que se consideran desactualizados. A modo de ejemplo, y en comparación para nuestro país para la roya anaranjada, la relación entre 1% de severidad y la incidencia es de aproximadamente 20%, o sea, 20 hojas por cada 100 muestreadas presentan pústulas de roya anaranjada. Por ello, se propone como guía orientativa y preliminar el umbral de 10-20% de incidencia foliar.
Se recuerda que es importante evaluar todas las hojas de la planta de trigo, y no solamente las superiores, cercanas a la hoja bandera, ya que las primeras en infectarse son siempre las hojas más jóvenes (inferiores), que son inicialmente más susceptibles y construyen la epidemia con un patrón de dispersión vertical intraplanta.
Las siguientes sugerencias técnicas podrán ser útiles a la hora de definir una aplicación de fungicidas:
-Verifique la susceptibilidad de su cultivar sembrado. Así por ejemplo, un gran número de los lotes sembrados con la variedad DM Algarrobo han mostrado la presencia de la enfermedad. Las variedades de trigo con distintos niveles de severidad de roya amarilla son DM Algarrobo, DM Fuste, Klein León, Klein Rayo, DM Ceibo, Klein Serpiente, BIOINTA 1008, Klein Lanza, Buck Claraz y Baguette 601 (Redes de Cultivares, en Campos et al., 2016).
-Proceda al monitoreo de sus lotes, especialmente los sembrados más tempranos con variedades susceptibles.
-Si se encuentra en una región donde la amplitud térmica, la ocurrencia de rocío (mínimo de tres horas) y las temperaturas relativamente frescas son frecuentes, considere que está en un ambiente predisponente, y por lo tanto, si sembró una variedad susceptible muy probablemente deberá aplicar fungicida.
-Infórmese si en localidades o regiones cercanas existe la presencia de roya amarilla, ya que es un patógeno que se disemina fácilmente por el viento a largas distancias.
-La detección temprana de los focos dispuestos en “manchones amarillentos” de la roya amarilla podrían ser indicativos para planificar el uso de fungicidas en lotes con genotipos susceptibles y ocurrencia de rocío o lluvias que aseguren mojado.
-Planifique el control químico porque es probable que también deba manejar químicamente a la roya anaranjada y/o roya negra, además de manchas foliares del trigo.
-La posibilidad de aplicar una mezcla de estrobilurina más triazol a la dosis recomendada para roya amarilla y/o roya anaranjada podría ser una muy buena opción. Esta mezcla será también eficiente para el resto de las royas y manchas. Pero para el caso en que la elección sea de triazoles solos, conviene mencionar que además de tener menor periodo de protección y menor actividad preventiva, se debe tener en cuenta que: a) Si hubieran en el mismo lote epidemias de roya anaranjada se observará menor eficiencia de control por parte de los triazoles; b) Observaciones a campo muestran que los triazoles frenan las infecciones recientes pero no pueden controlar eficientemente infecciones más viejas, que llevan una semana o más, y que seguirán su desarrollo como estrías necróticas hasta una semana más luego de la aplicación, apareciendo visualmente como “una mayor área necrosada”.
-Respete las dosis de marbete de aquellos fungicidas registrados para roya amarilla y anaranjada, especialmente porque aún no hay casos de resistencia a fungicidas de cepas de PST, y la ocurrencia a nivel mundial es intensa y prevalente.
-El uso de adyuvantes que favorezcan la penetración (por ejemplo, aceite metilado de soja), especialmente en días frescos y/o lluviosos o en aplicaciones con umbral en exceso o alta intensidad de ataque, es también recomendado, pues se requiere que el fungicida penetre y actúe rápidamente.
Si bien la influencia de los adyuvantes en las aplicaciones de fungicida han sido menos estudiados en relación a otros productos fitosanitarios, varias publicaciones muestran cómo éstos incrementan y aceleran la penetración de los fungicidas y aumentan la actividad biológica. Sin embargo, desde la aparición de la roya asiática de la soja (Phakopsora pachyrhizi), los estudios sobre adyuvantes con fungicidas se incrementaron considerablemente. Para enfermedades foliares del trigo, recientemente se han realizado varios trabajos que evalúan el uso de adyuvantes en las aplicaciones con fungicidas .
Para roya amarilla específicamente, el uso de adyuvantes a base de ésteres metílicos de ácidos grasos de aceites vegetales (ej. aceite metilado de soja) mejora y acelera la penetración de los fungicidas, disminuye el lavado del fungicida por las lluvias y aumenta la actividad biológica de aquel, logrando una disminución de la intensidad de la enfermedad y el consecuente aumento del porcentaje de control. Sin embargo, se deberá consultar en todos los casos con el fabricante o vendedor de los fungicidas a utilizar para conocer la compatibilidad entre el producto fungicida y el tipo de adyuvante a utilizar.
Por Marcelo Carmona y Francisco Sautua